CAPÍTULO 3

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Después de cambiarme entré en el baño con la intención de cuidar un poco mi higiene personal. Así que simplemente lavé mis manos y cara, me eché un poco de desodorante y lavé mis dientes. Se lo que están pensando ¿Y dónde está el maquillaje? Pues la verdad es que no le encuentro una utilidad real en su uso. ¿En serio estás corrigiendo tus imperfecciones cambiando toda tu cara? No es que tenga nada en contra las chicas que se maquillan pero yo no soy una de ellas.

Al salir de la puerta del baño me dirigí hasta mi armario donde encontré uno de mis pequeños bolsos así que metí allí todo lo necesario para la salida y comencé a bajar las escaleras en dirección a la puerta. Cogí la llave de la mesita del lado de la puerta de entrada y la metí en mi bolso. Cuando interiormente revisaba que no me dejaba nada dirigí mi mano hasta el picaporte y le di una primera vuelta para que se abriera cuando un brazo apareció en mi cara barrándome el paso.

- ¿Dónde piensas que vas?

- Al cine. ¿Recuerdas?

- Ah sí. A ver, aléjate un paso y da una vuelta para que pueda valorar si que llevas es decente.

Os lo dije, revisión de pre-salida.

Yo como buena niña que soy seguí las instrucciones y observé la cara pensativa de mi hermano al observarme detalladamente de arriba abajo.

- Bien, pasas justita.

- SIIIII te quiero hermanito- y le propiné un abrazo.

- Sí, yo también hermanita.

Y yo tan feliz giré –al fin- el puto picaporte para dirigirme hasta la salida.

La casa estaba cerca de la estación de metro así que seguí la típica rutina.

Bajé con desgana las escaleras que me conducían a un lugar lleno de gente. Compré al fin mi billete y me acerqué entre empujones hasta las máquinas para picar el ticket. Una vez realizada la acción me dirigí hasta el tablero donde anunciaban los trenes. Por suerte para mí, tenía tan solo dos minutos para recorrer toda la estación hasta llegar a la vía donde debería coger el metro.

Así que así me ves. Cayendo en el intento de hacerme un hueco entre toda esa gente que gentilmente bloqueaba mi paso. Por suerte el sonido de las ruedas chirriando contra el acero de las vías se me hizo más cercano de lo que debería y un río de gente me empujó hasta quien sabe dónde y milagrosamente las puertas del metro se cerraron detrás de mí.

Solté un suspiro de alivio, supongo que más fuerte de lo planeado porqué inmediatamente docenas de ojos se posaron en mi causando un rojo carmesí en mis mejillas inocentes y vergonzosas.

En el transcurso del viaje me vi sacudida de lado a lado del metro una y otra vez y las miradas de odio i decepción focalizadas en mí no eran precisamente pocas hasta que por fin mi parada fue enunciada y yo empujada con ganas al exterior del metro.

Sabía que no sería fácil, que era solo una misión para los más experimentados, pero, ¿en serio? ¿Diez minutos para poder salir de la estación? Se ve que pasar a contracorriente entre la multitud no es tan sencillo como te lo hacen creer en todas los mensajes de "sé tú mismo, ve a contracorriente".

De Grayson:

Te estamos esperando en el Starbucks de Covent Garden.

Para Grayson:

Si lo siento es que el metro estaba llenísimo. En cinco estoy allí.

En seguida me dirigí hasta allí y mientras los buscaba con la mirada los cuatro idiotas se levantaron y corrieron a abrazarme. Hay que ver que cariñosos que son estos.

Después de saludarnos nos marchamos andando a paso lento con la intención de pasear o encontrar algún sitio tranquilo para estar.

No me había dado cuenta del extraño clima que había ese día para estar en Londres. Raramente no llovía como lo hacía normalmente sobre estas horas de la tarde. Unas cuantas nubes se alejaban airosas como si estuvieran huyendo, probablemente de los gritos de mi hermano en el mediodía.

El cielo brillaba azul como el reflejo de un lago en invierno, tan limpio, tan puro.

