capitulo 1

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A _________________ le entraron ganas de llorar. Definitivamente el vestido de novia le quedaba perfecto. Único. Le ceñía perfectamente la cintura y dejaba que sus hombros se lucieran. Se dio una vuelta. Vaya... sí, le quedaba de maravilla. De lujo. Se entretuvo mirándose por varios segundos más... y así...le entraron más ganas de llorar. Tragó saliva. Si su padre la veía llorar se burlaría. O quién sabe que más. Así que mejor calló. ¿Era esto lo que quería? ¿Casarse dentro de dos días con un hombre que apenas y conocía hace dos meses? Jamás se hubiera imaginado que su padre la obligaría a casarse. Jamás pensó que se atrevería a arruinarle la vida de tal forma. Y sus lágrimas cayeron. No quería. No... no deseaba casarse, no con él...su vida se había convertido en un infierno desde hace más de un año. No podía continuar con esto. Prefería morir. O irse. Olvidarse de todo...necesitaba contárselo a alguien, alguien que pudiera darle un consejo y que supiera que estaba apunto de casarse por obligación, no podía seguir callándolo. Una amiga. Y de pronto recordó que todas habían muerto hace más de un año. Y que solo quedaba una...

- ¿Emma? - sus lágrimas pararon. Esperando la voz de ella al otro lado de la línea telefónica. Cerró los ojos. Tal vez llamarla había sido la peor decisión. No la veía desde hace más de un año.

Emma calló. Aún no se podía creer que estaba escuchando la voz de _________________ por el celular...

- ¿Eres tú? - susurró Emma.

- Sí... - le contestó _______________. Con una voz entrecortada. Entonces Emma notó que lloraba.

- Dios mío... estás...¿estás bien? - fue lo primero que pudo preguntar ella.

Entonces _______________ lo pensó dos veces antes de contestarle. Necesitaba con desesperación contarle a alguien sobre esto. Alguien que la entendiera. Emma lo haría. Lo sabía.

- Voy a casarme. - le dijo

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Eneique abrió la puerta de su casa. Atrás Anna lo abrazó por la cintura, entrando también a la casa

- ¡Te dije que los Lakers ganarían! - le dijo ella, colocando su mentón sobre el hombro de enrique. Este cerró la puerta con una mano y siguió caminando con Anna detrás suyo hasta su pequeña cocina.

- Vale, sí... me has ganado la apuesta...

- ¿Solo eso? Me debes treinta dólares, guapo.

- ¡Dijimos que serían diez! - le dijo él, y soltó una risa. Anna lo soltó y se colocó en frente de él. Lo miró divertida. - enserio... - susurró él, con una bonita sonrisa en los labios. - vale, vale... como quieras, yo en vez de darte los treinta dólares te iba dar otra cosa, nena.-dijo con una picara sonrisa - abrió la nevera y sacó un RedBull helado, Anna abrió los labios. Sus finos y pequeños labios. - te pago mañana, ¿sí?

- Como quieras. - aceptó ella. Enrique tomó de su lata de RedBull. Sintió el frío de la bebida dentro de su garganta. Ese frío que pronto se convirtió en lo contrario cuando sintió la mano de Anna tocar la suya y quitarle la lata. - al menos deberías regalármela. - y tomó de su lata. Vaya, vaya...

- Es mía. - se la quitó él. ella lo miró mal.

- ¡Enrique!

- ¿Qué? - le preguntó él. Lo más inocente posible. Entonces ella fingió estar molesta. Le gustaba hacer eso y sentir que a Enrique en verdad le importaba mucho lo que ella sintiera. De alguna manera, la hacía sentir especial. Intentó irse, pero el la cogió del brazo. - ven... - la acercó él. - no te molestes...

- Me debes trein...

- Sí, sí...ya sé... -Enrique puso los ojos en blanco. Y una pequeña oleada de deseo se pasó por su cuerpo. Un deseo limpio. Uno que no sentía hace mucho tiempo. Miró sus labios y sintió la mirada de Anna en los suyos. Era bonita. Guapa. Muy guapa. La había conocido poco después de... bueno, de aquello que no quería recordar. En una cafetería. Él se sentó en la misma mesa que ella por que no habían más. Y así había empezado todo. Entonces deseó besarla. Y hasta más que eso. Hace mucho que no se sentía de esa forma.

Y fue aún peor cuando sintió las tibias manos de Anna sobre su pecho, lo hicieron estremecerse tanto que hasta empezaría a temblar... ahora sus manos le abrazaron la nuca y él abrazó su cintura suavemente. Que bien se sentía...

- Bésame. - le pidió ella. Y él la miró de nuevo a los ojos. Lo hizo. Sus labios se comieron los de ella. Mezclando sus alientos. Ella se separó, soltando un respiro. El aliento de enrique era delicioso. Se relamió los labios. Y pronto, volvió a besarlo de nuevo


Lo prometido es deuda aqui esta el primer capitulo de la novela espero les guste dejen su voto y comenten para poder seguirla


Seduceme Enrique Iglesias y tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora