¿Esto es una broma? Sí, definitivamente tiene que serlo. Vuelvo a mirar el papel con la dirección por si acaso y... ugh. Acabo de soltar una pequeña maldición de la que mis padres no estarían muy orgullosos, pero no es para menos; está todo correcto, no me he equivocado, mi nuevo "hogar" es esta basura de sitio.
Si esto fuese una incipiente novela ahora mismo diría que acabo de levantar mi mirada para ver totalmente atónita el imponente edificio que se alza ante mí... pero anda, no, no lo es, es el mundo real. Mi cara no puede expresar más asco y yo no puedo tener más ganas de salir corriendo. Trata de comprenderme antes de tacharme de estirada: cuando te dicen que te vas a mudar a Broadway esperas encontrarte con el castillo del inicio de las películas de Disney, no con la barricada de Los Miserables tras haberse protagonizado el sangriento encuentro con las tropas francesas.
Me hallo en las afueras de la famosa calle de Nueva York sin poderme creer aún lo que se encuentra delante de mis narices. Quiero decir; sé que existe Off-Broadway, Off-Off-Broadway e incluso cosas aún peores que ya alcanzan la categoría de cuchitril, y este teatro debería andar por ahí, no en la más famosa y respetada de todas ellas por muy en las afueras que se encuentre.
El teatro del que estoy hablando, y en el que voy a tener el (des)honor de vivir, es cuanto menos bonito y deslumbrante; desentona tanto con el resto de edificaciones de la avenida que parece mentira que en pleno siglo XXI siga en pie. La fachada es espantosa, sosa, de una extraña mezcla de tonos marrones y grisáceos más dignos del arte de la pintura abstracta que del de la arquitectura. Las ventanas van totalmente acordes con ellas: pequeñas y sin luz alguna que proyectar, la mayoría rotas, son tantas y tan antiestéticas que te duelen los ojos con sólo mirarlas. Todo está tan sucio y descuidado... además de ese misterioso olor que prefiero no saber qué es y que sólo se encuentra en la entrada. ¡No, no! Por favor, os vuelvo a repetir que no soy una snob por mucho que lo parezca; para demostrároslo, voy a hacer el enorme esfuerzo de entrar a Mordor... o sea, perdón otra vez, quería decir al teatro.
Vaya, si con todo este revuelo no me he presentado: soy Christine, Christine Johnson, vengo de un pequeño pueblo de Nebraska y sí, todas las bromas y chistes con Penny de The Big Bang Theory ya están hechas así que por favor abstenerse de ellas. Soy una persona bastante bajita, aunque no un tapón, de piel clara y ojos castaños que encajan bastante bien con mi pelo color miel. Comencé la carrera de periodismo en Nueva York porque quería seguir mi sueño y decían que esta ciudad es el sitio perfecto para hacerlo... remarquemos el pasado de mis palabras porque esto se ha acabado convirtiendo en una pesadilla.
Nada más acabar mis estudios tuve la increíble suerte de encontrar un trabajo bastante bien remunerado en una pequeña revista local, lo que les demostró a mis padres que valgo para más cosas que para el negocio familiar... también les enfadó lo suficiente como para cortarme el grifo. Me alquilé un pequeño piso y fui feliz, muy feliz; había empezado como una recapituladora de información y poco a poco llegué a tener hasta mi propia columna en la sección de "Opiniones sobre el mundo"... y entonces me despidieron.
Mi jefe me dijo que la revista no iba bien y que tuvo que quitar a las personas con menos experiencia y hasta ahí bien, a ver... bien no, lloré y me arrastré un poco como toda persona en posesión de una hipoteca o un alquiler hace, pero tampoco iba tan mal la situación como fue después: cuando volví a por todas mis cosas me enteré de que había sido sustituida por su sobrina. Me puse histérica, y todo empeoró aún más cuando me di cuenta de que no había pagado aquel mes del piso y de que iba a acabar en la calle.
Mis compañeros me miraban con una extraña mezcla de pena y ternura mientras yo me venía totalmente abajo en medio del recibidor, y es entonces cuando mi ya ex-jefe me habló sobre este trabajo. Quedamos otro día para que me lo explicase todo: era un empleo que tenía que ver más con la escritura que con el periodismo y no muy bien remunerado, pero incluía la manutención y el alojamiento y ese hecho hizo que me lanzase sobre él como una hiena que ha encontrado a su presa.
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SEVENTH.
RastgeleChristine, una joven periodista recientemente despedida, se ve obligada a aceptar un peculiar empleo que se escapa de sus competencias con tal de no renunciar a sus sueños: escribir una obra sobre los pecados capitales para un teatro que está a punt...