Capítulo 1

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Miedo; Sensación de angustia provocada por la presencia de un peligro real o imaginario. Pero lo que Aurora Willows se encontraba viviendo en aquel momento, era más que real. Sus piernas no paraban de moverse, era como si todo su sistema fuera una máquina automática, bueno... en realidad, todos en aquella calle. Sus ojos claros viajaban de lado a lado sin detenerse por un segundo; analizando la situación y con ello, puntos libres para continuar escapando de lo que fuera que se encontraba ocurriendo. El miedo de ser atrapada por una de estas personas que probablemente habían decidido salir a matar a las calles de Atlanta como en la Purga la consumían cada vez más. Escuchaba los gritos desgarradores que daban las víctimas al ser atrapadas por sus supuestos depredadores, haciendo que sus piernas se motivaran a continuar en movimiento. Su delgado cuerpo chocó contra incontables cuerpos humanos, unos corriendo hacia la derecha, otros hacia la izquierda. Cada quién con un rumbo distinto, pero todos con la misma misión: escapar. Su camino se detuvo cuando chocó contra una chica aún más delgada que ella, ocasionando que ambas cayeran al piso en cuestión de segundos. Ambas se miraron con sorpresa y miedo, mientras intentaban reincorporarse rápidamente para continuar huyendo. Aurora abrió sus ojos en par en par cuando la chica volvió a caer, siendo halada de su pierna izquierda por uno de aquellos seres. La chica le dió un último vistazo a Aurora antes de ser devorada por otras dos personas. El pecho de Aurora no dejaba de subir y bajar con rapidez, mirando a todas partes nuevamente con algo más que miedo; no podía más. Se levantó rápidamente de aquel duro pavimento y comenzó a correr nuevamente, sin mirar hacia atrás e ignorando todo aquel grito de dolor o de ayuda que sus oídos pudieran percibir.

Llegó hasta las afueras de la ciudad, casi entrando al pequeño pueblo donde compartía un lindo vecindario con sus vecinos, casi todos formados por gente mayor de edad, por lo que solía ser un ambiente realmente tranquilo. Su pecho no dejaba de subir y bajar de prisa y sus piernas comenzaban a temblar. Su vista era un poco borrosa mientras su mano derecha se encargaba de limpiar su frente llena de sudor. Miró una vez más a todas partes; aquí todo se encontraba tranquilo y en silencio, a diferencia de la "gran ciudad". Caminó con un poco de cojera por los próximos minutos, aún le faltaban algunas calles para llegar a su casa y fue cuando se detuvo en seco. Había al menos una docena de ellos devorando otra docena de personas delante de la tiendita de la dulce señora White. Retrocedió algunos pasos y se escondió detrás de la primera pared hecha de madera que encontró; la de la iglesia del pueblo. Cerró sus ojos con fuerza, pensando en un plan que fuera rápido y beneficioso para ella. Decidió en rodear la iglesia y caminar por detrás de ella, yendo por el patio trasero de cada casa de aquella calle, impidiendo que alguno de estos seres la viera tan siquiera. Bajó su cansado y delgado cuerpo hasta llegar casi a sus rodillas, mientras pasaba por unos pequeños árboles que, de milagro, allí se encontraban. No vió hacia adelante cuando chocó contra uno de los cuerpos allí olvidados, cayendo de "boca" en la grama. Se reincorporó rápidamente, observando el cuerpo que no se movía en lo absoluto, pero que la había hecho sorprender. La mitad de aquel cuerpo, no existía. Era simplemente un pecho, junto a los brazos y cabeza de una persona que no reconocía, pero que estaba segura de que se trataba de una mujer. Aquello bastó para que Aurora continuara su camino, horrorizada aún más de lo que ya estaba.

Minutos que parecían horas para ella pasaron, hasta que finalmente pudo llegar a la calle en donde se encontraba su casa, rezando porque su madre y su hermana menor, Emily, estuvieran bien. Y así fue. O así lo veía ella. Tocó aquella puerta de color blanco que tanto adoraba y siempre repetía que amaba, durante unos pocos segundos, mientras el pánico se apoderaba de su cuerpo.

—Madre, Emy... ¡Soy yo!—murmuró luego de que detrás de la puerta no se escuchara ni un sólo ruido. Temió a lo peor.

—¿Aurora?—luego de unos instantes logró escuchar la dulce y temerosa voz de su hermana menor, haciendo que una sonrisa se formara rápidamente en su rostro.

The Living Dead ©  [Styles]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora