18 de Noviembre.
He tenido un sueño anoche, más bien parecido a una pesadilla. Soñé que moría.
Entré en una habitación con escasa iluminación; un solo foco la alumbraba a medias. Retrocedí un poco; un paso, dos pasos, tres pasos y eché a correr. Reconocí el lugar de inmediato, las mismas aceras sucias y despintadas, los mismos hogares con la pintura pelada y autos viejos muy mal aparcados. Había perdido la cuenta de todos los años en que no ponía un pie en aquella calle. La misma en la que viví cuando niña, se encontraba completamente chata, vacía, silenciosa y a oscuras. Se estrujó mi corazón ahí mismo, en el momento que entendi que no había ni una sola alma en aquel sitio. Fue como un piquete al pecho que se mezcló con el chiflón de aire frío que me me envolvió y me congeló más rápido que un parpadeo, y sin previo aviso.
Fui a buscar mi antigua casa. A pesar del tiempo, aún recordaba el camino y anduve vagando en las calles por unos cuantos minutos antes de poder llegar. La encontré totalmente abandonada, con aspecto a casa embrujada, al menos esa impresión daba. Junto a la puerta habían dejado la correspondencia bien apilada con mucho esmero, fuera del buzón. Le eché un vistazo: facturas, facturas, facturas, un par de catálogos y el diario matutino. El encabezado me sorprendió; era aterrador, tan pronto lo vi, me congelé. Se podría decir que fue una sensacion aún más frígida y glacial que el viento helado que había comenzado a soplar sin piedad:
"19 de Noviembre:
Una joven ha sido hallada muerta esta madrugada.
Una bala al pecho, es lo que le ha arrebatado la vida. No hay sospechosos."
En la parte de abajo, se hallaba mi foto.
"La joven ha sido indentificada como Isabela."
Mi corazón se partió en miles de pedazos. No podría explicar el tormento en los pensamientos que me embistieron tan pronto terminé de leer aquellas líneas. Hice pues, un esfuerzo por abrir la puerta de la casa, después de haber arrojado el diario a la acera con alguna nueva sensación que se mecía entre el asco y el pavor, aunque al principio el pánico no me lo permiese. Pero tras unos cuántos intentos en los que sin querer, había mezclado mi poca fuerza con un fresco manojo de nervios, lo conseguí.
Vi mi rostro enajenado, mi cuerpo frío y mis manos bien acomodadas sobre mi pecho, los dedos entrelazados y en medio de ellos, una rosa blanca sin espinas. Vi llorar a mamá, la vi llorar como nunca, y no he podido perdonarmelo, aun cuando ahora sé que se ha tratado de un sueño y nada más.
He despertado por el quejumbroso latir de mi corazon asustado. Se escuchaba cual furioso tambor en mis oidos y retumbó con furia ininterrumpidamente por los siguientes quince segundos. Me encontraba sola y muy asustada en mi habitacion a oscuras a las cuatro de la madrugada. No pude evitar soltarme a llorar. No pude evitar preguntarme eso que nunca me había preguntado antes.
No se sentía como si hubiese sido un sueño, ni una pesadilla, fue en realidad como un suspiro a medias que obstruyó mi respiración por completo y me hizo despertar de un salto. Me aferré con fuerza al edredón que me cubría para asegurarme de que seguía yo en una pieza. Luego, explotó sobre mi la bomba que me mantuvo despierta las siguientes dos horas, era esa perversa interrogante que había querido evitar: ¿si muero mañana?
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Si muero mañana...
RandomNunca me lo había preguntado antes, hasta hoy. Y no ha sido cualquier cosa. Fue en realidad como un suspiro a medias que obstruyó mi respiración por completo y me hizo despertar de un salto. Me aferré con fuerza al edredón que me cubría para asegura...