Siempre la quise. Lo sabía. Incluso antes de que naciera. Yo la ví nacer. La mañana de septiembre en que su madre advirtió que era hora de traer una vida nueva al mundo. Era una linda bebé. Cuando se la entregaron a su madre, me acerqué a ellas y juro que la ví llevar su dulce mirada hacia mi y un destello brillar en sus pequeños ojos como si fuese consiente de mi presencia, aunque claro, era imposible, nadie podía verme.