Había empezado a cazar hacía un año. Y no estaba segura de por qué no había decidido hacerlo antes. Nos habíamos mudado desde Virginia tras la muerte de mi madre para escapar de los fantasmas que nos perseguían. Estaba absorta en mis pensamientos cuando escuché a Leila Mason pronunciar mi nombre, durante todo el día me insinuó que sabía por qué me había mudado aquí y estaba segura de que se equivocaba. Al día siguiente le dijo a todo el mundo que mi madre había muerto desangrada, habían encontrado su cadáver en el bosque y mi padre había sido el principal sospechoso. Desde ese momento todos aquellos que había pensado que eran mis amigos comenzaron a alejarse de mi. La verdad es que tenía razón, habían encontrado el cuerpo de mi madre en el bosque sin ninguna herida. Sólo dos marcas en el cuello.
Desde ese día, además de alejarse fe mí empezaron a bromear fingiendo darse mordiscos los unos a los otros cuando yo estaba delante.
Pensaba que las cosas no podían ir peor cuando llegó el día de la excursión al bosque. Cada año realizábamos una excursión al bosque para estudiar la flora y la fauna.
Sentí como si los animales buscarán comunicarse conmigo. Sentí el aroma de su sangre más que nunca y me sentí vinculada a ellos. Al borde de las lágrimas me dirigí a nuestra profesora de ciencias la señora Michaels y le dije que no me encontraba bien. Caminé por el bosque manteniendo la mirada fija en el suelo sin atreverme a mirar a nadie a los ojos
Fingí estar enferma y llamé a mi casa. Esperé en la entrada del instituto sentada en las escaleras a que alguien me recogiera.
Cada vez tenía más sed, no había nadie a excepción de la secretaria en la entrada del instituto. Una llamada hizo que se marchara y dejé sw sentir la sed de sangre durante el tiempo que estuvo lejos de mí. Era algo horrible porque realmente sentía aquella sed. Era tan real como la necesidad de descansar después de un largo día. Su olor era tan real como el perfume de las flores que decoraban las ventanas.
Había escuchado historias de terror al igual que todos los estudiantes de aquel centro. Relatos sobre vampiros que necesitaban beber sangre pero había asumido que solo se trataba de leyendas.
La sed era imposible de ignorar, tanto como las voces que estaba empezando a escuchar. Hice lo único que podía hacer, ignoré todo lo que estaba pasando en mi interior y comencé a estudiar para un examen que te iamos programado para la semana que viene. Leer sobre la división de las células me ayudó a relajarme.
Leí cada punto unas cuantas veces hasta memorizarlo hasta que vi el coche de mi padre acercarse.

Cuando llegamos a casa no me atreví a contarle lo que había sucedido. Permanecí sentada la mesa mientras él calentaba una lasagna.
- No olvides que esta tarde tienes que ir al centro comercial con Ana y Rose. ¿Estás segura de que estarás bien para entonces? - preguntó sin dejar de prestar atención a su tarea.
Me dirigí a mi habitación sin responder. Mis manos no habían dejado de temblar y mi sangre temblaba en mis venas. Tenía que haber una explicación para lo que me estaba pasando. Tal vez estuviera estresada por las historias sobre vampiros que me atormentaban y al estar en un bosque mi imaginación de había disparatado provocando aquel ataque. Eso tenía más sentido.
Esta fue la explicación que intente darme a mí misma aunque en mi interior sabía que no se trataba de mi imaginación, lo que me sucedía era real. El último lugar que deseaba visitar era el centro comercial.
Unos minutos después volví a la cocina. Mi padre había terminado de prepara la lasagna y estaba sentado frente a un plato humeante, había otro preparado justo em frente que era para mí. Pero yo no tenía hambre. Me senté y fingí tener intención de comer.
Ninguno de los dos habló durante un largo periodo de tiempo.
El olor de la lasagna se coló en mis fosas nasales mientras permanecía sentada en la silla.
Nuestra enorme mansión tenía varios salones provistos con lujosas mesas y sillas pero los días de instituto solíamos comer en la cocina. Sin embargo aquel día, la espaciosa cocina parecía más pequeña que nunca.
Empecé a juguetear con mi pelo rojizo mientras sujetaba el tenedor en la otra mano.
Empecé a golpear el suelo con el pie, era uno de mis tics nerviosos.
- En el colegio lo saben.
Sabía que no debería contárselo, pero era la única persona a quien se lo podía contar.
Me miró como si hubiera visto un fantasma o como si yo fuera dicho fantasma.
- Al parecer todo el mundo conoce la historia - el ritmo de los latidos de mi corazón empezó a acelerarse.- todos saben como en contaron a mamá.
- Así que eso es por lo que...
Ahora me miraba con preocupación. No estaba segura de sí debía preocuparme, tal vez hubiera sido mejor permanecer callada.
- Sí, supongo que sí.
Parecía estar esperando recibir otra respuesta, aunque su rostro denotaba cierto alivio.
Estaba asustado o preocupado o las dos cosas a la vez.
- Eso significa que no dejarán de hacer burlas durante los próximos meses.
- Ellos no saben lo que pasó, la policía dijo que la causa de la muerte fue el ataque de un animal.
Una voz en mi interior susurró. Sólo que el ataque no lo cometió un animal ¿No? .
Aclaré mi voz.
- Lo sé. Pero ellos no y los habitantes de este pueblo parecen preferir creer esas historias antes que la verdad.
Nada de eso importaba, lo único que importaba es que la sed seguía estando allí. Tal vez tuviera que contárselo.
Los músculos de su cuerpo se tensaron como si temiera algo o a alguien. Yo no estaba preparada para admitir lo que estaba empezando a sentir.
Estudié la forma en la que soltó el tenedor y apretó los puños como si estuviera intentando no hablar. Él y yo sabíamos lo que iba a suceder. La única diferencia es que yo no estaba dispuesta a aceptarlo.

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⏰ Última actualización: Sep 07, 2015 ⏰

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