" Día 1.
No creo saber ni por dónde empezar... aún no he podido asimilar todo lo que ha pasado hoy. Si alguna persona estuviese en conocimiento de la situación seguramente que me miraría con desprecio y diría "bah, menuda dramática", pero para alguien como yo, a quien le cuesta tanto adaptarse a los cambios y que mira aún con melancolía su anterior vida, esto es más que un simple drama.
Te escribo desde mi nueva habitación compartida con una chica llamada Anne, una chica que aparte de desprender dulzura ha sido sin lugar a dudas la más hospitalaria y agradable de los miembros de, ¿mi nueva familia? Bueno, como sea: que mínimo no voy a estar sola aquí dentro, en este cuchitril. Si por fuera era espantoso por dentro no te puedes ni imaginar, aunque al menos la zona habitable está en unas condiciones más o menos normales. Espero seriamente que mi trabajo se desempeñe aquí y no en el teatro... en el vertedero... en la cloaca... en fin, en el increíble desastre de planta baja. Por hablar de mi cuarto es pequeño, aunque por lo que me han dicho es el más luminoso de todos y las vistas son magníficas. Hay poco más aparte de lo indispensable para vivir, aunque eso es en mi mitad claro; luego tenemos la de Anne llena de ropa y recortes de revistas de moda por todos los lados, todos ellos con looks de famosas paseando por las diferentes alfombras que existen en el gremio.
Respecto a la gente de aquí... oh, Dios, qué podría decir de la gente de aquí, ¡están todos locos! Menos Anne (de quién ya he hablado) y Lily, mi jefa, quién a pesar de ser considerablemente más seria (no me atrevo a decir desfasada) que el resto, me transmite demasiados sentimientos maternales. Las presentaciones se hicieron muy rápido, pero he cenado con ellos y he podido conocerles un poco más.
James está demencial, más que ninguno, pero tiene un rollo que atrae. Va bastante a su bola, cambiando de tema decenas de veces en cuestión de minutos y lanzando más puyitas que un tertuliano de lanza rosa, la mayoría de ellas dirigidas a Robert, quién no se corta ni un pelo al contestarle. ¡Oh, Robert! Es muy simpático y muy divertido, pero no sé por qué me da que ese hombre ve poco más allá de la comida... ha abierto la nevera una vez, y otra, y otra, y otra, y otra, y así hasta que se ha sentado en el sofá y ha abierto una cerveza, y otra, y otra, y otra, y otra... y vaya, así hasta que se ha quedado dormido viendo la televisión mientras farfullaba algo sobre lo mucho que quería a su perra. Hay otra chica, Alexia, pero no sé qué decirte sobre ella porque no se ha despegado del móvil en toda la velada... no me ha caído muy bien, pero vaya, que por lo que parece yo tampoco a ella.
Ya sólo me queda hablar de mi trabajo, por lo que estoy aquí al fin y al cabo, y... sólo puedo emitir ruidos parecidos a los que haría una ballena en celo ante lo emocionada que estoy por ello. Sé que tengo algo muy grande entre manos, y a la vez de sentirme muy contenta por ello, me siento muy presionada... lo que voy a escribir es un concepto del teatro ciertamente lioso y bastante innovador, que precisamente por eso y la complejidad de todo lo que va a llevar detrás a medida que vaya avanzando estoy tan agitada como lo estoy. Si algo me extraña es que va sobre los pecados capitales, que son siete, y aquí sólo hay cinco actores... "
Christine interrumpió su diario cuando oyó el pomo de la puerta girarse. Por la pequeña rendija que se forma aparecen los ojos risueños de Anne, quién no puede entrar debido a que Christine está tumbada con el portátil en medio de la habitación.
- ¡Vaya, Apple! - exclamó cuando al fin pudo pasar – Yo que tú no iría diciendo por ahí que tienes un Mac...
- Tampoco pensaba decirlo pero... ¿por qué si puede saberse? – preguntó Christine, cerrando la tapa.
- Básicamente porque en este piso tenemos un ordenador común para toda la casa y andamos robándole internet al vecino de al lado y al hotel de enfrente... nos turnamos, ¿sabes?
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SEVENTH.
RandomChristine, una joven periodista recientemente despedida, se ve obligada a aceptar un peculiar empleo que se escapa de sus competencias con tal de no renunciar a sus sueños: escribir una obra sobre los pecados capitales para un teatro que está a punt...