Capitulo 1: Primera Advertencia

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En el solsticio de invierno...

Keyra y Kayra se encontraban en su palacio de cristal, Keyra paseaba por la habitación observando la fina escarchar que cubría el lomo de los libros, mientras Kayra deslizaba su mano por el lomo de un libro limpiando la nieve y atrayéndolo hacia ella.

- ¿Qué es lo que pasa sensualona? – pregunto Kayra sin levantar la vista del libro que sostenía fingiendo despreocupación.

- ¿Por qué lo dices? Estoy como siempre, cosa sabrosa.

- Mmmh...

- ¿No te aburre esta vida? – habló de pronto Keyra – Quiero decir, si, es fantástico ser diosas, tener dones sobrenaturales pero en serio ¿No estas cansada de la misma rutina? – dijo esta bufando.

- ¡Keyra! ¡¿Pero qué dices?! – Exclamó Kayra sorprendida –. ¡¿Cómo te puede aburrir esta vida?! Los libros ¡Niña! Letras que contrastan con el color de las hojas, frases que cobran sentido con cada repetición, una historia nueva cada día –. Volvió a exclamar esta con emoción en cada una de sus palabras.

- Tinta que se desvanece con el tiempo, palabras que se disuelven en la mente, párrafos llenos de emoción. – Continuó Keyra mirando a la nada.

- ¡Paginas rebosando de intriga! – Dijeron las dos al unísono soltando un gran suspiro lleno de sentimiento.

- Pero eso no es a lo que me refiero, cariñito. – dijo Keyra con un aire de frustración –. El amor y pasión por los libros nunca me lo quitarán, nunca se acabará. Es lo que me hace ser como soy. – Miró a su hermana a los ojos –. Es lo que nos hace ser como somos.

«Pero hay algo, no sé qué es; que me impide sentirme completa. Algo que no me deja tranquila. Ando de aquí para allá toqueteando libros, leyendo historias que ya sé cómo terminan, re ordenando todo. Hago preguntas estúpidas sobre gramática de las cuales ya se las respuestas, jugueteo con mis poderes, he llegado a tal punto que me paso observando la vida de los mortales; unos simples humanos. Ya sé, ya sé; también fuimos personas normales y nuestra vida no era ni de lejos igual que ahora. Pero aun así no estoy satisfecha.»

Miró a su hermana por un largo tiempo hasta que ya no pudo sostener la mirada y la apartó. Kayra sabía a lo que Keyra se refería. Lanzó un suspiro.

- Entiendo, pero qué quieres, ¿dejas esto? – levantó los brazos frustrada - ¿Estar lejos de aquí? Y aún si así lo quisieras, no podemos dejar el Olimpo a menos que algo nos fuerce a hacerlo; eso lo sabes perfectamente.

- Lo sé. – suspiró finalmente rendida –. Olvida lo que dije, simplemente sigamos con nuestro trabajo.

- Lo siento cariño, pero así son las cosas. – dijo Kayra dándole un beso a su hermana en la mejilla, luego se dirigió a la habitación de control dejando sola a Keyra.

En ese momento entró en la habitación una criatura pequeña – de unos 30 cm. – que portaba unas alas cristalinas las cuales duplicaban su tamaño; llevaba un vestido como el de una bailarina e iba descalza. Hizo una reverencia y preguntó con una voz acampanada:

- ¿Le sucede algo Mi señora? Puedo hacerle un té si quiere, pero claro que usted lo podría hacer aparecer chasqueando los dedos. Entonces, ¿no quiere un chocolate caliente? Como que está empezando a hacer frío en la habitación ¿no? Ah, espere, usted también puede hacer aparecer eso pero de todas formas dígame si se le ofrece algo. – las palabras salieron tan atropelladamente que Keyra apenas la comprendió.

- Tranquila Bell – la calló cordialmente la diosa –. Y ya sabes que prefiero que me digan Keyra. Y no querida, no se me ofrece nada, gracias.

- Por supuesto Mi señora Keyra. – Bell hizo otra reverencia exagerada, y se disponía a seguir parloteando pero otra hada idéntica a ella entró corriendo con una mini Tablet y con cara de preocupación.

Una historia por escribir...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora