Él

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9 de agosto
-He hablado con el director del instituto, no permitiré que sigas cantando en el metro como una votada... Tienes que estudiar. - afirmó tajantemente mi tía.
-¿Cómo?- dije.
Mi mundo se rompió, me gustaría seguir contando como fue aquella discusión, pero si la quieren entender primero hay que empezar por el principio.
Hace ya tiempo que deje el instituto, soy una chica con una familia poco estructurada, mis pintas no son de lo más normales, ojos de color 'gris' según la gente, fleco recto, siempre bien planchado, pelo negro que llega hasta mitad de la espalda, y visto a menudo de negro. Muchos me definen como gótica, pero eso es una gilipolles.
Cansada ya de tanta puta y falsa en mi clase decidí salir al mundo, lanzarme a por mi sueño. Sólo creo en la música.
Y es que de verdad ¿no lo has pensado? Suenan sentimientos, una y otra vez, con una melodía de fondo, tardas meses en dar con la adecuada y cuando lo consigues se plasma, sentimientos en los oídos.
Ese es el destino que quiero para mi, siempre.
Y ahora llega mi tía, y pretende que vuelva a lo que aborresco, me parece egoísta.
Volviendo a la discusión.
Me altere mucho, no simplemente no había aceptado mi decisión, sino que también había hablado con el director a mis espaldas.
-No me lo puedo creer- dije gritando- ¡Te considere mi madre!- y ahora...- ¿pretendes que haga lo que no quiero?- se rompió mi voz, empecé a llorar de impotencia.
Mientras le gritaba lo en desacuerdo que estaba hacia la maleta, recogí todas mis cosas.
Antes de salir y dar un portazo en el que se descolocó el marco de la puerta, mi tía me grito.
-Si sales no vuelvas.
-Así será- dije.
Fue el portazo más fuerte que he dado y daré en mi vida.
Salí del bloque, ese bloque en el que pase mi infancia ¿y qué? No me entendía, ella quería lo imposible. Y yo no estaba dispuesta.
¡Ay!-grite- cuidado subnormal, me haces daño- dije sin saber nisiquiera quien era, entre la discusión y el golpe había sido lo primero que dije.
-Vale María, te recordaba más borde- dijo Óscar, el chico del supermercado.
-¿Qué coño haces aqui?- le mire a los ojos, después de la tensión con mi tía se me había corrido el rimel.
-¿Tan fuerte te he dado?-dijo, lo note asustado, y en ese momento lo note atractivo.
Me puse roja, como era de esperar en mi.
-No, tranquilo- sentí vergüenza, ahora no tenía ni imaginación para evitar contarle lo que había pasado en aquel piso.
-Cuéntamelo.
-¿El qué?- pregunté asustada, Óscar parecía leerme el pensamiento.
-Dime que te pasa, por favor.
Le besé.

Me falta valorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora