Noah
Sentí que el mundo se venía abajo. La culpa me invadió por completo y no podía pensar en otra cosa más que en la actitud tan indecente que había tenido con esa chica. No fue mi mejor movimiento frente esa situación, pero es que esa chica no paraba de mirarme y decirme con su mirada que algo andaba mal. Yo sabía que era. pero no podía tomar el riesgo de contárselo y que toda la escuela se enterase que tenía un problema mental. Su mirada era penetrante y me producía un poco de miedo e incomodidad. Chad, otro amigo y Joshua, parecieron percatarse por los suaves golpes que me daban en la pierna bajo la mesa.
─ ¿Y a Annika que le da? ─ Joshua parecía no entender nada.
─ ¿Qué? ¿la conoces? Sabes, no quiero saber. Solo ignórala─ Traté de sonar lo más tranquilo posible para no levantar sospechas. Mi corazón dio un vuelco cuando el grupo sentado en la mesa en frente de la nuestra se levantó y se encaminnó hacia lo que parecía ser nosotros. Aguante le respiración por un momento, deseando que no vinieran hacia acá. Volví a respirar cuando por fin salieron de la cafetería. Tenía el temor de que le contara a sus amigas y todo se volviera un nudo sin manera de desenredarse. De alguna manera me convencía de que ella no era de las que iban empezando chismes por toda la escuela y eso me reconfortó un poco. Me concentré en mi comida nuevamente pero ya había perdido el apetito, así que dejé que Joshua se lo devorara en cuestión de minutos. Él me sorprendía siempre que miraba el plato cada vez más vacío.
Miraba al resto de gente para ver si algo en sus miradas había cambiado cuando pasaban por mi lado el resto del día. «Que día»
Llegué a mi casa y me cambié de ropa por algo más cómodo. Tener esa ropa por tanto tiempo agotaba y molestaba un poco. Empecé a hacer mis deberes, pero como siempre resulté haciendo otra cosa. Creo que a todas las personas les pasa. bueno, a la mayoría. Cuando por fin las di por terminadas, Salí al patio a tomar aire. Seguía sin poder creer que Maya, la niña que recordaba por mirarme las manos atentamente, y a la que le pertenecía ese cuaderno extraño, había logrado suicidarse. Había pasado poco más de dos meses desde que me enteré por mi madre. Qué horror. Al parecer sus padres no querían que publicaran la noticia en los periódicos o en las noticias, más bien, querían olvidar todo y que nadie lo supiera. Había algo raro en todo eso y sabía que su familia estaba involucrada. Pero sobornar a la prensa es fácil, el problema es confiar en ellos. Respire aire como se debe por primera vez en todo el día, y pude sentir como mis pulmones se llenaban de oxígeno. Wow se sentía muy bien, como si respirara por primera vez en toda mi vida.
Entre nuevamente y fui a mi habitación. Antes de llegar pasé junto al de mi hermano. Seguía hecho un desastre, como si una manada de monos hubiese tenido una fiesta pero el olor ya había bajado. Admiraba a Roger por lograr presentarse al trabajo con la resaca que debía seguir teniendo. Igual debía por ser nuevo y no perder su puesto que difícilmente consiguió. Cogí mi cinturón del suelo y entré a mi habitación para guardarlo. Aproveché para organizar un poco y deshacerme de algunas cosas. Mi mueble parecía como una venta de garaje solo que las cosas puestas en un solo lugar y a punto de derrumbarse. Encontré cosas que ni sabía que tenía, como un libro con varias teorías que ni había leído, el borrador de una novela que mi madre creo la comenzó desde antes que mi hermano hubiera nacido por lo desgastadas que se encontraban las hojas y con un suave olor a antigüedad. Pensaba dárselo por si quería seguir escribiendo o hiciera lo que quisiera con ello.
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30 días
RandomNoah, al recibir un mensaje a través de un sueño; el cual le informaba que solo tenía 30 días para lograr darle una razón de vivir a su amor de la infancia, dedicó todo su esfuerzo para cumplir tal misión. Pero las cosas no son gratis. Hay que dar a...