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Estaba sentada arriba de la valija tratando de cerrarla, cuando mi madre grita desde el piso de a bajo:

-¡Jude Montgomery! Apúrate, te pasaran a buscar en cualquier momento.

-¡ya voyyy!- grito cuando logro cerrar la valija.

Me estaba embarcando a las peores vacaciones de mi vida y se suponía que iban a ser las mejores. Todo me estaba saliendo bastante bien hasta el casamiento de mi tío Alaric con su nueva esposa, Estern, una mujer rubia y egocéntrica, de clase social alta y el peor detalle de todos, Rebecca, SU HIJA DE TRES AÑOS. Tras la fiesta ellos me pidieron amablemente si podía cuidar a la pequeña niñita mientras estaban de luna de miel y mi madre insistió para que aceptara.

Me paso a buscar su amable mayordomo, Gilbert, un hombre de mediana edad, calvo y bastante rellenito. Me subo al auto, durante el trayecto voy callada escuchando música, se me hace muy largo, casi me duermo hundida en mis pensamientos hasta que el auto estaciona frente a una gran mansión. Quede boquiabierta en la puerta de la casa con valija en mano.
-¿Ee.. Es aqui?- no puedo evitar preguntar.
-Claro-responde Gilbert.
-No puede ser... ¿Semejante mansión para tres personas?-no pretendía decirlo en voz alta.
-Si señorita Jude- asiente el mayordomo.
Wow, no puedo creer que semejante mansión para tres personas, me asombra y al mismo tiempo me enoja, porque la casa de mi madre debe ser del tamaño de una habitación de esta. En fin, entro a la casa y era tal cual o mejor de lo que me imaginaba, es la casa de ensueño de cualquier persona. Dejo mi equipaje en una habitación y encuentro a la pequeña Rebecca gritando en su alcoba, sus ojos verdes sobresaltaban como dos faroles entre sus abundantes rizos rojos, me da la impresión de que tiene un carácter jodido y que no la voy a tolerar estos 3 meses. A su lado una mujer de pelo rubio recogido con cara muy seria, traje y labios morados. Supuse que era su antigua nanny, había renunciado y hoy seria su ultimo día de trabajo, claro si yo fuese ella, hubiera renunciado hace rato.
-Era hora de que llegaras- dice la nanny mientras intenta calmar a Rebecca.
-¿Yo me quedo sola con la niña?- pregunto.
-A la noche vendrá el sobrino de Estern. Te deseo suerte con el pequeño diablillo.
-Gracias, la necesitare- respondo.
Saludo a la niñita y me saca la lengua, lo ignoro y le pregunto si quiere jugar a algo.
-¡Juguemos a las barbies!-responde rebeca gritando.
-¿Que tal si hacemos algo mas divertido y pintamos algo?- digo tratando de evitar las barbies, las odio.
-Ya no quedan hojas. Fea.
-¿Que tal las paredes? Son blancas y aburridas- no estaría nada mal.
-Buena idea chica fea.- responde.
-Mi nombre es Jude, no fea.
Agarramos los acrílicos y dividi la pared en dos, un lado para ella y otro para mi, Tuve la gran idea de que mientras pintábamos jugamos a la que hablaba primero perdía así que la mantuve callada bastante tiempo, de su lado ella se dibujaba pero como una princesa y yo dibujaba una mandala. Después de haber terminado el dibujo, por un momento me empece a preguntar que diría Estern al ver las paredes así, pero que mas da, son millonarios, no les cuesta nada volver a pintar una pared. Nos lavamos las manos cuando Gilbert nos llamo a cenar. Había preparado una estupenda lasaña y comimos en silencio mientras Rebecca miraba los dibujitos en la televisión.

Cuidando a rebeccaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora