No podía creer lo cerca que estábamos el uno del otro, casi podía sentir su aroma rozando mi piel; la veía caminar tambaleante hacia mí, con sonrisa en cara y una mirada hermosa. El viento tiraba de su cabello haciendo ocultar en gran parte su rostro, pero aún podía ver sus brillantes ojos, y sus finos labios. Lucía radiante, llevaba puesto un vestido color naranja con estampado floral blanco, sandalias doradas y un perfecto sombrero negro. Yo por mi parte, procuraba no verla mucho, no me creía que esto estuviera pasando... Tan cerca. Llevaba una camisa gris y unos jeans negros ajustados, mi cabello iba y venía entre el universo. Se acercaba cada vez un poco más y sentía yo cómo mi corazón se aceleraba, creí que moriría de felicidad. Cuando al fin estaba a unos pasos de me rostro desvío su paso, abrió aquellos majestuosos brazos y corrió. Giré en mi para presenciar la escena: había un chico tras de mí, fuerte, de buen rostro y bien vestido; playera verde, pantalón café. Agarró a Marion por la cintura y la elevó por los cielos. Rieron. Podía ver cómo se susurraban cosas en ternura. Sus ojos brillaban y él tenía una gran sonrisa.
La tuve tan cerca, pero a penas y la rocé. La contemplé y admiré. Es todo lo que puedo hacer, porque alguien como yo jamás tendría a criatura tan perfecta. Creo que me sentaré en alguna banca y la veré desde lejos, veré como se convierte en alguien más grande de lo que es ahora, seré testigo de su grandeza. Con respecto al chico, me pregunto qué tendrá. Me gustaría ser él, así la tendría a ella.