Desde la batalla de las 12 casa, Shun a esperado impaciente que Hyoga fuera el primero en ir con el, pero para la desgracia del caballero de Andromeda, parecía ocurrir todo lo contrario, Hyoga lo ignoraba, se alejaba... Como si no existiera. Tal vez Ikki tendría algún consejo... Pero nadie sabia donde estaba en ese momento.
Andromeda, estuvo casi todo un día pensando que haría, confesarsele se le hacia tentador, pero... Y si no era correspondido, esa inquietud en su cabeza hacia que fuera mas difícil entablar una conversación con Hyoga, o siquiera mirarlo. Nadie puede engañar a un corazón enamorado, un corazón tan terco. Ello era lo que le pasaba a Shun, pasan los días con la persona que quieres y no poder hacer nada con ella... Eso, era el sentimiento que carcomía a Shun, día tras día, el alma de Shun era carcomida, como si poco a poco se calcificara la tan distintiva humanidad que portaba el caballero de Andromeda...
Al paso de los días, y las luchas que se fueron intensificando, hasta que en casi un estallido, el monte de los cinco picos se estremeció, el sello de Athena, había llegado a su fin. Una nueva guerra santa se alzaba... Cada caballero en su bando.
Shun, apenas lloraba, la ausencia de su hermano y el desamor que llevaba su corazón hacia Hyoga, mientras la guerra santa se desataba. Sumido en sus pensamientos, tan solo un ruido lo pudo bajar a tierra, el sonido de la puerta al ser abierta, de un salto se paro y volteo a la puerta, la cual se abria delicadamente, sostenida por lo que se veía, una mano fina y delicada.
