Dijiste que callara, tenías cosas mejores que hacer. Cuando te dirigí la palabra no tuviste el mejor gesto y a lo largo de la conversación te veía con cierto toque de desesperación, como si te molestara hablar conmigo, te conté de los días en los que me detuve a verte, pregunté por tu novio, qué tal te iba... Y te limitaste a sonreír, decir que le querías mucho, y que tu vida era excelente. No preguntaste por mí, tal vez ni te importe. Relatividad es quizá cuando tu y yo hablamos; lo que para mí fueron segundos, para ti fueron horas. O podría ser también el amor. Yo te amo, y tú mas a alguien más.
Me despedí no muy contento, se abrió un poco más el agujero de mi corazón, pero al menos superé mi miedo, tan siquiera te tuve cerca.
-Adiós, Nicolás. Ten un lindo día- dijiste, y por primera vez en el tiempo que cruzamos palabra me sentí realmente parte de ti... Sentí como que, a pesar de que llevabas afán me escuchabas.