Vivir es increíble

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Alex entusiasmado - Espero no haberme pasado con el dramatismo, pero ya sabéis que me gusta ser realista y soy algo negativo.

¡Carmen, saca pañuelos que soy de moco fácil! - Dice Víctor soltando una carcajada

Carmen ríe y se acomoda en el hombro de Víctor.

VIVIR ES INCREIBLE

1987, una chica de 16 años llamada Claudia, era la típica chica que quería ser conocida, admirada y tener una vida envidiable. Siempre se fijaba en los demás para intentar ser como ellos. Según ella, sus amigas lo tenían todo: Una familia feliz, buena ropa, las dejaban ir de fiesta...

Claudia últimamente no se sentía agusto con ella misma, estaba triste, se sentía sola y no hacía mas que encerrarse en su habitación deseando cumplir la mayoría de edad para irse de casa ya que su relación con sus padres no era muy buena. Los padres de Claudia estaban pasando por momentos difíciles y no podían darle a ella todo lo que le gustaría tener.

[ 18 / Diciembre / 1987 ]

Claudia tras 2 meses sufriendo algún que otro mareo, dolores de huesos y con un poco de anemia, iba al hospital casi todas las semanas para hacerse pruebas. Al principio los médicos no sabían por qué podía ser pero cuando un especialista en hematología vio los resultados llamó urgentemente a casa de Claudia para darle a sus padres la fatal noticia: "Su hija debe ingresar esta misma tarde , tiene leucemia. Claudia, que estaba fuera de casa sentada en el banco de la plaza con su mejor amiga, no se pudo enterar hasta que su padre como loco buscandola la encontró y la abrazó llorando mientras le daba la noticia.
Camino al hospital ella no podía dejar de llorar sólo pensaba en todo el tiempo que había perdido intentando ser quien realmente no es y pensando en estupideces, sentía que se moría y que le faltaría tiempo para enamorarse, equivocarse, llorar, reir,vivir...

Cuando llegaron al hospital la esperaban dos celadoras que la guiaron a su habitación donde pasaría todo su tiempo. Habitación 177. Allí había otro chico que se llamaba Ricardo pero que en el hospital era conocido por Bobby. Tenía 15 años y padecía cáncer de colon, llevaba ingresado 1 año y 2 meses pero él seguía con la esperanza de volver a salir a divertirse como antes lo hacía.

En el momento que Bobby le estaba contando cuando empezó con la químioterapia y que lloraba porque no quería perder su pelo entra Teresa, una pequeña niña de 9 años que sufría leucemia como Claudia (aunque más leve) y que iba todas las tardes a visitar a Bobby para jugar a las marionetas o simplemente para estar con él.

Cae la noche y todos dormían cuando Claudia todavía no podía dormir como era normal así que decide pensar y sacar algo positivo de todo esto.
- A ver, he hecho dos nuevos amigos, amigos que parecen tener más esperanza que yo misma a pesar de que llevan mas tiempo aquí encerrados. No consigo entenderlo ¿por qué gente que está al borde de la muerte sonríe y quiere vivir más que nadie? Aunque bueno, sabiendo todo lo que he pensado en el coche creo que hay cosas que solo ves si pasas cerca del abismo... - Dice ella para sí misma.

Amanece y Claudia hoy parece más feliz, incluso sonríe con alguna de las historias de Bobby o con chistes de Teresa que al principio es imposible pillarlos pero tienen su gracia.

Entra una mujer con un traje muy colorido y les dice - ¡¡Vamos chicos que hoy toca cine!!
Teresa entusiasmada corre a la puerta para salir hacia el cine y detrás la sigue Claudia que andaba algo perdida porque no sabia donde estaba el lugar donde verían la película. La madre de Claudia le ayuda a manejar el soporte de suero.

4 meses más tarde...

A Teresa ya la habían transladado a otro hospital debido a su mejoría y Bobby seguía anclado aunque también iba mejorando con quimioterapia tras la cirugía.
Y por fin una buena noticia que alegra a la familia de Claudia: Un donante de médula que la salvará.
El padre no daba crédito a la suerte que tuvieron y tampoco podía creer que tendría a su niña de nuevo en casa. La madre en silencio pero alegre abraza a su hija y le dice al oído: Me duele que haya tenido que pasar esto para que vuelvas a confiar en nosotros y a sentirte querida, pero cada experiencia tiene su moraleja. Te quiero.
Lo que Claudia no sabía es que quien había sido la donante de médula era su madre.

A veces solamente tenemos que pararnos a pensar todo lo que nos rodea, valorar cada acción y cada segundo, disfrutar porque la vida son tres ratos y se está acabando el segundo. Aprovecha la vida porque vivir es increíble.

Recuerdos AsentadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora