—Tormenta estúpida.—Era sorprendente como el clima podía llegar a cambiar en un sencillo chasquido de dedos; un momento estaba todo tranquilo, con iluminación y una brisa fresca que revoloteaba por todo el lugar y al otro, una jodida lluvia que empapa todo lo que ve, creando charcos de agua por todos lados. Solté un pequeño gruñido en cuanto note un charco de agua al cual no me pude detener a pisar, estaba corriendo y el impacto provoco que el agua entrara en mi zapato. Joder. ¿Es que acaso era un castigo o algo parecido?, era como si después de la espantosa lluvia viniera el granizo, los huracanes, luego se abriría el cielo y, no, ya estoy exagerando demasiado.
Corría por las pistas apedreadas, era mejor eso que por las lizas aceras, si iba por esos lugares seria para que de una mala pisada, resbalara y me quebrara algo. No quería otro boleto al hospital, no por un buen tiempo.
Las gordas gotas de lluvia me habían bañado enterito, mi ropa estaba chorreando por no decirlo de otra manera y mi cabello se había pegado a mi rostro, era una tormenta de película. Baje la mirada tan solo para notar las bastas de mi jeans mojados, llenos de suciedad y barro al igual que mis conver's, oh joder, ya no creo que toda esa mierda se lograra quitar con tres lavadas. Habría que desechar, ¡y yo que las quería tanto!
Fue una terrible idea el irme a vagar por las cercanías del bosque, ¿por que?, ¡por que quedaba muy lejos de casa! ¡Estaba corriendo demasiado, apenas y podía respirar bien!. Empapado, jadeando, con calor por dentro del cuerpo; ya me estaba viendo con gripe al día siguiente.
Finalmente pude soltar un gran suspiro de alivio en cuanto logre divisar mi casa en las cercanías, había llegado por todos los Santos. Lo único que se me antojaba en esos momentos era un cálido baño para quitarme toda la suciedad de la lluvia y el barro que se pudo meter en mis pies, los sentía viscosos y eso me repugnaba, la sensación era vomitiva, para mi.
Cogí la perilla y abrí de golpe la puerta, limpiando mis zapatos en el petate que yacía en el suelo para darle la bienvenida a las visitas o mismos integrantes de esta ''familia'', lo que menos quería era ensuciar toda la casa con mis pisadas y que luego mi madre me regañara.
—¿Donde estabas, Lander?.—Era la voz que menos deseaba escuchar en esos instantes en el cual estaba tan enojado y con pequeñas nauseas; si, era un ser un poco asquiento. Alze la mirada, cruzandola con la de mi madre, parecía tranquila, lucia tranquila, hablaba tranquila, ¿el director no habrá llamado?, era imposible, estaba completamente seguro de que el llamaría de inmediato con intenciones de joderme mas la vida. Sin embargo, la actitud que ella mostraba me decía todo lo contrario, lo mejor era quizá tan solo seguirle la corriente, hacer como que nada había sucedido y actuar tan sereno como ella.
—Saliendo de la preparatoria me fui a perder por ahí para leer unos libros que logre conseguir en la biblioteca.—Mis palabras eran tranquilas, raro en mi pero siempre tenia esa tonada cuando acababa de sumergirme en un mundo imaginario basado en libros de aventura o de personajes místicos. Eran mis favoritos. Después de la respuesta dada pase a caminar por un lado de esta, sintiendo de inmediato un feroz agarre en mi brazo lo cual me hizo girar el rostro en busca de la ocasionante de aquello.
—No mientas.—Susurro ella, aferrando sus garras contra mi piel.—No me toques.—Respondí, zafando mi brazo de inmediato, liberándolo de aquel agarre que provoco en mi piel algunas lineas rojizas provocadas por sus garras.
—¿Que es lo que le hiciste a ese pobre chico?.—Oh, al parecer si la habían llamado para informarle, mala suerte la que estoy llevando.—Su madre, su padre, el director, ¡todos llamándome y tocando a mi puerta! ¡¿Que estabas pensando para hacerle semejante atrocidad?!.—Su tono se secaba y amargaba cada vez mas, quería intimidarme a gritos y al acercarse a mi de manera retadora; odiaba cuando una persona hacia ese tipo de cosas, queriendo inculcar el miedo que yo no le tenia. Pobre mujer.
