II

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Empezaron las clases, Valeria y Jack iban por la mañana y las dos niñas por la tarde.

El lunes, cuando Valeria salió de su casa, Jack estaba allí, esperando para ir a la escuela.

-¡Hola Jack!– lo saludó amistosamente –Vamos, subí– le dijo abriendo la puerta de la camioneta.

Isabel salió segundos más tarde y cuando se sentó al volante les dijo:

-¡Buenos días! ¿están nerviosos?-

-Yo estoy más bien contenta por volver a ver a mis compañeras– respondió Valeria, y volviéndose al asiento trasero preguntó:

-¿Vos como estás Jack?-

Jack se encogió de hombros y respondió:

-Bien-

Llegaron a las puertas del colegio y Valeria corrió a encontrarse con sus amigas.

En el aula la directora presentó a Jack ante sus compañeros y le indicó que se sentara junto a Juan.

En el primer recreo, Valeria se acercó a Jack y le explicó que, si quería, podía comprar en el kiosco y fue con él hasta este para mostrárselo; también le indicó donde quedaba el baño de varones y luego regreso junto a sus amigas. Estas le preguntaron:

-¿Ya lo conocés?-

-¿A quién?, ¿a Jack?, sí, es mi vecino, ¿por? ¿qué pasa?-

-Nada, solo que tenés la súper suerte-

-¿Qué quieren decir?–

-¿No lo ves? Es re buen mozo–

-Ah, no me había fijado en ese detalle– mintió. En realidad es que le había gustado desde el día en que se enteró que su padre, Alejandro, trabajaría en el campo.

A partir de que empezaron las clases, Valeria comprendió que Jack no era serio y solitario, sino que estaba enojado, porque no le gustaba haber tenido que abandonar a sus amigos. Por eso, una tarde luego de volver de la escuela, Valeria salió al jardín, lo vio sentado en la vereda y se acercó.

Sentándose junto a él preguntó:

-Jack ¿qué te pasa? Sé que todo esto no te gusta, creeme que lo hacés notar, pero no podés vivir el resto de tu vida amargado–

Él la miró y luego miró hacia otro lado. Ella prosiguió:

-Jack por favor contame, ¿qué te pasa?– Jack suspiró y dijo:

-¿Sabés qué Valeria? La verdad es que estaba muy a gusto con mi vida como para cambiarla de un momento a otro-

Entonces a Valeria se le ocurrió una idea, le mostraría las cosas que se podían hacer allí para sentirse a gusto.

Agarrándolo de la mano se levantó y dijo:

-Vení, acompañame-

-¿Qué querés?– preguntó dejándose llevar por ella desganadamente.

Aprovechando que ambos tenían maya, Valeria pasó por el tender, agarró dos toallones se dirigió al arroyo con Jack de la mano siguiéndole.

Llegaron a la orilla del arroyo y luego de dejar los toallones en un árbol, Valeria se quitó la remera y el short que tenía sobre la maya y se metió corriendo en el agua. Ya adentro llamó:

-Vamos Jack, a que no me atrapás– lo desafió.

Jack sonrió, se sacó la remera y fue tras ella. Valeria nadaba muy profundo y se empujaba con las piedras, por lo que era muy difícil alcanzarla, pero Jack era buen nadador y logró agarrarla por el pié muy rápido.

En cuanto sintieron frío salieron y se envolvieron en los toallones. Jimena dijo:

-Ves que acá también te podés divertir– lo miró y sonrió.

-Sí, así parece–

-Y todavía hay más– lo miró y prosiguió –Andá a tu casa y ponete un pantalón viejo, te veo en el jardín dentro de quince minutos. – Pasó por su lado y corrió hasta su casa con la ropa bajo el brazo.

Jack la siguió con la vista y después de agarrar sus cosas, la siguió.

Como habían acordado, se encontraron en el patio. Valeria traía unas riendas para andar a caballo.

-¡Vamos, tenemos que caminar un poco!-

Valeria le enseñó a Jack como ponerle los frenos al caballo y como manejarlo. Anduvieron largo rato al paso, al trote y al galope y se divirtieron mucho.

Cuando regresaron a sus casas, ya había pasado la hora de la merienda y sus hermanas habían regresado de la escuela.

A Jack no le gustaba la idea de que su hermana los viera juntos porque se iba a imaginar cualquier cosa y a divulgarlo por ahí, por eso se despidieron en el corral donde habían soltado los caballos y volvieron a casa por caminos diferentes.

Al día siguiente, y al otro y alotro..., volvieron a nadar juntos, andar a caballo, caminar, charlar sentados enla hierba junto al arroyo...

A la semana de su primer encuentro, estaban sentados, con sus mayas puestas y secándose al sol, junto al arroyo. Valeria estaba mirando a un pajarito que daba saltitos en la orilla de en frente; Jack, a su lado, la miró y le dijo:

-Vale...-

-¿Sí?– respondió ella sin apartar la vista del pájaro.

-Gracias..., gracias por enseñarme a pasarla tan bien esté donde esté y por todos estos momentos que pasaste conmigo para mostrarme cómo hacer todas estas cosas, te lo agradezco un montón.

-No hay de qué– respondió Valeria sonriendo aunque sin dejar de mirar al ave.

De pronto, Jack se inclinó y le dio un beso en la mejilla sorprendiéndola, ella apartó su mirada del pájaro para posarla sobre él. Él le sonrió encogiéndose de hombros, la atrajo hacia si, y le dio un fuerte y amistoso abrazo que, obviamente, fue correspondido.

Los días que siguieron ya no hizo tanto calor, por lo que, en vez de nadar, se sentaban a charlar, a tomar tereré al sol, se iban a explorar las orillas de en frente y los bosques, andaban a caballo, jugaban a las cartas o a algún juego de mesa, etc. Sin embargo cuando las dos chiquillas llegaban a casa, ambos hacían como si nada pasara entre ellos, más allá de ser compañeros de curso, aunque su amistad era cada vez más estrecha.

Lo único que había cambiado, a los ojos de las dos niñas, era que los fines de semana, cuando jugaban con Valeria, ahora también se sumaba Jack; y que los trabajos grupales del colegio los hacían juntos ya que vivían lejos del pueblo como para reunirse con sus compañeros.

Cuando un profesor anunciaba que realizarían un trabajo grupal, Valeria y Jack se ponían juntos automáticamente. Los profesores sabían y entendían por qué lo hacían, y les parecía buena la idea, además de que afirmaban que juntos trabajaban bien y hacían un buen grupo.

Sin embargo los compañeros de Jack lo cargaban continuamente con Valeria, y a ella le pasaba otro tanto con sus amigas que le decían:

-¡Vale!... vamos contá, ¿Qué hay con Jack?-

-Chicas, somos solo unos vecinos que se llevan bien– respondía ella y sin embargo insistían.

-Oh vamos, si se nota a la legua que hay algo más que una relación de "solo vecinos" entre ustedes-

-Sí, además de ser vecinos somos amigos, pero no pasa de ahí–

-Sin embargo, cuando trabajan juntos se comportan demasiado amistosos para ser solo amigos...-

-Huu chicas, no sigan con esto ¿Quieren?, ustedes eligen, me creen o no me creen-

Sonó el timbre dando fin a la conversación. Volvieron a entrar al aula y se prepararon para la hora de lectura.

Ida y VueltaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora