❆ Tres ❆

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                                                                       (Narra Dante Sartuori)

MALDITO Y ESTUPIDO IMPULSO LOBUNO

Podía percibir olores repugnantes; perfume barato de mujer, cigarrillos de mala calidad, vino carente de sabor... Todo era en su mayoría asqueroso. Claro, típico de ese pueblo. Estaba en un restaurante que aparentemente era de los más prestigiosos de Green Cold. Adolph tenía una reunión "secreta" con sus extremidades, como así los llamaba. Eran cuatro sujetos prepotentes que le lamerían el culo si se los pedía. Dos brazos y dos piernas, todos importantes para él. Konrad, mi niñero, me vigilaba desde el otro lado de la mesa. Entretanto, Adolph charlaba con sus cuatro perros en otra. El teléfono en mi bolsillo comenzó a timbrar por sexta vez en el día. Era Melissa. . Ignoré todas y cada una de sus llamadas, pero no se cansaba de insistir. Supe que esa estúpida no iba a dejarme tranquilo.

¡Dante, cariño, hasta que me respondes! —Su voz era tan aguda que alejé un poco la bocina de mi oído.

—¿Qué? —le respondí con un tono que dejaba claro que no quería hablar con ella.

¿Recuerdas a esa perra de Rowan? —siseó con petulancia.

—¿Quién?

La que te golpeó ayer. A la que le dijiste que se iba a arrepentir.

Rememoré los hechos hasta dar con la cara de aquella chica.

—Sí. ¿Qué hay con eso?

—Bueno, me tomé la libertad de darle una lección en tu nombre.

«Maldita sea».

Melissa era atractiva, y esa era la única razón por la que captó mi atención en un principio, pero no tardé en darme cuenta de que solo era una de esas chicas fáciles y vacías, carentes de amor propio. Ahora sabía que la chica del día anterior era Rowan. La había seguido simplemente por curiosidad y la molesté para saber hasta qué límites podía soportarlo. Esa chica se me había metido en la cabeza como el aire en los pulmones. Cuando pensaba en ella, me sentía incómodo, casi molesto. No era por aquel golpe que me dio el primer día, solo sentía un pitido en los oídos cada vez que veía su cara. El sonido se intensificó cuando vi su cabellera. Me sentía irritado al verla sonriente cuando charlaba con su amigo, el mudo marica.

Melissa era una estúpida. Había decidido hacer algo que no le correspondía. No quise dejar que entrara en detalles, así que le colgué. Exhalé para intentar contener la ira. Si bien Rowan me molestaba, nadie más que yo podía meterse con ella. Era mi presa.

Mientras pensaba en todo eso, vi a través del gran cristal del restaurante cómo una silueta delgada y pequeña pasaba justo enfrente. Era Rowan. En todo el día no había acudido al instituto. Era una pérdida de mi tiempo. No sabía qué carajos había hecho Melissa, pero tenía que averiguarlo. Me levanté y me dirigí a la entrada. Necesitaba saber hasta qué punto llegó Melissa.

—¿Adónde va, joven Dante? —La voz de Konrad sonó a mis espaldas.

—Eso no te importa, Konrad.

—Su padre se molestará.

Claro, «mi padre». Sonaba tan de mierda que lo nombraran así.

—No me interesa lo que piense Adolph. ­­­

Salí sin importarme lo que hiciera Konrad y comencé a seguir a Rowan por las calles. No se percató de mí, estaba ida. Apenas y prestaba atención para cruzar las calles. Estuve a escasos metros de ella y de apartarla cuando casi se olvidó de detenerse y mirar a ambos lados antes de cruzar. Avancé detrás sin que ella se diera cuenta, pero en algún punto lo hizo. Pude sentir su desesperación. Prácticamente escuchaba los latidos acelerados de su corazón. Se tensó, pero no fue capaz de girar para comprobar que, en efecto, la seguían. Optó entonces por correr. Apreté el paso y le di alcance con mucha facilidad. La tomé de un brazo y tiré de ella hacia mi dirección.

Mi Lobo de Invierno  [Fragmento de la nueva versión]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora