El rostró del rey se tornó azul, estaba sorprendido con la aparición de ese niño con la misma cabellera blanca y ojos coloridos que el de la niña que había sido elegida.
¿Era posible acaso que el libro se equivocara? ¿Y si quizás un varón también podía ser descendiente de las diosas?, tenía tantas preguntas rondando en su cabeza y se encontraba tan emocionado que por poco se arrancaba los cabellos, claro, eso haria si la calvicie no le hubiese llegado todavía.
Llamó a su consejero real y se apartó de la multitud que miraba con expectativa a ambos niños, a los gemelitos.
-- Robert ¿Qué haremos con ambos niños? .- preguntó el rey preocupado.- ¿También deberiamos llevar al niño?
-- Considero que sería muy pertinente llevar a ambos al castillo, si me permite opinar Su majestad.- respondió Robert.- Si es que tienen los poderes de los que tanto hablaban la profecía y el oráculo, deberían ser educados por nuestro mejor hechicero.
-- El Oráculo nunca mencionó gemelos.
-- Sus predicciones no siempre son del todo correctas, aunque nunca se equivoca.
Después de hablar un poco con Robert, el rey se sentía más decidido y seguro de tomar la decisión correcta, concluyó por fin, que debía llevarse a ambos niños al castillo para que pudiesen demostrar ser dignos gobernantes de Levixar en un futuro no muy lejano. Pero uno y solo uno sería ese gobernante del que tanto había hablado la profecía.
Se los llevó asi a ambos, apartándolos de la tutela de su madre para siempre, hubieron lágrimas de por medio, gritos de una madre que no quiere ver partir a sus hijos, y de unos hijos que no quieren apartarse de su madre; pero era el deber con Levixar el que debía primar siempre, por eso los niños secaron sus lágrimas y se propusieron no llorar más.
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Segundo capítulo, mil disculpas por haber tardado tanto en actualizar, desde ahora en adelante actualizaré todos los sábados, lo prometo.
Gracias por leer, por sus votos y comentarios, me animan mucho.
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Sangre Divina
FantasyLos libros cuentan la historia de un reino, creado por tres poderosas diosas: Evima, Lausek y Námiqa, que antes de ser reducidas al polvo por la tristeza de ver a su creación destruirse en una guerra por el poder, dejaron sus lágrimas caer y dieron...