"Una cosa, nada más"

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Ayer, cuando volví a mi casa, encontré a mis tres perros envenenados. Me preguntaba qué demente había sido capaz de semejante acto. Al caer la noche, aún meditabundo acerca del horrible espectáculo que había presenciado, recibí un mensaje telefónico. Una chica me decía que me quería... Me pareció sumamente extraño, pero no presté atención. Era la misma voz femenina que me había acosado durante los últimos meses.

A la mañana siguiente mi madre me comunicó entristecida que mi mejor amigo había muerto. No sé por qué ligué el recuerdo de mis perros descuartizados con la imagen de un ataúd, y mi amigo dentro de este. Otro mensaje volvió a llegar a mi celular: "Fui yo... 1 cosa, nada más."

¿Esa mujer era la culpable? Me encerré en mi habitación y comencé a pensar. No había otra manera: marqué el número del que provenían las llamadas desconocidas. Debía averiguarlo sí o sí.

La voz me respondió incluso antes de lo previsto, casi al acto, como si estuviese esperándome.

-Soy tú, tu conciencia, tu otra persona, tu otra personalidad, tu otro yo.

Sentí un terror indescriptible. Colgué la llamada, eliminé el número y bloqueé mi celular. El día pasó. Cuando llegó la hora de dormir, y me recostaba en mi cama, tenía en mi mente fija la idea del funeral de mi amigo, que se celebraría dentro de unas horas.
Cuando bajé para desayunar, mi madre me dijo con rostro apenado que mi mejor amigo había muerto. Nunca me había sentido tan confundido en mi vida. Y los mensajes continuaban vibrando en mi celular. Las náuseas invadían mi cuerpo sin explicación lógica. Me lavé la cara, consolándome en la suposición de que se tratase de un "déja vu". Al cruzar el umbral y dirigirme a la sala, encontré a mis padres muertos. Creo que enloquecí. La policía, alarmada por los vecinos, acudió a mi casa y me sometió a un interrogatorio. Mi tío me acogió en su hogar y, a pesar del dolor, concilié el sueño.
Cuando desperté, mi madre me anunció que mi mejor amigo estaba muerto. En ese momento la abracé, derramando abundantes lágrimas, pero también sentí un terrible deseo de arrancarme la vida junto con mi desesperación.
Antes de irme a dormir, de sumirme en un sueño eterno, tomé un cuchillo de la cocina y lo aproximé a mi pecho, aún dubitativo y lleno de sudor.

"1 cosa, nada más, para terminar con esto."

Con los ojos enrojecidos por el llanto, escribí esta carta, porque sentía remordimientos por mis padres y el sufrimiento que les causaría. Pero ya me había decidido. No lo soportaría más.

Al lector de esta carta, adiós... Y recuerda, nuestra mente puede ser nuestro mayor infierno. Para aplacarlo, basta con 1 cosa, nada más.

"La persona que dejó estas palabras en un papel ensangrentado y mojado por las lágrimas fue encontrado muerto en su habitación. Padecía esquizofrenia."

«Terror Psicológico»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora