Capítulo Tercero.

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3 de Septiembre del 2015.
Han pasado apenas tres días y me siento totalmente agotada, decepcionada y desganada de todo, explicaré lo sucedido en las últimas setenta y dos horas.
Después de huir del instituto el primer día, caminé al salón de ciencias en donde debían encontrarse Sophy y Dominic (era su última clase aquel día, ellos coincidieron en la mayoría de ellas. No voy a negar que eso me hacía sentir algo de envidia...pero en el buen sentido saben, en el sentido de que quería estar junto a mis dos mejores amigos.)
Pero cuando llegué al salón, este se encontraba vacío al igual que mis expectativas de ir a casa junto a ellos, esperé por cinco minutos fuera del salón con la esperanza de verlos. Cinco, diez, quince minutos pasaron y no aparecieron, fue entonces cuando me di cuenta que era hora de regresar a casa, una sensación conocida se apoderó de mi. ¿Alguna vez has sentido un nudo en la garganta acompañado de aquel cosquilleo en tus ojos, estás seguro de que quieres llorar pero no lo haces por dignidad, y al mismo tiempo te sientes patético porque en el fondo sabes que no te necesitan? sí, así me sentí en aquel momento.
Caminé a la estación de autobuses, la infinidad que se tardaba mi autobús en llegar era preocupantemente molesto, siempre me he preguntado si las demás personas que lo esperaban en la estación se sentían igual que yo.
Odio viajar en autobús, siempre está tan lleno que no existe espacio entre persona y persona, siento que hasta puedo sentir sus almas y pensamientos, es inquietante. El autobús llegó y la gente que lo esperaba corrió para subir, envidiaba aquel entusiasmo, siempre subía al final pues de todos modos tendría que viajar de pie. Al subir y posicionarme en un lugar seguro me percaté que en la parte posterior viajaban un grupo de amigas, eran muchachas bastante comunes que reían animadamente de las bromas que hacían, era bastante evidente que eran muy cercanas, siempre quise tener amigas así, no es que me sintiera inconforme con Sophy y Dominic, es sólo que me dejan sola más de lo que quisiera...
Antes de regresar a casa debía comprar algunas cosas que mi madre me pidió en el supermercado y vaya que algo o más bien alguien llamó mi atención...
Al entrar tomé las cosas que necesitaba y me dirigí a la sección de libros, había acabado el que estaba leyendo y me sentía algo...vacía.
Buscaba uno en particular del cual había oído excelentes referencias, Cruzando el muro era el título, recorría el pasillo buscándolo y de pronto lo encontré, era el último que quedaba, extendí mi mano para tomarlo pero otra mano lo había tomado. Una mano de una tez muy blanca, levanté mi mirada para observar al infeliz que me había arrebatado el libro, pero lo que vi, me estremeció, me gustó más de lo que era posible explicar.
Un muchacho de 1.80 más o menos, su piel se asemejaba a las perlas, brillante y mucho más blanca que la mía, no estaba segura de su color original de cabello, pero estaba teñido de negro, le sentaba espectacularmente. Labios carnosos y rosas, ojos azules como zafiros y un piercing posicionado en la parte superior de su ceja. Llevaba una sudadera azul marina y unos vaqueros negros que ceñian sus delgadas piernas, llevaba una mochila llena de botones de bandas de punk rock, muchas de ellas me gustaban. ¡Santo cielo!
-¡Hey!..yo lo vi primero- tartamudeé.
Sonrió, y mis piernas temblaron como gelatina.
-Que amable eres, pero no tienes idea de cuánto lo he buscado- dijo con obvio sarcasmo.
-Sí, si tengo idea, también lo he buscado por mucho, pero vale, es tuyo -le dije finalmente cediendo, no quería rogar por el libro y a la final ya estaba en sus manos, caso perdido.
Me alejé colocando los audífonos en mis oídos, pagué los productos y salí.
Debía tomar el autobús a casa pronto, la tormenta iba a comenzar pues el cielo empezó a gritar. Crucé mis brazos y sentí algo de frío pues mi falda de color negro no me protegía del todo.
Me senté en una de las bancas, miraba a la nada mientras sonaba "Willow tree march-The paper kites" de pronto el muchacho que vi en el interior se sentó a mi lado.
Fingi no notarlo, pero retiré los audífonos de mis oídos.
-Es la primera vez que soy tratado con tan poco amor-dijo riendo.
-No sé qué pretendes, de todos modos ya lo compraste-le dije señalando la bolsa que sostenía con el libro dentro.
-Está bien, no hay por qué ser hostiles, tengo un trato para ti, no puedo regalartelo porque no te conozco, pero estoy dispuesto a prestartelo, si la suerte está de tu lado.
-¿Qué? -pregunté sin saber a que se refería.
Él sacó una especie de moneda de su bolsillo.
-Si sale cara te lo presto, si sale cruz, no nos volveremos a ver ¿vale?. -preguntó.
-Espero que no me times...vale. -Acepté.
Lanzó la moneda, la vió y después esbozó una sonrisa preciosa.
-Vale, tienes suerte, introdució la moneda en el libro, lo dejó a mi lado y se marchó.
Aquellas cosas no me pasaban a mi, luego de que lo perdí de vista, tomé el libro y lo abrí, la "moneda" cayó y me dí cuenta que no era una moneda, más bien era como una ficha, no tenía ni cara, ni cruz, en la primera página había un pequeño papel, decía lo siguiente:
《Espero que lo disfrutes, y que no olvides devolvérmelo, por la forma en la que lo mirabas en la tienda, sé que no me equivoco. Contactame cuando lo termines, André93@hotmail.com》

Las notas ocultas de Sabine Loveless.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora