8. Dallas

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8
Dallas



—Rosalie quiere viajar pronto—.
—Pues buen viaje— Le contesté escuetamente, no tenía muchas ganas de hablar con nadie aquel día.
—Y yo me preguntaba si no necesitas una mano después de todo—.
—Bueno Emmett, gracias por la propuesta pero no creo que sea una buena idea—.
—Si, claro. El dolor y todo eso. Ya me temía que dirías algo así—.
—Pues si no quieres ir, solo dile. Tú eres un hombre grande. Creo que podrás con ella—.
—Que, estás loco. No creo que a Esme le cause mucha gracias derrumbar su casa. Ahora menos que nunca, con esto de su nuevo trabajo y todo eso—.
—En eso tienes razón. Creo, que no tendrás mas remedio—.
—¿Estas seguro que no necesitas un par extra de brazos para desmembrar a esa loca vampira?—.
—Sí. Estoy seguro. Ahora dile a Carlisle que estoy bien y que espero que todo resulte con eso de las clases—.
—Ok. Se lo diré. Aunque creo que le gustaría más que lo llamaras personalmente—.
—Prefiero que no. Hoy no tengo ganas que me recuerden lo valiente que soy.—
Seguramente eso diría "De todos mis hijos tu eres el mejor" Podía imitar su voz casi a la perfección. "Sin lugar a dudas el mejor, el más capaz, el más valiente. Ese es mi hijo Edward"
Tonterías, estupideces. Para un padre es muy difícil ver en realidad a un hijo. Es siempre cegado por el amor.
Cegado.... como yo también lo había estado al creer que podría permanecer junto a mi Bella.
Me encontraba en un modesto motel al norte de Dallas. Extrañaba los eternos y húmedos días en Forks. Seguramente los bosques estarían pintados de diferentes tonalidades de café y gris, junto al verde inclemente del musgo que crece por doquier, siendo sin embargo, el lugar más cálido del planeta para mi viejo y cansado corazón.
El maldito sol se movió muy lentamente hacia el horizonte, tomando una eternidad en descender hasta que por fin se oculto completamente.
Recorrí la cuidad en busca de algún indicio en mi búsqueda encontré algunos rastros procedentes de otros vampiros. Sin embargo no tenía tiempo de interactuar con extraños vampiros que usan botas vaqueras y disfrutan de la noche cazando humanos ebrios.
No fue hasta pasada la media noche cuando logre dar con el rastro correcto. Estaba completamente seguro que ella no sería ningún digno adversario, claro que aquello solo lo podría comprobar cuando lograda alcanzarla. Sin embargo no debía bajar la guardia y mucho menos dar por sentado nada. Ya nos había advertido el traicionero de Laurent que ella era más astuta de lo que parecía. Pero no lo sería como para vencerme.
Las calles ya no estaban atiborradas de gente y me pude mover más rápidamente. Un extraño temblor recorrió mi cuerpo mientras el viento golpeaba mi rostro.
¿Es que el frío no pasaría nunca? Apreté mis puños y me moví más rápidamente, aquello era mi penitencia y la pagaría gustosamente si con esto Bella estaba a salvo.
El solo pensar su nombre me causo un inaguantable dolor corporal. Paré en seco mi loca carrera, con la mano en mi pecho como si efectivamente me costara el respirar. ¿Quién hubiera creído que mi vida se convertiría en esto?.
Alice, ella lo vio. Trato de advertirme pero no había marcha atrás. Y las cosas habían seguido su curso natural.
Reí de mala gana recuperando el dominio del dolor, empujando hacia lo más profundo de mi ser. Ocultando, tan solo por algunas horas, de eso estaba seguro. Solo podría mantenerlo a raya unas horas. Tiempo suficiente para alcanzar a Victoria, esta vez no se escaparía. Ya estaba cansado de este estúpido juego.
Ya enfrentaría la eternidad sin alicientes ni motivaciones solo con el dolor de compañero, esto se terminaba hoy.
Por alguna extraña razón el rastro era ahora más nítido que nunca. No tenía más de una media hora.
No tardé en descubrir cuál era el destino de aquella señal, me encontraba en la autopista que comunicaba directo al Fort Worth International Airport de Dallas.
Maldición, si la dejaba marcharse en avión perdería su rastro para siempre, podría ir a cualquier lugar. Sin embargo no por eso dejaría de buscarla, pero esto se terminaba hoy, aquí, en esta ciudad.
Seguí el rastro hasta el estacionamiento del aeropuerto donde reinaba un fuerte olor a sangre humana. Busqué alguna voz mental en los alrededores, al no encontrar nada decidí que era lo bastante seguro como para acercarme. Unos cuantos metros más adelante se encontraba un pequeño automóvil con la puerta abierta y junto al maletero, en el suelo se encontraba el cuerpo de una mujer. Victoria se había alimentado de ella y había dejado el cuerpo tirado en el suelo. Retrocedí unos pasos, debía abandonar pronto el lugar.
Me disponía a hacerlo cuando comenzó a sonar una nota musical en el aire. No había escuchado ningún ruido y me sorprendí ante el repentino sonido. Me moví rápidamente tratando de encontrar aquello que atraería la curiosidad de algún transeúnte.
Debajo del automóvil se encontraba un teléfono celular color rosa, rápidamente lo abrí presionando una de sus teclas. Un mensaje de texto emergió de la pantalla.
"Buen viaje y tráeme algo lindo de Brasil"
¡Brasil! Maldición, no contaba con eso. Busque en el interior del automóvil, en el suelo en las inmediaciones, pero no encontré nada. Victoria se había llevado sus maletas y su cartera. Efectivamente viajaría a Brasil.
Corrí por el estacionamiento debía tratar de alcanzarla, pero podía ver que se escurría de mis manos como si fuera agua.
El reloj que se encontraba sobre el letrero de entrada y salidas informaba que eran las 02:00.
—Disculpe señorita, ¿el próximo vuelo a Brasil? —
"Ho... mi.... Dios" Pensó la mujer que me miraba con enormes ojos.
—He... si... claro a Brasil, un momento por favor— Me dijo mientras miraba la pantalla del computador. "Por dios, este hombre es hermoso, seguro es modelo.... seguro es gay... ¿Maldición por que los mas lindos siempre lo son?
—Disculpe tengo algo de prisa— Le dije impaciente.
—El vuelo a Brasil acaba de despegar, el próximo despegará a las 06:00, ¿Usted tenía boletos? —
Casi, por poco y logro alcanzarla. Frené el gruñido que quería emerger de mi pecho, no tenía sentido exponerme de esa forma.
—No, lamentablemente no tenía, pero si necesito uno para el próximo vuelo—.
—Eso es imposible señor, ya se han vendido todos los pasajes—.
—Pero estoy seguro que usted podrá ayudarme—. Le dije inclinándome hacia ella y utilizando la más cautivadora de mis voces.
—He... he... si.... no sé, tendría que ver—. Logro decir mientras su corazón latía como un caballo desbocado.
—Yo se que tu podrás... ¿Anhia? ¿Tu nombre es Anhia?— Le dije mirando su placa identificadora. —Necesito subirme a ese avión Anhia, es de vida o muerte. Te estaré eternamente agradecido si lo haces—. Bueno en eso era completamente sincero.
—Bueno... creo... que podre—. Me dijo nerviosamente.
La horas transcurrieron lentamente, compre ropa, gafas oscuras y una nueva mochila en la única tienda abierta en el aeropuerto. Ya todo estaba listo, mi tarea me llevaba a otro país. Dejaba el país, dejaba a mi familia, dejaba a mi Bella.
No mire hacia atrás mientras subía al avión, nadie estaba ahí para despedirme.
—Bienvenido señor, ¿Que lo lleva a su destino, negocios o placer? —
—Placer — Le dije mientras imaginaba a Victoria en mis manos de una vez por todas. —Es un viaje de placer—


Noche Eterna (Acabada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora