18 de Noviembre.

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-¡No quiero morir aún!

-Ha sido nada más un sueño, ¡solo superalo! -Respondió. No era la primera vez que recibía un puñado de tosquedad por respuesta, y también sabía que no sería la última.

Pero era en realidad más complicado que simplemente superarlo. No era como si fuese posible programarme para relegarlo y de ese modo quedara olvidado, de tomar un mágico brebaje con el poder de borrar las pesadillas que habían quedado estancadas, o simplemente negar lo que mi cabeza sumida en un profundo estado de inconsciencia, había maquilado. Irina dió la vuelta y se marchó. No me sorprendia lo hirientes que podían ser las palabras de mi hermana menor, lo que en efecto si me resultaba impactante era la facilidad con que podía articular una palabra ofensiva, sin si quiera detenerse a pensarla.

Y realmente no estaba lista para morir.

Había formulado desde hace unos años, una lista mental incompleta en la que manifestaba ilusiones y deseos que hoy en día, bien podrían ser tachados de bobos e incoherentes. Eran cosillas muy simples que había plasmado en un cuaderno viejo en el que solía anotar mis tareas y deberes. Quizá incluso llegué a tomar un poco literal el hecho de que apuntar en ese cuaderno mis ambiciones, me obligaría a cumplirlas, del mismo modo que un niño esta obligado (al menos en la mayoría de los casos) a hacer sus tareas al pie de la letra.

El recuerdo me dibujó una sonrisa muy oportuna. 

Había guardado dicho cuaderno bajo el colchón de la cama, o eso recoraba. Fui a buscarlo de inmediato, pero no logré hallarlo, así que me sumergí en una pila de cosas viejas e inservibles. Cosas que no sabía que existian. Y lo encontré, cubierto por unas veinte capas de polvo y unas cuantas telarañas y pelusas a juego con el espiral gris que sostenía las hojas. Soplé sobre ella para disipar la mugre y la abrí. La pasta se había hecho dura y deforme por el paso del tiempo y las inclemencias que viven los objetos olvidados en un baúl.

"Tareas por hacer..." decía con la letra de mamá, pero me había atrevido a marcar una equis con crayón purpura sobre la primera palabra ahí escrita. "Por hacer..." era el audaz titulo de mi cuaderno de metas.

Fui a la última hoja, y escrbí con tipografía mucho más entendible y bolígrafo rosa:

"Esta mañana en la ducha me he puesto a profundizar sobre mi pesadilla, y he concluido lo siguiente:

Si muero mañana, quisiera poder vivir mi ultimo día de vida sin inmutarme de lo que sucederá precisamente mañana."

-A ver, escoge un número al azhar -dije para mi misma -¡Veintitres!

Pasé las hojas con singular diligencia, hasta llegar al número predilecto.

"Algún día sabré perdonar"

Sonreí.

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⏰ Última actualización: Jun 09, 2016 ⏰

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Si muero mañana...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora