Prólogo.

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Agitó las manos en el aire, mientras respiraba profundamente, tenía que tranquilizarse lo más pronto posible ante de causar otra catástrofe, se balanceó de un lado a otro del balcón mientras tarareaba canciones para tratar de desaparecer aquella horrible imagen mental.

Cuando su corazón volvió a palpitar con normalidad y su cuerpo dejó de temblar Mana salió del balcón, tomó su mochila y salió de su pequeño apartamento, cerró con llave y caminó entre los pasillos, afuera del edificio Andrew como cada mañana la esperaba, en cuanto la vio su serio semblante se suavizó.

- ¿Dormiste bien? - Le preguntó abriéndole la puerta y sonriendo.

- Tuve una pesadilla - Dijo el tono tranquilo y mesurado que usaba siempre.

- ¿Y? - Preguntó Andrew preocupado.

- Nada, me tranquilicé y ya - Le respondió Mana mientras abría su sombrilla roja.

- Menos mal - Dijo Andrew abriendo también su sombrilla - Hoy no podré acompañarte de regreso, papá quiere que vaya a una entrevista de matrimonio, dice que tengo que tener opciones adecuadas...pero no te preocupes, no es nada importante - Le dijo.

- Está bien, pero de cualquier forma no creo que padre te obligue a casarte - Dijo Mana, ahí concluyó la conversación, ambos caminaron tranquilamente bajo la lluvia hasta la escuela, increíblemente, no tuvieron que desviarse ni una vez por algún espíritu errante.

Una vez en clase las cosas cambiaron un poco, Mana vio como el espíritu de una estudiante recién fallecida rondaba por las aulas, pero Mana la ignoró por completo, y el espíritu no se percató de que podía verla, era un alivio; cuando los espíritus notaban que podía verlos se pegaban a ella como garrapatas y tardaba meses en deshacerse de ellos o lograr que "cruzaran".

A la hora del almuerzo el espíritu continuó rondando, incluso se puso a llorar por que nadie podía verla, Mana sintió lastima por ella, pero en realidad no podía hacer nada por ella y acabaría por hacer que se aferrara más al mundo.

A pesar de que Mana siempre había visto fantasmas, no sabía mucho de ellos, y cuando se involucraba con alguno terminaba liando la cosas mucho más, pero por alguna razón, estas cosas parecían atraídos a ella como los mosquitos a la luz, aparecían por montones a su alrededor haciendo de su vida diaria un verdadero problema.

Cuando terminó de comer Andrew se despidió de ella y le pidió disculpas por no poder quedarse con ella, Mana insistió en que estaría bien y que se lo tomara con calma, Andrew no estaba muy convencido de eso, pero al final de cuantas tuvo que irse.

Mana se puso de pie para depositar la charola sobre el mostrador, cuando sintió como algo helado le recorría la espalda, su piel se puso de gallina, pero como de costumbre no reaccionó, antes que nada se calmó y se dio media vuelta.

Megan estaba de pie tras ella con un vaso volteado y una sonrisa de superioridad, Mana entendió al instante que Megan la había llenado de agua, era la misma historia de siempre, Megan molestando a Mana sin ninguna razón en especial y Mana ignorando sus insistentes insultos.

- Creí que tenías calor - Le dijo Megan burlescamente.

- Ah, sí, tenía calor, gracias - Dijo con desinterés mientras depositaba la charola en su lugar, Megan se puso roja de enojo.

- ¡No he terminado de hablar contigo! - Le dijo halando su larga y gruesa trenza roja, Mana ni siquiera gimió.

- ¿Necesitas algo más? - Le preguntó con tranquilidad, Megan enrojeció aún más y levantó la mano para golpearla, eso era malo, Mana no sabía si podía controlarse del todo, siempre había tenido un carácter tolerante y despreocupado, pero la verdad es que no era muy amiga del dolor.

Más allá del limite.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora