EL ANIMAL QUE HABITA EN MI

177 1 0
                                    

Capitulo 3

Ahí estás. Tumbada. Mojada, no... mojada no, chorreante. Con cara de querer más, de desear más... de necesitar más. Y delante de ti el objeto de tu deseo, un joven escultural, brillante por el sudor, y lo que no es sudor, que cae por por su torso.
Me acerco a ti, me arrodillo sobre la cama y comienza a besarte, y de repente, sin avisar, un hueco dentro de ti es llenado, lo que te hace estremecerte y retorcerte de gusto. Tus uñas se clavan en mi espalda, mi aliento acaricia tu cuello. Gimes pidiendo más, más fuerte, más rápido, más intenso..
El movimiento rítmico, el golpeteo constante de mis testículos contra tu culo, nuestras respiraciones sincronizadas, el roce de nuestros cuerpos..
Todos esos sonidos, el ruido blanco que inundan la habitación, haciendo que no quede rincón ni esquina impregnada con nuestro ser.
Dos cuerpos entrelazados, encajados, a punto de fundirse.
Una joven pareja que emite una ristra sonidos guturales, acompañados de lo que podrían ser susurros inaudibles, como si de una antigua danza tribal se tratará.
Tu cuerpo se vuelve a tensar, reconoces esta sensación, no puede ser, vas a llegar otra vez. Tus músculos se agarrotan, te llevan al límite, al borde del precipicio y de repente.. Nada, todo en silencio, a la salvedad de tu respiración. Ya no hay movimiento. Ya no hay sonido de golpeteo. Ya no hay nada, sólo un cuerpo sudado que te mira una sonrisa en la cara, disfrutando de tu frustración.
Tu cuerpo se agita buscando esa sensación, buscando el dolor de los músculos recién destensados, buscando el chorreo de tu corrida por los muslos.
Ahí estás, otra vez, al borde del climax y yo, con sonrisa triunfal.
Este es mi juego y haré de el algo inolvidable.

El Sexo SentidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora