2. El chico del asiento de atrás

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Siete de la mañana y el despertador sonó en la pieza de Kyungsoo. Por supuesto que eso no haría que el pelirrojo saltara de la cama y se preparara para ir a clases de inmediato, pero una vez que el despertador sonaba, Kyungsoo no podía volver a dormir. Dejó pasar unos cinco minutos y se levantó. En veinte minutos terminó de arreglarse y bajó a la cocina, donde su papá ya tenía el desayuno preparado.

—Buenos días, pequeño Soo —saludó el señor Do, llenando los vasos con jugo.

—Buenos días, papá. Buenos días, mamá —saludó el chico al retrato de su difunta madre en la mesa—. ¿Te irás temprano hoy?

—Me temo que sí. Mi equipo y yo nos estamos apurando en dejar todo listo para la próxima exposición.

—Va a ser triste quedarme solo esa semana —suspiró el chico lamentándose.

—Siempre puedes ir donde Minseok. Y Ryeowook me prometió que vendría algunas tardes a acompañarte.

—A torturarme, mejor dicho —comentó irónico Kyungsoo mientras engullía su desayuno.

Aunque, siendo justos, a Kyungsoo le agradaba tener a su hermano cerca. Desde que se mudó a Seúl para cursar sus estudios superiores jamás había realmente apreciado su compañía.

—¿Terminaste bien el ensayo que estabas haciendo? —preguntó el señor Do.

—Sí. Gracias por ayudarme con lo de las citas, siempre me da problemas eso.

—De nada, hijo.

A los pocos minutos el señor Do terminó su desayuno, se despidió de su hijo y se dirigió a su trabajo. No mucho rato después, Kyungsoo abandonó la casa y se dirigió a su establecimiento.

Llegó al lugar relativamente temprano. No es que siempre fuera así, más de alguna vez había llegado justo a la hora y en otros días incluso había llegado tarde. Pero también ocurrían días como estos donde llegaba antes que todos sus compañeros.

Bueno, casi todos sus compañeros.

—Buenos días, Kai —saludó Kyungsoo al abrir la puerta de su salón.

—Buenos días, Do —respondió el chico desde el fondo de la sala en su asiento, para después volver a concentrarse en lo que sea que estaba leyendo.

Daba igual qué tan temprano llegara Kyungsoo a la sala, Kai siempre estaba ahí antes que todos. Hace algunos años atrás varios de sus compañeros y él iniciaron un juego sobre quién llegaba más temprano que Kai, pero nadie lo logró. Con el tiempo, se aburrieron y dejaron de jugar, pero Kyungsoo aún no perdía las esperanzas. Y cuando lo lograra, pasaría semanas alardeándolo ante todos.

Tranquilamente el chico se dirigió a su asiento, el que estaba delante de Kai, y sacó un libro que le debía devolver a Minseok para matar el tiempo. 

De todo el mundo, Kim Jongin era la persona con la que menos tenía contacto Kyungsoo. No es que se llevaran mal, simplemente no se llevaban. Aunque tampoco se podría decir que Kai se llevara muy bien con muchas personas. Él era más bien del tipo solitario, y todos respetaban eso.

Sin embargo, solo porque a Kai no le gustara socializar y sus actitudes fueran algo serias, no significaba que fuera un completo marginado. Nada más lejano a eso. Kai estaba entre los mejores de la clase, si es que no era el mejor, además de destacar en toda la secundaria en lo que se refería a deportes, matemáticas y física. Más de una vez los profesores lo buscaron para que postulara a la presidencia del centro de alumnos, pero él siempre lo rechazó. Nunca mostró interés alguno en ser un alumno destacado o popular y, sin querer, lo era gracias a su inteligencia y aptitudes.

Se corre el rumor de que le gustas » KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora