16
Un nuevo Comienzo
No sabía lo realmente hambriento que estaba hasta que sentí la tibia sangre inundando mi boca.
Aunque en un comienzo me pareció un tanto insípida, mi lengua vibró al contacto de su suave textura.
Mi cuerpo se fue llenando de vida, calentando lentamente.
Dos días su padre la mantuvo encerrada, sin importarle mucho que perdiera clases.
Bella no protestó, aceptó sin levantar la cabeza su tan merecido castigo, a lo cual su padre se mostró internamente más que complacido.
Dos días habíamos pasado juntos, solos en la intimidad de su dormitorio.
Hablando, mirándonos a los ojos, memorizando nuevamente nuestros cuerpos.
Descubrí en mí, que la separación había producido un extraño y nuevo cambio.
Su olor me parecía ahora mucho más intenso que antes, pero por alguna extraña razón me resultaba más.... soportable.
Lamentablemente descubrí otro inconveniente.
Cada vez que me acercaba a ella, sentía el ardiente deseo de... bueno... de hacerla... "Mía".
Bastaba que pusiera mis manos en sus caderas o que sus besos fueran un poco más intensos para que comenzara a correr por mi cuerpo el alocado flujo de sangre por todo mi cuerpo.
Entonces mis manos se volvían ambiciosas y querían recorrer su figura, atraerla hacia mí un poco más.
Intentando fundirnos en uno solo.
Entonces me desprendía de ella ocultando los signos inconfundibles de mi deseo sexual hacia ella.
Sabía perfectamente, mi lado pensante y racional que aquello sería casi tan malo como el transformarla.
Ahora era mi prometida y debía sobre todas las cosas respetarla hasta que llegáramos juntos hasta el altar.
Éramos, en esta materia, iguales.
Me sentía feliz que juntos tomados de las manos nos presentáramos, algún día, ante dios o lo que fuera en igualdad de condiciones.
Seguramente que aquello contaría en algo. No pagaría mis pecados anteriores, pero no sumaría otro a mi ya tan extensa lista.
Pero una cosa era lo que decía mi cerebro pensante y otra muy diferente era lo que clamaba mi cuerpo, mi instinto y mi deseo de hombre.
Alice y Emmett se habían casando de llamarme desde los alrededores de la casa de Bella, y en la noche de nuestro segundo día, el mismo Carlisle fue por mí.
"Se razonable hijo". Me dijo en su mente. "Tus hermanos se pueden quedar aquí si no quieres dejarla sola".
Me sentía intranquilo, nervioso. Victoria podría venir por ella, en cualquier momento.
Pero tenían razón y terminé cediendo.
Después de todo Bella dormía plácida y profundamente, tal vez, si era lo suficientemente rápido, podría volver antes de que la aurora golpeara a su ventana.
Cuando terminé con el tercer ciervo me sentí listo para enfrentar cualquier cosa.
Habían pasado tres semanas y tres días desde la última vez que me había alimentado. Sin lugar a dudas el periodo más extenso en cual había ayunado.
—Estoy seguro que estos nuevos licántropos respetaran el tratado de los viejos Quileutes—. Me comentó mi padre mientras volvíamos.
—Sin embargo—. Le dije. —Tenemos que estar alerta—.
Deberíamos reanudar las rondas y sobre todas las cosas no bajar la guardia, no ahora.
Y así transcurrieron las semanas.
Fue fácil retomar el ritmo, fue fácil volver a nuestra vida humana. La comunidad recibió a mi padre con los brazos abiertos y en un par de días pudimos también volver al instituto.
Me había propuesto firmemente no dejar sola a Bella en ninguna circunstancia y ahora compartíamos cada una de nuestras clases.
Bella también retomó su vida, el trabajo, el instituto.
No me conformaba con el hecho que ella perdiera la opción de ir a la Universidad y todos los días le llevaba formularios para las postulaciones.
El ser una vampira no le impediría ser una vampira educada.
De una u otra manera entraría a la universidad, aunque tuviera que sobornar a todos los encargados de las postulaciones.
Su padre por otro lado, seguía molesto y solo le estaban permitidas las salidas obligadas al trabajo o las relacionadas al instituto.
Sin embargo éramos felices, el uno con el otro en aquel arresto domiciliario.
El Jefe Swan aceptó a regañadientes el ultimátum que le dio su hija y terminó cediendo a mis visitas diarias. Sin embargo y sin dudarlo justo a las nueve en punto me ponía de patitas en la calle.
Trataba entonces de poner mi mejor cara de mártir mientras caminaba hacia la puerta. Charli se quedaba justo detrás de Bella mientras ella se ponía en puntillas para rozar mis labios como despedida.
—Será mejor que entres de una vez Bella—. Le decía impaciente.
Le susurraba al oído que la amaba y ella me recordaba que me estaría esperando, como si me fuera posible olvidarlo.
El me perdonó completamente.
Nunca tenía para mi alguna palabra que me recordara aquellos meses, algún reproche.
Pero a pesar de que era feliz nuevamente, había días en que podía ver en sus ojos que algo no estaba bien.
Sentía entonces una gran angustia.
Ella nada decía, pero no eran necesarias las palabras. Sabía perfectamente que su pena tenía nombre y apellido.
Cada vez que nombraba a su "amigo" licántropo, trataba de poner mi mejor cara, pero me era imposible. No estaba molesto con ella o incluso con él.
También era yo el causante de aquella pena. Yo la había obligado, la había impulsado a buscar aquel cariño.
Y sinceramente le estaba agradecido.
No creo que Bella hubiera podido sobrevivir todo ese tiempo si no hubiera sido por su ayuda.
¿Cómo odiarlo si él la había salvado en muchas oportunidades y en más de un sentido?
Aunque nunca sabría en qué grado Bella había sufrido, estaba consciente que había sido mucho.
Viviría eternamente agradecido, agradecido de Jacob Black.
Por otro lado, no había que ser psíquico para saber lo descontentos que estarían los Quileutes por nuestro retorno.
¿Acaso no habían encendido hogueras para celebrar nuestra marcha? Bella nos había puesto al corriente de aquello y según sus palabras ahora se trataba de una manada numerosa, tan numerosa como nuestra familia.
Y solo era cuestión de tiempo para que nos enfrentáramos de una u otra manera.
Todo quedó claro aquella tarde lluviosa.
— ¡Es una verdadera falta de educación! ¡Estuvo de lo más grosero! —. Dijo Bella mientras se montaba en coche muy molesta dando un gran puntazo.
Le miré sorprendido sin decir palabra y ella continuó.
Al parecer y por lo que pude entender, Bella había llamado a Jacob Black y aparentemente él se había negado a contestar su llamado, otra vez.
No era un secreto para mí que ella lo llamara casi a diario.
Cuando salía por su puerta, cada noche a la hora dictada por su padre, me quedaba muy cerca en los alrededores. No era difícil escucharla cuando muy molesta colgaba el teléfono maldiciendo a su otrora gran amigo.
¿Pero que podía decirle? ¿Qué podía reprochar? ¿Acaso no era yo el causante de aquel cariño que había crecido entre ambos?
Entonces hacia lo que debía hacer... apretaba mis puños, inspiraba una gran bocanada de aire. Trataba de relajar mis músculos, apretaba fuertemente mis dientes y tragaba el veneno que inundaba mi boca.
Contaba, un lobo, dos lobos, tres lobo.... y así, hasta que lograba controlarme.
Le aclaré mientras conducía hacia su casa, tratando inútilmente de consolarla, que no era por ella que su amigo tenía esa actitud, seguramente el estaba molesto pero no creía que la odiara. Nadie sentía nada en su contra. Solo era que a esas alturas toda la reservación estaría al tanto que habíamos vuelto.
Y seguramente Jacob Black era consciente que estábamos juntos. No volvería a ver a Bella mientras yo estuviera cerca y como pensaba quedarme para siempre, eso le dejaba muy pocas oportunidades.
Sin embargo no estaba molesto con el chico. Muy por el contrario.
Me sentía profundamente agradecido.
Gracias a Jacob Black tenía a mi lado a Bella en una sola pieza.
Le debía mucho más de lo que suponía que él me odiaba.
Jamás podría saldar mi deuda con él.
Sin embargo aquello no significaba que me haría a un lado y la dejaría en sus garras.
—No se acercará a donde yo esté—. Me limité a decir. —La enemistad está profundamente arraigada—.
Pero Bella pensaba que todo era una estupidez, que él sabía que yo no era como los otros vampiros.
Sin embargo ninguno de los dos, Jacob o yo, podíamos ir en contra de nuestra naturaleza, simplemente éramos lo que éramos, Quileutes contra Cullen por así decirlo, sin poder evitarlo.
Estaba completamente seguro de poder controlarme cuando me encontrara frente a él, o frente a cualquiera de su especie, pero no creo que fuera lo mismo para ellos.
—Es muy joven—. Le comenté mientras paraba frente a la luz roja del semáforo. — Lo más probable es que un encuentro degenerase en lucha y no sé si podría pararlo antes de m... —. "Maldición. Yo y mi gran bocota".
Me había propuesto no volver a herir a Bella nunca más en lo que me quedaba de existencia. Y estaba consciente del gran cariño que ella le tenía....
—Antes de que le hiriera—. Le dije rápidamente, esperando que mis torpes palabras lograran pasar desapercibidas. Herir era una mejor palabra, herir era... sensato para el contexto. —Y tú serías desdichada. No quiero que ocurra eso—.
Pero Bella había comprendido el verdadero sentido de mis palabras, y con la voz atorada en su garganta preguntó:
— ¿Has estado a punto de decir "matarle"? ¿Era eso? —.
Esquivé su mirada. Trataría, por ella lo intentaría.
Pondría todo mi esfuerzo en ello.
Pero si debía luchar, sin duda que lo haría. Si el atacaba yo me defendería.
—Yo intentaría... con mucho esfuerzo... no hacerlo —. Le dije después de un momento, hablando sin mírala.
Forks era nuestra ciudad.
Mi padre, mi familia completa la consideraba nuestro hogar.
—Bueno, eso no va a ocurrir jamás, así que no hay de qué preocuparse. Y sabes que en estos momentos Charlie estará mirando el reloj. Será mejor que me lleves a casa antes de que me busque más problemas por retrasarme—. Dijo demasiado confiada en sus palabras.
Quise creer en sus palabras desesperadamente.
Quise creer en mí mismo, en mi templanza y mi tolerancia.
En ese momento algo me distrajo de mis optimistas pensamientos. Un sonido, una parcial voz mental. Era consciente que solo una persona era capaz de emitir aquellos fragmentados pensamientos. Ignoré el centenar de voces que inundaban mi mente y seguí el sonido de aquella "voz".
En esta oportunidad no era necesario leer claramente la mente de su padre.
Palabras como irresponsable, inconsciente, unidos a un "La mato" inundaban el espacio.
Después de todo no importaría si nos retrasábamos unos minutos en llegar a su casa. De todas maneras ya estaba en problemas y al parecer en unos mucho más graves.
— ¿Qué? ¿Qué es?—. Preguntó Bella mientras se acercaba a mi cuerpo aferrándose nerviosamente.
—Charlie... —. Le dije respirando hondo, pero no pude seguir hablando.
Al momento en que el aire ingreso por mi nariz pude distinguir un olor familiar y mis aletas nasales vibraron al reconocer el hedor.
— ¿Mi padre? —. Exclamó entonces Bella.
Aparté la vista del camino, para contemplar sus enormes ojos color chocolate, tratando de tranquilizarla. Lo que fuera, lo solucionaríamos juntos.
—No es probable que Charlie vaya a matarte, pero se lo está pensando—. Le dije tratando de mitigar su preocupación mientras llegábamos a su casa.
A medida que nos acercábamos y más hacia nuestro destino, pude escuchar y reconocer otra voz expectante también por nuestra llegada.
Había cambiado, ahora era más ronca, traté de no recordar la última vez que había escuchado aquella voz. Yo me hacía pasar por mi padre entonces y él me entregaba una terrible noticia.
Pero él no estaba junto al Jefe Swan. El muchacho esperaba junto al bosque.
Jacob Black esperaba por mí.
Conduje calle abajo hasta pasar de largo la casa de Bella, ahí frente a todo el que quisiera ver, estaba el motivo por el cual su padre estaba tan molesto. Tan roja como la cara que seguramente tendría él en este momento.
— ¡No! —. Dijo Bella jadeante.
Para entonces ella ya debía comprender que se encontraba en serios problemas. Su ritmo cardiaco se aceleró y sus dientes rechinaron furiosamente.
— ¿Está todavía por aquí? —. Pregunto sin mover los labios mientras me estacionaba fuera de la posible vista de su padre.
Le indiqué el camino y Bella saltó del coche impulsada por un resorte invisible.
No comprendía la delicada situación en la cual nos encontrábamos.
Jacob también estaba consciente de aquello, sin embargo se había ofrecido para ser el portador de su manada.
Para él también sería difícil enfrentarse a mí, de ahí que escogiera ese lugar. Debía tener un aliciente para evitar una pelea. Y Bella era aquel motivo, tampoco él quería herirla.
Bajé velozmente tras ella, reteniéndola por la cintura, de nada serviría correr hacia Jacob con los puños en alto.
— ¡Suéltame! ¡Voy a matarle! ¡Traidor!—. Gritaba Bella mientras luchaba inútilmente contra mi agarre.
Le pedí que se tranquilizara. Pronto su padre saldría impaciente al porche para ver el motivo de nuestra demora, debíamos darnos prisa.
—Charlie te va a oír y va a tapiar la puerta una vez que te tenga dentro—. Le recordé tratando de que se tranquilizara.
Pero solo bastó con ver nuevamente la motocicleta estacionada frente a su casa para que volviera a brillar la ira en sus grandes ojos.
—¡¡Déjame que le atice una vez, sólo una, y luego ya veré cómo me las apaño con Charlie!! —. Dijo luchando otra vez para soltarse.
Pero el chico no quería verla, o eso era lo que él se auto mentía. Sabía muy bien que detrás de todo aquello, detrás del supuesto deber de portavoz estaba el deseo de verla aunque fuera a mi lado.
—Jacob Black quiere verme a mí. Por eso sigue aquí—. Me limité a decir.
La actitud de Bella cambio de inmediato al escuchar mis palabras. Ahora estaba preocupada, casi temerosa. Pero le tranquilice, el muchacho solo traía un mensaje de la manada, aunque en realidad se trataba de algo más que un simple mensaje.
Debíamos darnos prisa, su padre comenzaba a impacientarse por nuestra demora. Apreté un poco más su cuerpo contra el mío y caminamos hacia donde él me esperaba.
A unos cuantos pasos por el camino hacia el bosque se encontraba Jacob Black. Iba descalzo, sin camisa y con los pantalones hechos jirones. Con los brazos cruzados sobre el pecho se encontraba descansando contra un árbol.
No era prudente acercarme a él. Estaba consciente del gran esfuerzo que hacía por mantener el control sobre sí mismo. Me odiaba, sin embargo estaba ahí, parado frente a mí, mi rival, mi enemigo.
¿Pero como odiar al que te devuelve la vida, al que cuida de tu corazón?
No. Jamás podría odiarlo aunque fuera mi enemigo.
Pero el sentimiento no era recíproco.
"Maldito chupasangre". Pensó al vernos. "Maldita sea Bella".
Mantenía fuertemente sus puños apretados mientras trataba de controlar los temblores de su cuerpo, luchando contra la necesidad de transformarse. Jacob se había convertido en un ser dominado por su instinto y en ese momento todo su ser le decía, le ordenaba atacarme.
Solo la presencia de Bella evitaba que él se transformara y tratara de darme muerte, ella y la lealtad hacia su manada. Aunque creo que su lealtad por la manda no era tan fuerte como el odio que sentía por mí.
Aparté a Bella de su vista, ocultándola detrás de mi cuerpo.
Jacob saludó a Bella sin dejar de mirarme ni por un minuto, mientras pensaba en lo cobarde que yo era por llevarla a ese encuentro.
Pero ella era la única que podía evitar que nos abalanzáramos el uno contra el otro.
Aunque tenía fuertemente agarrada a Bella contra mi cintura, se las ingenió para asomar su cuerpo por un costado y lanzar sus reproches contra Jacob.
— ¿Cómo has podido hacerme esto, Jacob? —. Dijo con la voz atorada en la garganta.
Sentí pena por su dolor, aunque estaba molesta, era evidente que aquello le hería más de lo que se sentía capaz de expresar.
Las palabras de Bella rompieron la tan elaborada actitud resuelta de Jacob mientras argumentaba que todo lo había hecho por su bien. Pero no había consuelo para Bella en sus palabras.
— ¿Y qué se supone que significa eso? ¿Quieres que Charlie me estrangule? ¿O quieres que le dé un ataque al corazón como a Harry? No importa lo furioso que estés conmigo, ¿cómo le has podido hacer esto a él? —.
Por primera vez Jacob pensó detenidamente en lo que había hecho.
Había obedecido, como todo ahora en su vida, a un instinto, a un arrebato. No había medido las consecuencias de sus actos.
Pero sus actos no eran guiados por el odio, buscando su dolor o el de su padre.
—No ha pretendido herir a nadie —. Dije siguiendo el hilo de los pensamientos de Jacob, explicando a Bella lo que él no se atrevía a decir.
— ¡Ay, Jake! ¡Ya estoy castigada!—. Le dijo Bella lastimosamente. — ¿Por qué te crees que no he ido a La Push para patearte el culo por no ponerte al teléfono? —.
Las palabras de Bella calaron hondo en su cerebro, descompensando su actuación de chico fuerte y rudo.
— ¿Era por eso? —. Preguntó arrepintiéndose al segundo de haber formulado la pregunta.
Una vez más le comente a Bella que Jacob pensaba que yo era el causante de su ausencia en la reservación y debido a eso él había actuado de esa manera.
—Para ya —. Grito el chico al verse mentalmente invadido.
Sabea que estaba mal de mi parte hacerlo. ¿Pero no era acaso mi responsabilidad estar al tanto de todas sus posibles acciones?
—Bella no había exagerado acerca de tus... habilidades —. Agregó Jacob después de un corto momento. —Así que ya debes de saber por qué estoy aquí—.
Efectivamente estaba al tanto de todo.
Sabía que nuestro tiempo era limitado, en cualquier momento su padre saldría y vería mi coche estacionado o antes tal vez Jacob Black perdería la batalla consigo mismo y terminaría transformado en un salvaje animal listo y dispuesto a saltar sobre mí, sin importar que ella se encontrara a mi lado o no.
Pero había algo que debía decir antes que todo comenzara.
En silencio espero lleno de curiosidad. Curiosidad que no era suficiente para calmar los temblores de su cuerpo.
—Gracias —. Continué, deseando que comprendiera, que pudiera ver que no le hablaba como su enemigo, como su rival, como un Cullen. Esperaba que viera que solo le hablaba como un hombre profundamente enamorado.
—Jamás seré capaz de agradecerte lo suficiente. Estaré en deuda contigo el resto de mi... existencia—.Me miró sorprendido, tan sorprendido que por un breve momento su furia contra mi desapareció.
"Pero.... de que... rayos.... hablas, estúpido chupasangres". Pensó en ese momento.
Trató de buscar alguna respuesta en el rostro de Bella pero ella se encontraba en las mismas condiciones que él, completamente sorprendida.
Sin despegar mis ojos de los suyos le agradecí que mantuviera viva a Bella cuando yo no lo había hecho.
—Edward... Comenzó a decir ella, tratando seguramente de defender lo indefendible. La había abandonado y contra eso no existía defensa posible.
Pero esto no era por ella. Mi agradecimiento era algo moralmente necesario.
Tal vez yo no era un hombre en el estricto significado de la palabra, pero si tenía los valores y principios de alguno de ellos. Jamás me podría enfrentar a él, jamás podría mirarle a los ojos, sin sentirme como una rata despreciable.
Sabía perfectamente cuanto le debía y jamás podría pagarle, pero por lo menos podía agradecerle.
El comprendió mis palabras mientras su mente dejaba ver una mueca burlona.
—No lo hice por ti—. Me aclaró.
Y yo estaba plenamente consciente de eso. Sin embargo mi gratitud no disminuía por ello.
Pero de todas maneras él debía saber lo que sentía al respecto.
—Si hay algo que esté en mi mano hacer por ti... —. Agregué con sinceridad.
"Vete..." Me dijo al instante en su mente. "Junto a mi tiene la oportunidad de ser feliz, de tener una vida normal. ¿No dices que la amas? Entonces vete".
Negué con mi cabeza mientras le aclaraba que eso no estaba en mis manos. Podría pedirme todo, cuanto quisiera se lo daría, pero eso jamás.
— ¿En las de quién, pues? —. Agregó Jacob nuevamente molesto.
Bajé la vista un momento para ver la luz de mis ojos. Solo en sus manos estaba el que yo me fuera.
Bella me miró entonces y me vi reflejado nuevamente en sus grandes ojos como espejos color chocolate.
—Aprendo rápido, Jacob Black, y no cometeré el mismo error dos veces—. Le dije sin apartar mi mirada de ella. Seguiría a su lado todo el tiempo que ella me quisiera. Solo me iría cuando Bella me ordenara que me fuera.
Bella había captado la esencia de nuestra discusión y en susurro agrego...
—Nunca—.
Aquello no hizo más que enojar aun más a Jacob, en su interior guardaba la secreta esperanza de que su respuesta fuera otra.
Bella y yo separamos nuestras miradas para contemplar ahora a un furioso Jacob Black.
— ¿Hay algo más que necesites, Jacob? ¿Deseabas meterme en problemas? Misión cumplida. Charlie quizás me mande a un internado militar, pero eso no me alejará de Edward. Nada lo conseguirá. ¿Qué más quieres? —.
Y en esos momentos yo sabía muy bien lo que él quería.
Una de ellas era que cayera muerto en ese preciso momento. Pero nada dijo y se limitó a recordarme algunos "puntos clave" sobre el tratado adquirido por mi familia hace tantas décadas atrás.
—Ese tratado es la única cosa que me impide que le abra la garganta aquí y ahora—.
—No los hemos olvidado—. Le confirmé mientras Bella preguntaba sobre aquellos puntos clave.
Jacob Black me recordaba que la tregua se terminaba cuando uno de nosotros mordiera a un humano, a cualquier humano.
—Morder, no matar—. Recalcó mirando a Bella.
—Eso no es asunto tuyo—. Respondió ella muy molesta.
—Maldita sea si no... —. Logró decir mientras comprendía lo que realmente sucedía.
Se había percatado de la decisión tomada por ella solo hace algunas semanas atrás. Al comprender, al ver lo que sucedería con Bella. Se disparó en su interior la chispa para su transformación. Ahora sus espasmos eran mayores, más violentos, su cuerpo convulsionaba luchando contra la transformación.
— ¿Jake? ¿Estás bien? —. Preguntó Bella con la voz llena de ansiedad avanzando hacia él.
— ¡Ten cuidado! —. Le advertí, obligándole a volver hacia la seguridad de mi espalda. — ¡Ha perdido el control!—.
Solo le bastó escuchar mis palabras para retomar asombrosamente el control sobre si mismo nuevamente. Era fascinante asistir a su debate interno, como si la bestia que había dentro de él pujara una y otra vez para salir a la superficie.
Me miró cargado de odio mientras recuperaba la postura que había perdido tratando de controlarse.
—¡Arg! Yo nunca le haría daño a ella—. Dijo acusándome por dejarla.
¿Que sabía él sobre mis motivos, sobre mis razones para dejarla. Acaso comprendía todo el dolor que ello me había causado.
No era él, quien la había expuesto a su naturaleza tan volátil en mas de alguna oportunidad?
Por mi pecho, hasta mi garganta emergió un gruñido amenazante.
No. El no sabía, no podía juzgarme. El menos que nadie.
Con una de mis manos alejé hacia atrás a Bella. No había nada que pudiera hacer, Jacob se preparaba en ese momento para completar la transformación y atacarme...
— ¡BELLA! —. Gritó su padre en ese preciso momento. — ¡ENTRA AHORA MISMO!—.
Como un conejo cegado por la luz, me quedé paralizado. Maldición, me había olvidado de su padre por completo.
—Mierda—. Dijo Bella con voz temblorosa mientras rompía el silencio entre los tres.
Jacob entendió que solo le quedaban unos minutos para ver a Bella, estaba seguro que después de hoy ya nunca más la vería. Y por un momento estuve feliz con la idea.
—Siento mucho esto —. Dijo en un murmullo apenas perceptible para un humano. —Tenía que hacer lo que pudiera... Tenía que intentarlo—.
Pero Bella se encontraba aun molesta y solo le entregó un "Gracias" lleno de sarcasmo.
Su padre había visto mi coche y al parecer aun no se percataba que no estábamos en el, pero solo era cuestión de tiempo hasta que fuera a cerciorarse, dispuesto a sacar por la fuerza a Bella del interior del coche si era necesario.
Se nos terminaba el tiempo y aun había una cosa más.
—No hemos encontrado rastro alguno de Victoria a nuestro lado de la línea, ¿y vosotros? —. Pregunté a Jacob, esperando su cooperación en ese asunto.
Al parecer la última que vez que la habían visto fue, afortunadamente cuando Bella se encontraba rescatándome.
Habían tratado de engañarla pero no habían sido lo suficientemente listos y al ver Victoria la trampa había huido del lugar como solo ella puede hacerlo.
—Por lo que nosotros creemos, captó tu olor y eso la sacó del apuro. No ha aparecido por nuestras tierras desde entonces—.
Claro que no volvería, no por ahora al menos. Dejaría pasar un tiempo y cuando creyera que era seguro, volvería a intentarlo otra vez.
Y cuando lo hiciera ya no sería problema de Jacob o de su manada.
—Mató en nuestro territorio —. Dijo el desafiante — ¡Es nuestra!—.
Ellos, en su ignorancia creían que podrían contra Victoria. Estúpidos lobos adolecentes.
Bella intentó evitar que volviéramos a discutir cuando la voz de su padre volvió a sonar, ahora mucho más fuerte y cerca.
— ¡BELLA! ¡VEO EL COCHE DE EDWARD Y SÉ QUE ESTÁS AHÍ FUERA! ¡SI NO ENTRAS EN CASA EN UN MINUTO...! —.
—Vámonos —. Dije dando la vuelta para caminar a su casa. Bella se quedó ahí, mirando a su amigo y la guié con mi brazo obligándole a retroceder.
No voltee al escuchar las palabras él le dedicó, seguí caminando haciendo caso omiso de su despedida.
—Lo prometiste —. Le reprocho Bella mientras alanzábamos. —Prometiste que siempre seríamos amigos, ¿de acuerdo?—
Sentí rabia contra aquella promesa. Mi mente luchó tratando de no imaginar en qué contexto se había forjado. Experiencias, cariños que yo había gatillado, producto de mi estupidez.
Jacob le respondió a media voz que aquello era imposible.
—No ahora...— Y dejó de hablar, ahogando seguramente por el dolor que le producía la separación, luchando por ocultar sus verdaderos sentimientos que no eran secretos para mí.
—Te echaré de menos—. Dijo él, casi imperceptiblemente.
Bella también lo extrañaría. Mi corazón egoísta deseó romper aquel lazo invisible que ahora los unía. Pero luche por mantenerme indiferente ante aquella demostración mutua de afecto.
Afectos que eran diferentes pero iguales en intensidad.
Bella le llamó por su nombre mientras daba un paso hacia él, queriendo ir a su encuentro.
Pero no lo permitiría. Que pasaría cuando ella estuviera junto él. El no querría dejarla cuando estuviera juntos, Jacob no comprendía que su amor no era reciproco, que Bella solo sentía por él un enorme cariño pero que solo era cariño fraternal. Yo no permitiría que él pusiera un solo dedo sobre ella. NO LO PERMITIRIA.
La empuje hacia atrás un poco más, abrazándola fuertemente.
No lo permitiría que fuera hacia él, mi lado egoísta la reclamaba. Bella era mía y no estaba dispuesto a compartirla con un perro hediondo.
—Todo va bien —. Dijo Bella mientras buscaba mis ojos, pidiéndome con la mirada que le permitiera acercarse a él.
—No, no va bien—. Le dije, tratando que comprendiera lo peligroso que era el estar junto a Jacob en esos momentos.
¿Aun no comprendía lo arriesgado que era para cualquier ser vivo estar cerca de aquellas criaturas?.
—Suéltala —. Gritó de pronto Jacob furiosamente. —¡Ella quiere que la sueltes! —.
Volteé rápidamente protegiendo a Bella con mi cuerpo, mientras él se acercaba dispuesto a iniciar la lucha.
En eses momento ya nada importaba, ni el tratado, ni Bella. Para él solo existía en ese momento un deseo... el darme muerte.
—¡No! ¡Edward...! —. Dijo Bella en un grito ahogado jalando de mis ropas.
Ella sabía que en la lucha su amigo perdería la vida, como yo estaba consciente del dolor que eso le produciría.
Pero no había nada que pudiera hacer. Aun cuando diera media vuelta y me negara a luchar, Jacob Black atacaría.
Apreté mis puños doblando levemente mis rodillas, listo para saltar hacia delante y alejar la lucha de Bella, cuando nuevamente su padre intervino casualmente para detener la lucha que estaba por comenzar.
— ¡ISABELLA SWAN! —. Gritó desde el camino, mucho más cerca de lo que me esperaba.
Mientras tiraba de mi, Bella pidió que nos fuéramos, que su padre estaba como loco, con la voz llena de pánico.
Retrocedí sin dar la espalda a Jacob, retirándonos muy lentamente y sin perderlo de vista.
Ahora ya no había marcha atrás.
Los Quileutes estarían vigilantes de nuestros pasos. Jacob Black no dejaría de velar por la condición humana de Bella.
Solo bastaría con transformarla para que comenzara el conflicto y entonces tendríamos que decidir entre irnos o luchar.
Sabía muy bien lo que diría mi padre: Irnos, pelear jamás.
Pero aquel minúsculo problema no impediría que Bella fuera mi esposa por siempre y no me alejaría de ella jamás.
Podríamos iniciar nuestra vida en otro lugar, formar otro hogar.
No dejaría que el futuro se interpusiera en nuestra felicidad. Lo único que importaba era el ahora.
No importaba que una manada de licántropos pisara nuestros talones, no importaba que una vampira lunática se escondiera en las sombras. Ni Siquiera importaba que los Vulturis visitaran nuestro hogar.
Ya me las apañaría para solucionar cada uno de nuestros problemas.
Ahora mi único y real problema se encontraba al doblar la esquina, de brazos cruzados y casi resoplando por la nariz.
Pero con el también podríamos. ¿Y qué era lo más terrible que él podría hacer? ¿Encerrarla en su habitación? Pues para mi aquello sonaba como todo un paraíso.
Y al doblar la esquina ahí estaba su padre con la cara contraída en una gran mueca.
Apreté un poco más a Bella para infundirle valor, después de todo tal vez nos vendrían bien unos días aislados de todo y de todos.
—Estoy aquí—. Le dije en un murmullo. —Por siempre—.
Sacudí de mi mente los fantasmas que nos rodeaban, deseando que la luz de nuestro amor fuera lo suficientemente fuerte para espantarlos a todos.
Nunca más volvería a estar solo, nunca más permitiría que mis estúpidas ideas nublaran el verdadero sentido de mi existencia.
Bella y yo, unidos en la felicidad y en la desgracia. Nuestros destinos fuertemente unidos sin importar que hiciéramos al respecto.
Nunca más tentaría a la suerte, apostando a un imposible.
Y nunca más mi vida sería una noche eterna.
Fin del Segundo libro
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Noche Eterna (Acabada)
VampireEs la contunuación de Sol de medianoche. Esta historia es de ALEXA CULLEN, NO ES MÍA. Es el libro de Luna Nueva contada por Edward y es un fanfic.