Inmediatamente después de mis reflexiones meteorológicas me alertaron cuatro pares de ojos acechándome con curiosidad y chispas de diversión.

Todos miraban cuello y cara mirando arriba como si estuviese saludando a un jugador de baloncesto excepto unos ojos que se centraban en mis no muy desarrollados y juveniles pechos.

- ¡MALDITO PENDEJO PERVERTIDO!- dije antes de lanzarme encima de un demasiado sonriente Jasper. Obviamente su expresión se transformó a una mueca de horror al ver mis claras intenciones educativas.

Y allí fue donde comenzó una "preciosa" y "cariñosa" persecución por todo el centro comercial. Más tarde fue mágicamente enviado a mi móvil. Por desgracia al sujeto anónimo se le olvido el pequeño detalle que lo tenía en mi lista de contactos (Muy inteligente por tu parte Grayson) así que allí empezó una nueva y genial persecución.

Mi cuerpo es débil, y mi mente frágil. Así que no era de extrañar que mi cuerpo necesite vitaminas y nutrientes.

-¡Quiero café!- dije en tono de niña pequeña.

Y nos dirigimos hasta al Starbucks nuevamente.

Todos pedimos nuestros cafés en una bandeja y nos sentamos a una de las pocas mesas libres que había en el exterior. Todos a nuestro propio ritmo fimos absorbiendo los cafés y devorando los rollos de canela.

Cuando la bandeja fue abandonada en el centro de la mesa redonda una opresión se apoderó de mi pecho como un puñal. No pude pensar que ya estaba yo con la bandeja dirigiéndome al interior del local con la intención de devolverle la bandeja a la camarera. Como agradecimiento recibí un asentimiento de cabeza con una tímida sonrisa. Era mi deber como camarera de profesión no abandonar a esa pobre y abandonada bandeja.

Al salir las cuatro miradas de burla estuvieron otra vez posadas en mí.

- ¿Y eso por...?- Preguntó curioso Arthur.

- Cosas del oficio, no lo entenderías.- Contesté obvia.

Como respuesta recibí un asentimiento inseguro de cabeza y con las miradas nos conectamos para poner en marcha nuestros perezosos pies.

Entre bromas cariños y preguntas la tarde continuó.

Ya sabía mucho más de los chicos. Los cuatro eran estudiantes en un instituto muy raro, eran de último curso y tenían una especie de obsesión con yo que se no sé qué tema de los sueños. También descubrí que Jasper era un mujeriego, nah eso ya lo sabía. Lo que en verdad descubrí es que Arthur tiene una novia que ahora está encerrada en no sé cuál psiquiátrico y que anteriormente se habían discutido con los del grupo pero ahora ya estaba todo bien. Grayson tiene una novia pero no creo que duren mucho ya que por lo que me han contado, esa tal Emily es un tanto irritante. Y para acabar, Henry tiene una novia que se llama Liv que por lo que me han dicho, después de atravesar un pequeño bache en el camino ya están empezando a reconciliar-se y parece simpática. Me gustaría conocerla, a ella y a su hermana que parece todo un personaje.

Después de ver una genial película sobre bichitos amarillitos que corren de un lado para otro buscando villanos y fastidiándolo todo llamado "Los Minions." Nos despedimos y me dirigí hacia mi casa. El cielo ya había tomado ese color rosado y tonos anaranjados que solía tener antes de caer la noche así que abrí la puerta con la intención de no alborotar a mi hermano, si eso era posible.

AQUÍ ESTÁ DESPUES DE MUCHOS MESES DE BLOQUEO MENTAL EL TERCER CAPÍTULO DE LA PEQUEÑA SHEERAN.

HAY PARTES QUE TIENE A VER CON UN LIBRO DE KRISTEN GRIER QUE SE LLAMA SILBER, AUNQUE SE ENTIENDE PERFECTAMENTE SIN LEER EL LIBRO.

BESOS!

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⏰ Última actualización: Sep 15, 2015 ⏰

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