- Hija ¿estás segura? – Preguntó mi mamá sentándose a mi lado con una tela para bordar – Es tu esposo. Recién tienes 22 años, no puedes elegir tu destino así como así.
- Mamá, ya han pasado 2 semanas – Inquirí levantándome - ¡Y solo has hablado sobre él!
- Tú lo amas, él te ama ¿Qué haces aquí?
- ¿Cómo sabes tú si él me quiere? – Grité entre sollozos - ¡No lo sé yo y lo vas a saber tú!
Subí rápidamente las escaleras hasta llegar a mi habitación. Lo último que lograría en esa casa, sería olvidarlo. Mi madre se empeñaba en hacerme recordar diariamente mi "error". Y yo cada vez me sentía peor.
En mi mente seguía dando vueltas aquella melodía que tanto le gustaba a Gianluca. Sonaba y no paraba. ¡Lo quería cerca! Si tenía que arrancarme la piel, la carne o el corazón para poder estar con él en la misma habitación o tan solo respirar su aire, yo lo haría. Porque era mi melodía y mi sentir. Sin él yo era un cuerpo sin vida, un muerto viviente. No tenía una razón para seguir viviendo.
Me senté en mi cama y cerré los ojos. Visualicé sus manos desplazándose por las teclas del piano, su cabello cayéndole por la frente cubriéndole sus hermosos ojos verdes. Viendo como se le iba la vida en esa música.
Tenía que volver. ¿Qué hacía sentada en esa cama que ya no era mía, si había un hombre que amaba y que me amaba? Porque en el fondo, yo sabía que lo hacía. Camine hasta mis maletas, las cuales seguían equipadas y comencé a echar mis pertenencias a una vacía, pero luego pensé "que importa una maldita maleta" y salí corriendo. Recuerdo que mi madre me llamó por la ventana, pero yo seguí mi camino sin prestarle atención.
Me demoré demasiado en llegar. Nuestras casas – o la casa de mis padres y la de nosotros – estaban bastante alejadas. No tuve otra opción que caminar a pie y al llegar allá mi vestido rosa pastel estaba café.
- Richard – Grité viendo a un hombre que entraba a mí casa - ¡Richard!
- Srta. Alice – Corrió hasta mí y me tomó del brazo - ¡Esta usted hecha un alboroto! Deje llamar a Rose para que le prepare un baño.
- ¡No! – Paré en las escaleras - ¿Dónde está Gianluca?
- ¿El Sr. Ginoble? – Frunció el ceño – Ah sí, está montando a caballo en esa dirección – Señaló hacia su derecha.
- Muchas Gracias, Richard – Agradecí y corrí hacia donde me había señalado el chofer. A lo lejos vi la figura de un hombre montado en un caballo. Estaba dándome la espalda. Me acerqué aún más con el corazón en la mano. Volvería a tocarlo, a besarlo y a decirle cuanto lo amaba. Volvería a él y no me separaría jamás. Me reí mientras que con cierta dificultad, caminaba sobre la maleza. Todavía quedaba una distancia notable entre nosotros, pero pude ver el destello de sus ojos cuando Gianluca se volteó hacia mí.
La melodía volvió a sonar en mi cabeza, pero no especialmente ahí, si no que se escuchaba en el alma. Estaba en el alma. En el corazón. Corrí con más ahínco hacia donde estaba él y pude ver que el hacía lo mismo – pero a caballo - hacia mí.
Todo lo demás sucedió tan rápido, que recuerdo pocas cosas. O quizás las bloquee porque no son gratas, no son felices. Y es mejor no recordarlo, pero haré un esfuerzo.
Ambos corríamos para encontrarnos nuevamente. Aquellas dos semanas habían sido una eternidad, lo extrañaba y demasiado. Aunque cuando estuviera con él, no hablase ni expresara nada, ya me había acostumbrado.
Lo miré y una sonrisa se explayó en mi rostro. El galopaba aún más fuerte. Se acercaba más y más, pero de pronto cayó. Yo paré en seco, mi corazón por un momento dejo de latir y mis ojos se desorbitaron.
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Mi hermosa melodía/ Gianluca Ginoble
Cerita Pendek"Él tocaba una melodía que llegaba al corazón" One shot de Gianluca Ginoble