CAPÍTULO 1

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13 años después

  Desperté por el sonido de la alarma. Ese era el peor sonido que escuchaba todos los días. Desesperante que me indicaba que debía levantarme para ir al instituto. Me levante y estire mis músculos contraídos por la posición en que había dormido. Mientras caminaba hacia el armario traté de arreglarme el cabello para que no luciera tan alborotado.

  Lo que me faltaba. El cinturón que usaba siempre no se encontraba en su lugar y todo por culpa de mi hermano al que se lo había prestado ayer porque tenía que presentarse a su primer día de trabajo, pero conociéndolo bien, salió a celebrar con sus amigos por haberlo contratado en un puesto de alto rango.

  Decidí no ponerme y tener que agarrarme los pantalones para que no se cayeran y no tener que despertar a Roger, resaltando que primero no los encontraría jamás en tremendo desorden que mantenía y segundo porque apestaba a alcohol y sudor.

  Al llegar traté de encontrar un buen espacio donde estacionar. Mi madre me había regalado en mi decimoséptimo cumpleaños un Mercedes 250 de color negro. Lo uso cuando estoy tarde y necesito apurarme como el día de hoy. Tal vez considere sacrificarme despertándome más temprano. Si, eso haré.

  Me esperaban mis dos mejores amigos Derek y Joshua, con los que había pasado la mayoría de mis momentos importantes en la vida, como la primera vez que hice el examen de conducción y me tocó repetirlo porque al hombre casi le da un infarto, también cuando le traté de poner conversación a una chica por primera vez, o al tratar de invitar a una a una fiesta si... eso sí que salió mal.

  ─ Eh!─ saludaron Joshua y Derek

  ─¡ Que hay!─les devolví el saludo mientras alzaba el brazo. Me encaminé hacia ellos para dirigirnos a clase.

  ─ ¡Ni te imaginas lo que hice!─dijo Joshua mientras daba pequeños saltos

  ─ Mmm... te escapaste de tu casa pero esta vez fuiste capaz de irte más allá del patio de tu casa─dije entre risitas mientras Derek se tapaba la boca con las manos para disimular la carcajada que estaba por salírsele.

  ─ Ja ja. Muy gracioso pero no. Lo que quiero decirles es que mandé la solicitud a la Universidad de Carleton─. Puso los ojos en blanco y se acomodaba la mochila.

  ─ ¡Wow! ¡Eso es genial!─dije

  ─ Bueno chicos mejor entremos antes de que se nos haga tarde y no logremos graduarnos─Derek nos empujaba hacia la puerta.─ por cierto Josh felicitaciones─.

  No lograba mantenerme despierto en clase de cálculo. La voz del profesor se iba desvaneciendo en mi mente. Lo raro era que siempre había dormido bien, ¿por qué me sentía de esa manera? ¿debería tener tanto sueño o me estaba empezando a dar un resfriado? ¿qué me estaba pasando? Trataba de mantener los ojos abiertos pera era como si hubiera una gravedad extraña me los cerraba. No. No podía dormirme en plena clase ya que había posibilidad de que justo en el momento en que cayera por completo el profesor dijera que iba a hacer una examen y me perdiera tan desinteresado pero importante comentario, o que explicara algo que nos iría a preguntar después. No pude mas y me desvanecí en un lugar oscuro y remoto que de lo que estaba seguro no era en el mundo real.

  De repente aparecí en una cama sentado de espalda de la puerta y mirando a una ventana con fondo blanco pero que no alumbraba nada. Trataba de girarme y quitarme esa sensación de que había algo por detrás de mi. Una sensación desagradable que me invadía. Pero no funcionaba ningún intento. Mis músculos no respondían a mis suplicas. Hubo un ruido perturbador y creo que provenía de la puerta a mis espaldas. ¿pero no estaba cerrada ya? Deseé estar despierto y encontrarme en la silla donde todos los días me debía sentar y esperar a que la información que el profesor nos daba y que tratábamos de meter en nuestras cabezas que después sabíamos que olvidaríamos, porque, ¿ para qué nos serviría todo eso?. Me sentí mareado y con un dolor indeseable de cabeza. Un viento me recorrió y la respiración de algo sobrenatural chocaba contra mi cuello y que cada vez se hacía más rápido.

  Desperté. Me sentí aliviado y agradecí en mi mente a la persona que me hubiera ayudado a hacerlo. Me giré de espaldas al profesor y vi que una chica de ojos de un café claro me miraba de manera extraña, y comprendí que mientras me encontraba en ese sueño mi comportamiento no le pareció natural. Le dediqué una sonrisa rápida y me giré de nuevo. Me pregunté que habría hecho que dejó a esa chica con esa cara. Sabía que me preguntaría lo que me pasaba, por eso decidí que lo mejor era ignorarla y de esta forma evitar echar todo a perder. Debía tener cuidado porque siempre resultaba arruinando algo. Algo muy común en mi.


30 díasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora