Capítulo 1

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El aire de la primavera por fin podía sentirse, después de un invierno que parecía no acabar, era momento de salir a la calle. Cecil pensó: "lo único bueno de esta época son los autos, la Internet, los antibióticos y bueno, saber que por fin podré comer los panecillos de mama framboise".
Cecil Vanderwall era una joven de 21 años en edad humana pero tenia un poco más de 300 años reencarnando en la línea de sangre; tenía una larga cabellera negra, ojos café claros, la tez de su piel era blanca, 1.72 una estatura promedio y tenia unos increíbles labios rosados como el color de las hojas de cerezos, su figura física era atlética pero su masa corporal estaba perfectamente distribuida, bastaba una mirada para que pudiera transmitirte odio, amor o lástima. Ella podía conseguir eso, fulminarte con solo una mirada.

Caminaba por la calle como si nunca en la vida habría pasado algo malo en ella y respiraba el aire como si fuese la primera vez que lo hacía.

El sonido de la campanilla de la puerta podía escucharse hasta donde estaba Berenice, una señora de edad mayor que había mantenido con mucho trabajo lo que ella llamaba el orgullo de su abuela, la cafetería Mama Framboise, ahi y solamente ahi existían para Cecil lo mejores panecillos del mundo, pues Cecil en el transcurso de su larga vida había probado muchos y estaba segura que estos eran los mejores.

Cecil: Hola Señora Berenice! ¿como esta? Estoy aqui por mis panecillos!
Berenice: ¡Cecil! ¡Que gusto verte! ¡Desapareciste varias semanas!

Cecil: Si, bueno, el clima me tenia atrapada entre mi apartamento y la casa de mis abuelos, no había podido darme el placer de pasar por acá y verla.

Berenice: Y ¿verme eh? Se que ¡amas los panecillos de arandanos!
Ambas soltaron unas carcajadas escandalosas.

Berenice: Aqui tienes Cecil, tus panecillos favoritos exclusivos para una de ¡mis clientas favoritas!

Esto oprimio el corazon de Cecil, pues aunque a través de muchos años había tratado de volverse una roca le había tomado mucho aprecio a la vieja Berenice, era una persona que la hacía sentir calidez, que la hacía sentir lo suficientemente normal, humana y sabia que en un nuevo porvenir ella no iba a existir, solo sus recuerdos.

Cecil volvió en si de sus profundos pensamientos.

Cecil: Señora Berenice, esa construcción y su ruido ¿no le ha causado problemas alejando clientes?

Berenice: Ha sido un dolor de cabeza por un par de semanas, pero los trabajadores también compran panecillos y café asi que no puedo quejarme.

Cecil: ¡Me alegra mucho que le este yendo bien! Me quedare un rato Señora Berenice, quiero leer un poco de este libro y disfrutar de un rico té de Mama Framboise.

Berenice: Claro Cecil, siéntate ya te sirvo tu té.

Cecil estaba concentrada en su libro disfrutando leer de quien en vida fuese su gran amigo Arnold Bennett, era increíble como despues de tanto soñar con ello había cumplido el sueño de escribir, ¿quien podría imaginar que hace casi 200 años ella había estado muchas veces en tardes de té con Arnold?.

Cecil no solo disfrutaba del té y los panecillos de mama framboise, también disfrutaba el lugar, la decoración victoriana la hacía sentir mas cerca de lo que había vivido en sus otras vidas. Cuando no estaba leyendo y solo disfrutando del lugar acariciaba con sus delicados dedos los acabados que tenian las mesas de madera de aquel lugar, podía ver figuras de angeles en ellos, las luminarias en forma de candelabros, la loza del piso y los jarrones al estilo Theodore Deck la transportaban al siglo XIX haciendola recordar esos bailes de presentación de sociedad, conectadola con la primera vez que Sergi y ella habían cruzado sus miradas.

Mientras disfrutaba de su lectura y sus deliciosos panecillos, ocurrió una de las muchas cosas que ella detestaba: que alguien interrumpiera su lectura, puesto que era una cliente fiel de mama Framboise, Berenice había llegado a conocer cuando hablarle y cuando no y perfectamente sabía que cuando Cecil estaba disfrutando de una buena lectura era mejor no dirigirse a ella.

¡Señorita! ¡Señorita!, una voz la saco de su trance, Cecil levantó la mirada lanzando casi llamas y la situación empeoró puesto que el hombre era un trabajador de la construcción en frente del café, estaba sucio, olia a sudor y su aspecto dejaba mucho que pensar.
Cecil: ¿Necesita algo Señor...?
¡Oh! Disculpe señorita soy Bernard, tuve la impresión que la conozco de algun lugar y decidí saludarla.

Cecil estaba enfurecida, la estaba haciendo perder el tiempo y a la vez privandola de seguir su lectura.

Cecil: creo que me confunde con alguien mas Señor
Bernard, nunca en mi vida lo he visto y tampoco creo que usted a mi, le agradecería que se retirara, estoy un poco ocupada.

Bernard: ohh! ¡Lo siento señorita! No quise interrumpirla es solo que creo que si la he visto en algún lado no estoy seguro de donde pero...

Cecil no podía soportar a este intruso mas, estaba a punto de levantarse y salir del café maldiciendo, pero una tercera voz interrumpió lo que para Bernard era una platica amena omitiendo la incomodidad de Cecil.
¡Ya basta Bernard! La señorita ha dicho que ¡no te conoce, dejala tranquila! La estas haciendo sentir incómoda, ¿que no puedes notar eso en una mujer?
Cecil estaba calurosa de la rabia que sentía por dentro; primero alguien que la hacia perder el tiempo y ahora otro hombre que creía poder decifrarla. ¿que se creen estos trabajadores sucios y hediondos?-penso Cecil.

Había cambiado con el tiempo pero a pesar de eso no había olvidado los modales de sociedad que aprendió siglos atrás, así que tenía que tragarse la rabia y actuar como si nada la inmutaba.
La voz del segundo hombre la hizo volver en si, disculpelo señorita, Bernard siempre es así, cree que conoce a todos y pasa saludando gente desconocida en la calle.

El hombre quiso hacer un chiste pero Cecil sólo respondió que no había problema, que solo quería continuar con su lectura. Está bien señorita mi nombre es Lawrence un gusto conocerle y a sus servicios, me retiro junto con mi compañero.
Cecil no pudo evitar levantar la mirada, la verdad que el chico era muy buen mozo, el corte de su cara muy fina, un cuerpo exquisitamente proporcionado, podía ver reflejado en sus brazos las horas arduas de trabajo y emanaba un olor a testosterona a la que Cecil no pudo resistirse tanto que tuvo que volver a verlo, fingió que nada estaba pasando dentro de ella, pero el ver un hombre con ese aspecto la hizo imaginar cosas nada pudorosas.

¿que me pasa?-penso Cecil-
¡Estaba tan preocupada por leer mi libro que no me percate! Este hombre dice haberme visto antes. ¿Cómo podria eso ser cierto? ¿Me habra visto ahora en este siglo? o ¿me habra reconocido por algo que tenga que ver con otra de mis vidas?.

Cecil se preocupo exageradamente, en cinco minutos pago la cuenta y salió casi corriendo del café a encerrarse a su apartamento otra vez, ¿podría este hombre haberme visto en algo referente a la nobleza?
- síntio algo de miedo recorrer su cuerpo, así que lo mejor era llegar a casa cuanto antes.

El apartamento de Cecil estaba ubicado en el centro de Londres, al menos su padre había accedido a comprar está pequeña mansión y dejarla vivir sola.

¡Furī! ¡Estoy en casa!- Dijo Cecil.
Furī era el quinto gato negro que Cecil nombraba con el mismo nombre, después de que su gato fallecía adoptaba otro gato negro y lo bautizaba igual que el anterior.

Cecil: Furī, Furī.- Dijo con un poco de malicia en su voz.
Hoy haremos algo muy divertido, iremos a la casa de la familia y sabes lo mucho que me encanta llevarte, ¿lo sabes no?.
-Furī se pasaba entre sus piernas, mientras ella preparaba la cena.
¿Que reacciones podrás causar al tío Dornell esta vez? No quiero ni imaginarlo mi pequeño. - Cecil río con mucha satisfacción.

Amaba los animales pero sobre todo los gatos, amaba tener algo que representará ser libre, Furī, el nombre que ponía a sus gatos tenía algo especial, significaba libertad, el nombre era lo único que queda como un recuerdo mientras su cuerpo y su alma abandonaban este mundo, a eso ella le llamaba libertad, a ese acto de morir y no regresar. Ese acto del que ella no podía formar parte nunca. Sus líneas de sangre jamás lo permitirían.


NOTA: Primer capítulo de Líneas de Sangre, espero les guste, lo he vuelto a cargar porque la Apple estaba teniendo problemas, aquí va un poco de la imaginación que podemos tener como personas, siganme, leanme, espero les guste! ¡Abrazo!

AlyS.

Líneas de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora