5.-El álbum de las memorias

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 "5 llamadas perdidas" Ese era el mensaje que aparecía en la pantalla del teléfono de Nagisa. Todas habían sido dejadas por el mismo contacto, su padre. Quizás estaba enfadado porque su hijo había salido corriendo o quizás solo estaba asustado de lo que le hubiese podido pasar. Una cosa estaba clara, solo lo sabríamos cuando nos presentásemos allí.

-¿Estás listo para salir?-Miré a los ojos a Nagisa, él estaba mirando hacia la pantalla del teléfono, parecía que temía lo que pudiese pasar al llegar a su casa.

-Eeeh...sí, estoy listo.-Levantó los ojos de la pantalla y me miró. Esta vez eran unos ojos que mostraban decisión, no dejaría por nada del mundo que su padre le manejase como él quería.

-Entonces coge tus cosas y vayámonos.

Antes de salir de casa nos paró mi madre. Quería decirnos que si pasaba cualquier cosa la llamásemos para que fuese ella a apoyarnos en lo que pudiese. La verdad es que nunca me esperé una reacción así viniendo de mi madre, pero me hacía muy feliz. Aunque tuve que decirle varias veces que no pasaría nada y que no se preocupase.

Al fin en la calle tuvimos unos momentos para respirar aire fresco y espabilarnos para lo que nos venía. Acerqué mi mano a la de Nagisa para poder agarrarla. Entrelacé mis dedos con los suyos e intenté que notase que yo estaba allí. Allí para él y solo para él, estaba allí porque lo amaba y porque quería que estuviésemos juntos sin que nadie nos pusiese trabas o pegas. Lo único que quería era un mundo donde Nagisa pudiese ser feliz y vivir su vida como él quisiese vivirla. Con esos pensamientos avancé hacia delante, sin soltar su mano ni un momento. Ni siquiera la solté cuando estábamos delante de su casa.

-Deberíamos tocar el timbre, ¿no?

-Deberíamos, pero no quiero que nos abra mi padre.

-Hay mucha más gente en tu casa.

-Tienes razón... Entonces, ¿lo tocamos?

-Sabes que pase lo que pase seguiré a tu lado.

-Eso ya lo sé y lo mismo digo.

Estuvimos en silencio un rato. Observando el timbre y aclarando nuestros pensamientos. Respiré hondo y estiré mi mano para poder presionar el botón. Tras un pitido corto lo solté. Alguien descolgó el telefonillo y nos respondió, era la dulce voz de una mujer.

-¿Sí?, ¿quién es?

-Mamá... soy yo, ábrenos por favor.

Su madre colgó el telefonillo y entonces el pitido que avisaba que las puertas podrían ser abiertas retumbó por la calle. Nagisa estiró su mano y empujo las puertas de hierro. Estas daban a un patio bastante grande y en el centro de este había un camino de piedras que se dirigía a la puerta principal de la casa. Avanzamos poco a poco, sin soltarnos de la mano, hasta llegar a la puerta. Donde esperamos a que la madre de Nagisa nos abriese para poder entrar. Al poco rato la puerta ya estaba entreabierta y al otro lado de esta se veía un rostro de mujer, era la madre de Nagisa. Se parecía mucho a él, las facciones de su cara eran prácticamente iguales a las de su hijo, quitando que su madre tenía un aire a mujer adulta mientras que el rostro de Nagisa era más masculino y juvenil. Sus ojos eran del mismo color que el de su hijo y su pelo castaño y largo le caía sobre los hombros con algunas ondulaciones. Observó a su hijo de arriba abajo para luego fijarse en nuestras manos. Después dirigió sus miradas hacia mí. Mis hombros se volvieron tensos, no conocía de nada a su madre y en tan poco habían pasado tantas cosas que no sabía cómo reaccionar a cualquier movimiento que hiciese. Sus ojos se pararon en los míos y con una sonrisa abrió la puerta para que pudiésemos entrar.

Jugando con la pequeña mariposaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora