Erase una vez hace mucho, mucho tiempo en una tierra muy lejana, cuando esta tierra aun no tenía un nombre ni el tiempo había nacido que existió un dragón entre muchos otros dragones, nacido de las entrañas del mundo, como todos los demás y con un nombre impronunciable, pues la lengua común aun no existía.
En aquel entonces solo existía La Nada, el mundo aun no tenía forma, y los dragones vivían en paz, pues no tenían enemigos ni preocupación alguna. Pero, nuestro dragón, joven e inexperto, si tenía algo de qué preocuparse: pese a que lo intentaba con todo su esfuerzo, por alguna extraña razón no podía volar, solo se arrastraba, cual serpiente, ya que tampoco poseía extremidades. Sin embargo sus iguales jamás se burlaron de ello, puesto que entonces aun eran seres inocentes que no conocían la maldad ni el odio, ni mucho menos lo que era un conflicto. A diferencia de lo que se piensa hoy en día de ellos, eran criaturas de alma noble y pura.
-¡Animo! Ya aprenderás,- Le dijo uno de sus hermanos.- abandona tus preocupaciones, Soñador, solo así te harás más liviano y podrás volar.- Así era como le llamaban, cuando no lo hacían por su nombre, porque siempre estaba mirando hacia las alturas, soñando despierto, sin prestan atención a los consejos de sus hermanos.
Como era de esperar, Soñador no atendió pues seguía embelesado observando a sus compañeros, soñando con volar entre ellos. Se sentía fascinado con la idea de estar ahí arriba algún día. En ese entonces, habían muchos dragones y de diferentes tamaños y colores: los más grandes eran oscuros e imponentes con ojos brillantes como el gran círculo en el cielo, con cuatro alas gigantescas, que eran capaces de arremolinar el viento. Los había también más pequeños, plateados y blancos con dos alas y largas colas, sumamente escurridizos y juguetones. Y por ultimo, estaban sus hermanos, los que eran como el, alargados y tornasolados, los cuales a pesar de no tener alas ni piernas eran de movimientos bellos y delicados en el aire, siempre elegantes y gentiles. Soñador se sentía maravillado pero a la vez triste, el no poder juguetear con sus amigos ahí arriba le hacía decepcionarse de si mismo, y preguntarse continuamente porque solo él no era capaz de volar.
Entonces sucedió en una ocasión, que mientras Soñador se hallaba intentando despegarse del suelo, un sonido muy desagradable acompañado por un extraño objeto, bajo desde más arriba del propio firmamento, a una velocidad increíble. Cayó tan vertiginosa y bruscamente que la tierra, que hasta entonces era absolutamente plana, tomo forma en el lugar en donde había caído. Todos los dragones se sintieron asustados de pronto y corrieron a observar lo que había pasado: allí donde todas las miradas se concentraban ahora, había un gran cráter y en el centro, un objeto ovalado se hallaba, era duro como la roca pero con un tacto distinto.
"Está muy caliente" pensó el joven dragón cuando lo toco con su cola, quien había sido el único que se atrevió a acercarse. Los demás se mantuvieron a una distancia segura, observando. Experimentaron entonces por primera vez el miedo y la duda. De pronto la tierra tembló, y se abrió para luego tragarse a "la cosa" como la llamo él. Soñador se tuvo que apartar un poco para evitar ser tragado también. Después de un rato, la tierra se volvió a cerrar. Todos se quedaron estupefactos. Los dragones más valientes intentaron acercarse y escarbar el suelo en donde había desaparecido "la cosa", pero no lograron nada más quebrarse un par de garras.
-Dejémosle en paz,- dijo entonces Soñador.- quizás solo está avergonzado por tantas miradas y por eso no quiere salir. Talvez, necesita algo de espacio.
Sus amigos y hermanos pensaron que era probable que tuviera razón y se dispersaron, pero la verdad era que el temor se había albergado más profundo en los corazones de algunos, claro que ese no era el caso de nuestro joven dragón, en cuyo interior ahora solo existía lugar para la curiosidad. Se le ocurrió de pronto, que si le brindaba algo de amor y generosidad, "la cosa" ya no se sentía avergonzada, y decidió así que la visitaría a menudo. Cuando no estaba observando a los otros dragones o intentando despegarse del suelo, se dedicaba a platicarle a "la cosa", le hablaba de sus amigos y de las cosas que pasaban.
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Primer Relato: La Leyenda del Dragón que no Podía Volar.
FantasiEsta es una antigua leyenda pasada de generación en generación, llevada al papel al fin por un humilde herrero, que cuenta la historia de Soñador, un dragón que deseaba volar pero por alguna razón no podía hacerlo. Un día un extraño objeto cae del c...