El Caballo de Marfil

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            En un reino occidental que era conocido por los elefantes de cuernos y colmillos del más fino marfil. Todo el lugar estaba repleto de artesanías de marfil, las prendas, estatuas, molduras, carrosas, vajillas, no había cosa que no pudieran hacer con este material.

          El Rey estaba obsesionado con que solo se podría conseguir un mundo perfecto si todo era de marfil, todo lo que le rodeaba era de este material, las armaduras, las sillas las tuberías, incluso hizo que las mujeres del reino crearan tela hecha de marfil.

            Su hija, una niña reservada, no tenía tal obsesión por este material, de hecho, gracias a las extravagancias de su padre, sentía cierta aversión hacia este.

          En el décimo cumpleaños, el padre, muy orgulloso, ordeno a sus sirvientes tallar el mejor y más hermoso caballo jamás visto, para que así la joven princesa pudiera entender lo maravilloso que era material. La estatua del animal era magnífica, cada detalle estaba perfectamente trabajado, tanto la crin como la cola al tocarlas se podía sentir la suavidad, las pezuñas bien pulidas y los ojos con un brillo que a simple vista era difícil de distinguir si era una estatua o un animal de verdad.

        Todo el que estuvo presente en la fiesta quedó absorbido en la belleza de dicha artesanía excepto la princesa, con gracia acepto el obsequio de su padre, ordenó que lo llevaran a su habitación y se retiró en silencio.

        En la habitación, la princesa se sentó en una silla y se quedó observando a la estatua durante cinco días y cinco noches, como si esperara que este se moviera.

         Desilusionada por no tener resultado ordeno que lo colocaran en el jardín lateral a unos metros de la fuente. A partir de allí fue como si nunca hubiese existido para ella.

       Poco a poco el sentimiento de soledad en la estatua se hacía más abrumador, hasta que en una noche de luna en cuarto menguante las molduras talladas en el cuerpo del caballo comenzaron a iluminarse hasta cubrirlo por completo, entonces tanto la crin como la cola comenzaron a danzar con el viento y la estatua empezó a relinchar y a acostumbrarse a su movilidad, y con un solo salto sobrepasó los muros que protegían al palacio y se alejó del reino.

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