Cada mañana ahí te veré

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Salí del salón y me quedé sentada en las mismas escaleras, detrás mío salió mi novio y tu te levantaste corriendo del escritorio, como si supieras que algo malo pasaba. En cuestión de minutos yo ya estaba en el suelo llorando, sola, tu te acercaste lentamente y me abrazaste, no necesitaste decir nada, sólo me abrazaste y me dejaste llorar en tus brazos, nos metimos al salón y nos quedamos sentados uno al lado del otro, me recargué en tu hombro y nos quedamos en silencio, mirando el pizarrón en blanco, nos quedamos así por un largo tiempo.

-Te llevo a tu casa?- me preguntaste aún sin moverte de mi lado

-No gracias, creo que quiero caminar un poco-

-Segura? Estarás bien?-

-Si-

-Lo prometes?-

-Lo prometo-

-Ania...-

-Mande-

-Te ves hermosa cuando ríes, el no vale la pena-

-Gracias Lalo- te sonreí

Caminé toda la tarde sin rumbo, tenia que pensar, sentía que todo mi mundo se caía en pedazos, pero él tenía razón, jamás valdrá la pena alguien que te rompe así el corazón, tenía que salir adelante, no había otra opción.

Mi alarma sonó a las seis de la mañana, no tenía ganas de levantarme, me acomodé en mi cama y me volví a dormir, no llegué a tu clase, por primera vez, no lo hice. Apagué el celular y no prendí la computadora en todo el día, me quedé acostada escuchando música, por la noche tenía pesadillas y me levantaba cada hora gritando, no estaba bien, nada bien.

El jueves estabas esperándome en la puerta del colegio, te veías enojado y preocupadoa la vez, te miré y me hiciste señas de que entrara primero y tu me alcanzabas después, me quedé en la escalera y te ví caminar hacia mí, no me miraste, sólo caminaste hasta llegar a mí y entraste al salón.

-Que te pasa? Estás enojado?- te pregunté entrando al salón después de ti

-No llegaste a mi clase Ania- seguías sin mirarme

-Lo lamento, no me sentía bien-

-Pudiste avisar no? a tu mejor amiga, a alguien, no lo sé, pudiste mandarme mensaje de que no ibas a llegar, me preocupe por ti-

-Yo...de verdad...-

-De verdad qué Ania? estabas muy mal ese día, pensé que te había pasado algo, pasaban los minutos y no llegabas, temí por tí-

De repende tu cara de enojo se transformó en una de tristeza y por primera vez me miraste, me miraste con tus ojos brillosos y volviste a bajar la mirada.

-No volveré a faltar, te lo juro-

-En la escalera, cada mañana antes de que inicien las clases, ahí te voy a ver, si llegas a faltar una vez, estás reprobada-

-Pero no puedes reprobarme!-

-Claro que puedo! cada mañana Ania!-

Tomaste tus cosas y te saliste, por qué te preocupabas tanto por mí? eras solo mi profesor, no podías ser mas que eso, por qué yo? No lo entendía y tampoco tenía cabeza para pensar en eso.

Mi querido profesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora