«Sé que estas ahí, que me esperarás, que arrancarás cada golpe de dolor, que sanarás las heridas invisibles que tu ausencia provocó en mi.»
Faresthey 456 AC
Un ángel voló hasta donde el rey esperaba. Era el encargado de recibir las noticias y ordenes de los reyes para comunicarlas a la gente y demás seres mágicos.
—Rey, espero su orden.
El ave volteo para mirarlo de frente, sus largas alas se deslizaron por el suelo sin siquiera quemarlo. Con su mirada fija en los ojos del ángel, soltó —No tenemos tiempo, el mal quiere atacar y esta vez no podemos hacer nada.
—¿Qué quiere decir con eso? —inquirió el ángel muy asustado, temiendo lo peor.
—No te alarmes, Cortix —el ave no hablaba, pero sus palabras llegaban perfectamente a su mente.
—Pero... ¿qué haremos? ¿cómo sabe que el mal está cerca? ¿ha sentido algo? —se apresuró algo nervioso.
—Las mariposas en el castillo vuelan con temor, esconden sus hermosas alas y eso me está atormentando. Clara no ha encontrado pista de quien puede ser el traidor, el cielo se está tornando violento sin razón.
—Oh —el ángel se molestó—. Clara es muy joven y no creo que sea conveniente poner todo en sus manos.
—Clara es la persona indicada —el ave comenzó a mover sus alas—. Todo nuestro poder será depositado en un medallón. Llegó la hora.
El ángel abrió sus ojos con sorpresa, el momento que más había deseado estaba a punto de dar inicio. Sus planes estaban a nada de tomar forma. Como dicen, no todos los ángeles son buenos.
—¿Quieres decir que el Butternix empezará? ¿Se hará la ceremonia del medallón?
—Así es.
(...)
Clara corría, sus piernas querían fallarle pero necesitaba llegar al castillo lo más pronto posible. Estaba completamente asustada por lo que había vistp, se sentía traicionada y herida.
¿Cómo no lo notó antes? ¿Cómo dejo pasar todas esas señales?
Siempre había confiado.
Con sus manos tomó cada esquina de su vestido para facilitar y darle rapidez a sus pasos, había caído varias veces por culpa de su prenda y sus rodillas ya ardían, pero su prioridad era notificarle a sus reyes lo que ocurría. No había tiempo. Cuando llegó, golpeo la gran puerta con desesperación. Creía que si no le abrían en ese mismo momento el ángel llegaría e impediría que lo desenmascaren. La puerta se abrió y no perdió el tiempo.
—¡Reyes, reyes! —llamó.
Una ventisca la empujó hasta uno de los sillones de la gran sala.
—Clara, querida —contestó una voz —. ¿Qué es lo que pasa?
—Reyes, disculpen mi atrevimiento. Lo que tengo que contarles es una noticia atroz.
La habitación inmediatamente se empezó a llenar de mariposas y el Fenix apareció.
—Dinos, Clara —pidieron los reyes.
Los ojos de Clara se centraron en los fuertes del Fénix. Sus manos comenzaron a temblar y un puchero se formo en su rostro.
—Descubrí al traidor.
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Renacer ©
FantasyTal vez si se hubieran conocido en otra vida, nada hubiese salido mal. Tal vez si ellos no fuesen quienes eran, no conocerían aquel dolor. Lo amaba, y lo perdió. Se eliminó, pero no hicieron caso a su elección y volvió. Volvió con s...