3. No hay excusa

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Eran las seis de la tarde, me encontraba sentada con un pote de helado de Brownie en el pequeño balcón ubicado en mi cuarto, viendo el atardecer después de haber hablado por celular con mi mamá, practicando mentalmente el discurso que iba decir cuando llamara a Katia sobre el porqué no podría salir.

Katia, chica, te llamo para decirte que la salida de esta noche queda cancelada en lo que respecta a mí. No me siento muy bien, hoy amanecí con....

Tuve que levantarme a abrir la puerta debido a una visita no esperada. Al abrirla... No puede ser.

─ ¿Y tú que haces aquí? ─ Le pregunté. Se encontraba con ropa normal, con su cabello planchado y con varias bolsas en sus manos. ¡Ella no tenía por qué haber venido!

─ ¿Y tú que crees? ─Me respondió con otra pregunta. ─ Vengo a cerciorarme personalmente que esta noche saldrás por esta puerta con la ropa que compraste anoche a disfrutar de una noche loca. ─ Dijo mientras entraba a mi apartamento sin yo decirle nada y dirigirse a mi cuarto.

─ No eres mi mamá, que bien lejos se encuentra, para que andes detrás de mí vigilando si salgo o no. ─ Y enseguida quise decirle que la ropa fue la que le dio su regalada gana de comprar, no la mía. Al parecer lo que le dije le dio igual porque al entrar en mi cuarto ella se encontraba parada frente a la cama, con sus manos en las caderas y moviendo una y otra vez su pie derecho, con cara de impaciencia, esperando a que yo entrara.

─ ¿Por qué tienes ropa de dormir y el cabello echo nada? ─ me dice acusatoriamente con una ceja levantada ─ ¿Acaso nuevamente tenías una excusa para no ir? ─ Bien, se podría decir que ya había aprendido de las ocasiones anteriores en que la llamaba a cancelarle a última hora.

─ Bueeeno, la verdad es que no me siento bien, hoy amane...

─ ¡No Mientas! Hoy no me vas a salir con una de tus excusas baratas. Por eso, mi querida amiga, estoy aquí. He traído todo lo necesario y lo que necesitamos para colocarnos regias─ dijo guiñándome un ojo pícaramente.

─ Mira la hora que es... ya no puedo arreglarme mi cabello y cómo acabas de decir está vuelto nada, mira mis uñas, están echa un desastre, mira...

─ Mira ni que nada. Para tu cabello he traído mi secador y mi plancha ─ dijo mientras sacaba los objetos mencionados de una de sus bolsas. ─ Así que ves inmediatamente a bañarte. Tienes media hora para hacerlo. Y en cuanto a tus uñas, para las manos he traído un esmalte, y para los pies, pues los podemos dejar así, nadie los verás con tus zapatos cerrados. ─ La miré con fastidio, esta mujer era una piedra en el zapato. ─ Y no me mires así bonita, que al final, cuando conozcas a los amigos de Juanpa, me lo vas agradecer.

─ ¿Qué te dije ayer, cuál fue mi condición para salir? ─ mencioné mientras me quitaba la ropa y la echaba en el cesto de ropa que esperaba ser lavada.

─ Sí, sí, ya sé lo que dijiste y te prometí que no iba hacer nada, pero no respondo si alguno de ellos intenta hacerlo. ─ después de un tiempo, en el que seguro medía sus palabras, siguió diciéndome. ─ Lau, sabes que tienes que superar lo pasado, que pasado está, debes salir, divertirte, conocer gente nueva...

─ Párala ahí. No quiero tocar ese tema. ─Al escuchar por donde iba salí envuelta en una toalla y parada en la puerta del baño le respondí seriamente y a punto de que la rabia saliera de mí y echara la salida al carajo.

─ Okay, esta noche no será, pero sabes que algún día debes dejar salir todo lo que llevas dentro y te has guardado por un tiempo. ─ Suspiré. Asentí levemente y volví entrar para bañarme. Sé que tenía razón, pero yo había enterrado mi pasado, o mejor dicho, aquella parte de mi pasado y, no quería recordarlo volviendo hablar de él, o eso era lo que quería creer.

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⏰ Última actualización: Sep 13, 2015 ⏰

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