Mi adaptación a Lugo no fue difícil, había congeniado rápidamente con todos mis compañeros y tener el apoyo de Berto lo hacia todo más simple. Los meses desde Septiembre habían pasado, sin lugar a dudas de tal forma, que ni yo misma me daba cuenta. Pero no todo era coser y cantar, haberme separado de mis amigas era de lo más frustrante, Laura se había quedado cerca de casa, Ani se había mudado a otra ciudad y el tiempo que lográbamos pasar juntas apenas era suficiente para ponernos al día de lo que ocurría en nuestras nuevas vidas lejos de nuestras casas. Aún así estaba bastante contenta con mi decisión de estudiar relativamente lejos. Evidentemente la compañía de Berto hacia que toda esta experiencia fuera mucho más entretenida; a quien voy a engañar, era la hostia, poder disfrutar de el tiempo con tu novio sin tener restricciones de ningún tipo es el sueño de cualquier persona de nuestra edad.
En resumen no podía estar más contenta, aún que todo comenzó a resquebrajarse después de aquel fin de año. ¿Conocéis el dicho "estoy que no cago"? Púes así estaba yo la última mañana del año, eufórica por estrenar mi vestido rosa de espalda abierta junto con aquellos tacones de infarto que me hacían sentir como una diosa andante. A pesar de no poder pasar aquella noche con todas mis amigas, sabia que iba a ser mágica. Después de pasar todo el día pensando en como acabaría mi segundo fin de año, había llegado el momento de prepararse. Ya enfundada en mis galas, solo cabía esperar a que llegaran Laura y Berto para hacernos las fotos reglamentarias y salir por patas para disfrutar al máximo. Laura fue la primera en llegar, mi pequeña ( mote cariñoso y descriptivo donde los haya, ya que aún con tacones seguía aparentando tener 14 años y todo por que su cuerpo había decidido que un metro sesenta era más que suficiente para ella ). Vestida con un disimulado vestido negro ceñido, se abalanzó sobre mi como ya era costumbre desde hacia tres años, sin dejar de decirme que me echaba aquel vestido me sentaba como un guante. Justo cuando estaba contando los problemas de una de sus nuevas compañeras de clase sonó mi móvil, era Berto que venía a por nosotras.
Cuando llegamos a el portal, me quedé sorprendida por lo guapo que estaba; Berto no era el típico chico cañón, estaba algo rellenito, su cara permanecía marcada continuamente por una serie de granitos que aparecían cada vez con más persistencia, pero sus ojos castaños revelaban lo que realmente era ( o lo que yo creía en aquel momento ) , un chico gracioso y cariñoso que me trataba como si de una figura de cristal que fuera a romperse en cualquier momento. Aquel traje negro le quedaba realmente bien y el color claro de su camisa y su corbata hacían que resaltase su moreno natural. Sin lugar a dudas, una noche de diez, habíamos bailado durante seis largas horas que fueron recompensadas por el típico desayuno del día uno, chocolate y churros.
Pero fue a partir de aquí cuando todo comenzó a cambiar sin darme tiempo casi a creermelo, aquella sensación de sentirme querida y importante para una persona que había jurado y perjurado estar conmigo siempre, llegaba a su fin.
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Espero que os guste este pequeño trocito de mi vida, a pesar de que los nombres de los personajes están cambiados más que nada por privacidad, estas vivencias son totalmente ciertas y siento que compartirlas hace que pueda recordar como se superan situaciones difíciles y se afrontan a pesar de lo que cada uno podamos pensar. Ojala os sirva de ayuda a vosotr@s, porque aún que no os deis cuenta, el karma os lo compensará.
Dejarme vuestro comentarios en cualquier parte si os gusta y seguiré compartiendo mis pequeños recuerdos con tod@s.
Muchos abrazos :3
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Yo y el karma: La decisión.
RomanceVal, emocionada por comenzar su primer año de universidad y ilusionada con no tener que separarse de Berto, su alma gemela, recibirá una lección del karma. Aquello que le resultaba confortable y seguro desaparece para dejar paso a su nueva vida, la...