Gracias a ti y a tus ojos *segunda parte*

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¿Por qué es tan difícil ser sinceros con los sentimientos que albergamos en nuestro interior, no es más sencillo simplemente decirlos y liberarnos de aquellas pesadas cargas que llevamos en nuestros corazones?

En algunas ocasiones es difícil darte cuenta de lo que realmente tienes frente a tus ojos, aunque sea algo evidente; el miedo al fracaso nos condiciona y crea a nuestro alrededor una coraza impenetrable a menos que nosotros abramos desde adentro.

Mangel no sabía que hacer o pensar, estaba confundido. No es que pensara ¿me gusta Rubius? Claro que le gustaba, él lo sabía desde hace bastante tiempo, negarlo sería como tratar de tapar el sol con un dedo.

Lo que le confundía era por qué una vez Rubius se marchó al cine, había llamado a Chetto y casi gritando le pidió que lo acompañara casualmente al centro comercial, donde irónicamente sabía que estaba el cine.

¿Masoquismo? Un poco, se sentía estúpido mientras caminaba a gran velocidad por entre la gente hacía donde habían quedado con Chetto.

-¡Hey! Mangel acá estamos tío, que rostro traes- dijo Chetto mientras se acercaba amistosamente hacia Mangel

- Hola Chetto y ¿Alexby? ¿Qué haces aquí?-

-Menuda bienvenida, yo también te quiero Mangelcito; Chetto me invitó- dijo un alegre Alexby mientras se acercaba a saludar a Mangel.

-Es que como no sabía de qué iba la cosa, pensé que podríamos luego irnos a tomar algo, que se yo- trataba de excusarse inútilmente Chetto frente a la mirada suspicaz que le lanzaba Mangel

-bueno da igual, entre más mejor ¿no? ¿Qué quieren hacer?- dijo animado pero notablemente nervioso Mangel, mientras miraba a su alrededor constantemente.

- ¡pero si tú eres el que llamo! ¿Qué mosca te pico?- dijo Alexby mirando a mi amigo que cada vez estaba más nervioso.

-Vale, les explico...-

Por otro lado, Rubius no sabía que sentir o pensar, caminaba tranquilamente al lado de la chica pelirroja, mientras ella contaba un sinfín de cosas que, sinceramente, el castaño no tomaba en cuenta, respondía cada cierto tiempo con monosílabos o atendiendo la última frase formulada preguntas vacías para que la chica continuara su charla, así él no tenía que hablar.

¿Le gustaba Jen? Claro, era una linda chica, simpática, amigable, comprensiva y cariñosa; pero su gusto iba netamente por el lado amistoso. No se imaginaba besándola o abrazándola, menos de novia, él sabía que sus gustos amorosos iban en otra dirección, ¿para qué negar algo a sí mismo? De todos modos en su cerebro todo estaba seguro, nadie podía obligarlo no pensar en algo.

Le gustaba Mangel, no sabía desde hace cuánto, ni porqué, pero ya no podía negarlo, no quería negarlo, ¿por qué salió con Jen entonces?

Por más que lo intentaba, no podía engañarse, no quería de esa manera a Jen, se sentía mal por estar utilizándola de esta manera, era un cobarde.

-¿Rubén? – La chica lo estaba mirando fijamente mientras él no se enteraba y estaba perdido en sus pensamientos y auto-lamentaciones.

-¿ah?- reacciono el castaño dándose cuenta que no había escuchado ni una sola palabra de lo que la chica hablaba.

-¿Qué te sucede? Estas como en otro planeta-

-lo siento Jen, divague por un momento- le sonrío dulcemente para tranquilizarla

-no te preocupes- sonrió de vuelta la pelirroja – ¿te parece si comemos algo mientras esperamos que sea la hora? –

-claro, vamos- el chico dejo que ella tomara su mano y lo guiara hacía donde quería comer.

No, definitivamente no le gusta Jen de esa manera, pero no veía nada de malo en ir tomados de la manos, los amigos hacen eso ¿o no?

Al acabar de explicarles la extraña situaciones, los dos amigos del pelinegro lo miraban de manera divertida fingiendo seriedad.

-básicamente...- dijo Chetto – me arrastraste hasta aquí porque estas celoso de que Rubius saliera con Jen.

-algo así...- dijo bajando la mirada el chico de lentes

- y Chetto me arrastro a mí de paso, no lo olvidéis- dijo el chico más bajo.

– no se sí son celos, celos... yo lo llamaría, precaución.-

-¿de qué te lo quite?- dijo burlonamente el chico más bajo

-¡ni que fuéramos novios o algo así!- el pelinegro estaba sonrojado y avergonzado por las palabras de Alexby.

-di lo que quieras Mangel, pero no es normal querer espiar a tu "amigo" solo porque salió con una chica, esos son celos por donde se le mire- Chetto trataba de hacerle entender a su amigo que ya no había más que ocultar, se le notaba desde hace mucho que le gustaba el chico noruego, solo tenía que admitirlo y todos felices.

-bueno da igual, de todas formas no creo poder encontrarlo entre tanta gente- trataba de excusarse inútilmente el pelinegro – a mí lo que me preocupa es que Jen quiera aprovecharse de Rubius, no me da buena espina ella, tan solo es eso, ustedes son los que piensan cosas raras-

Si eso no se lo crea ni él, menos lo hicieron sus amigos, pero el tema quedo casi zanjado; irían a tomar unas cervezas y luego ir a casa, para no desaprovechar el viaje de los tres.

Se dirigían hacia la zona de comidas, pero Mangel vio algo que hizo esconderse estúpidamente tras un pilar mientras sus amigos no sabían qué diablos pasaba con él.

Ahí caminando frente suyo estaba el castaño tomado de la mano de la pelirroja.

Mangel quiso no haber salido de su casa.

Haberse quedado jugando.

¿Por qué tenía que venir a espiarlo?

¿Por qué le tomaba la mano?

Sus amigos se dieron cuenta y se escondieron con él mientras seguían de cerca los pasos del castaño.

La salida se había vuelto en una misión secreta de espionaje barato.


Gracias a ti y a tus ojos [Rubelangel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora