No podía escuchar los latidos de su corazón porque la música que reinaba en la sala sonaba tan intensamente como sus sentimientos luchaban en su interior. A su alrededor, tanto las damas de la corte como sus acompañantes cubrían sus rostros con máscaras. Él llevaba la suya propia en la mano, tenía miedo de que le impidiera verla cuando llegara. Sabía que la reconocería cuando hiciera su entrada en el salón que sería testigo de su belleza y del amor que reinaría en los ojos de él.
Se dejó conquistar por la música y sintió como los latidos de su acelerado corazón se fundían con ella en una melodía tan intensa como la pasión que lo había perseguido durante tantos años.
La enorme lámpara de araña iluminaba por completo el salón del palacio en el que se desarrollaba la celebración, los adornos dorados de este aportaban luminosidad a las columnas blancas tan altas que le daban un aspecto más imponente.
Las altas puertas doradas se abrieron dando paso a una misteriosa joven. Su vestido oscuro realzaba el tono pálido de su piel, tan delicada que no parecía albergar un espíritu tan fuerte como el que habitaba en el interior de aquella joven.
Su cabello rojo, como las llamas de un fuego capaz de consumir el más poderoso de los reinos podía compararse con la intensidad de su carácter y la fuerza de su espíritu.
Sujetaba con sus manos recubiertas por brillantes guantes la máscara que ocultaba su hermoso rostro. El tono oscuro de esta permitía que sus brillantes ojos verdes se distinguieran con más claridad.
El volumen de la música aumentó cuando sus miradas se encontraron y los sentimientos de ambos se reflejaron en el sonido de los instrumentos de cuerda cuya música consiguió acortar la distancia entre ambos.
Él caminó decididamente hacia ella y tomó su mano entre las suyas, no estaba seguro si aquello era lo correcto pero tenía que hacerlo. Su corazón marcaba cada paso hasta que se situaron en el centro del gran salón. La belleza de ella había captado todas las miradas que en aquel momento estaban fijas en el modo en el que los movimientos de aquella pareja parecían encajar perfectamente. Sin embargo, había otros ojos fijos en ella. Unos ojos azules como zafiros pero cortantes como el hielo, observaban la escena desde uno de los palcos de piedra, aquellos ojos mostraban sentimientos tan fuertes como los de la joven pareja, sin embargo tan diferentes como son el hielo y el fuego que se unen en un beso eterno.
Dieron las doce y el reloj se detuvo, los músicos dejaron de entonar su canción y la pareja detuvo también su danza.
Las campanas sonaron y junto a ellas el estruendo producido por el viento al golpear contra las ventas del salón a través de las cuales se filtraba la brillante luz de la luna. La magia que había reinado en aquel salón se intensificó en aquel momento y con ella el brillo del oscuro vestido de la joven que poco a poco empezó a volverse más y más oscuro, hasta que pareció haber sido confeccionado con las plumas del más oscuro de los cisnes.
Sin embargo el misterioso joven no pareció notar este cambio si no que siguió hechizado por la mirada de ella ya que sus confusos ojos seguían brillando. Permanecieron en esta posición, con sus manos unidas por un lazo invisible mientras todos los presentes observaban en silencio.
Los labios de ella murmuraron una palabra que ni siquiera él fue capaz de descifrar y corrió hacia la puerta que se cerró detrás de ella.
Sin embargo su acompañante continuó paralizado observando el lugar por el que ella había hecho la impresionante entrada que tantos sentimientos había despertado en su corazón.
Ninguno de los presentes podía explicar la escena que acaba de desarrollarse delante de ellos. Ninguno de ellos fue capaz de ver las sombras que comenzaron a cernirse en las altas columnas que ascendían hasta la cúpula de cristal a través de la cual la luz de la luna se filtraba reflejando una estrella de luz en el suelo.
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Shades of Us
FantasyPrimero era un suspiro que se convertía en lágrimas, más tarde estaba cayendo en el vacío, después... simplemente no había un después.