Vagaba por las calles de Londres mientras mis pensamientos nuevamente deambulaban hacia el pasado.
Recordaba con perfección el momento en el que Marian se había marchado. Y ese día no sólo se había llevado mis pertenencias materiales, sino también mi alma. Se había llevado a mi pequeña bebé de mi lado.
Como siempre, sentí las lágrimas escocer mis ojos e intenté apartarlas de mi vista. Aún dolía recordar todo aquello.
Así que ahí estaba yo, entrando en un establecimiento cuyo nombre desconocía pero no su funcionalidad. Entré apartando violentamente las lágrimas de mis ojos y me senté frente a la barra.
Nuevamente volvía a encontrarme pidiendo un trago y luego de un par de ellos, empecé a perder la conciencia. Con tanto pesar y cansancio, mi cuerpo se había vuelto débil ante aquella toxina, pero era la mejor sensación.
Luego de una botella, decidí salir de aquel lugar para volver a casa y acostarme a dormir -con un poco más de suerte, no despertar-, pero apenas me levanté del asiento todo me dio vueltas y sentí el instinto de sentarme nuevamente. Esperé unos segundos más y volví a levantarme, saliendo tambaleante al sereno de la noche. ¿El tiempo siempre pasaba tan rápido?***
Me desperté y lo primero que hice fue rebuscar en mi mesa de noche una aspirina para aliviar el dolor de cabeza que me martillaba pero, en vez de encontrar lo que buscaba, vi un papelito que antes no había estado allí. Lo tomé y abrí la nota.
"Esto empieza a ser tedioso;) H xx" se leía.
Intenté recordar en como carajos había llegado hasta mi apartamento y quién podía ser el autor de la nota. Lo último que recordaba era haber salido del bar.
Dejé la carta a un lado cuando las náuseas de apoderaron de mi y corrí hacia el baño.
Luego de drenar la resaca y darme una ducha, salí del departamento, esta vez en dirección a mi mal pagado trabajo.***
Entré en el restaurante y pasé directamente a la cocina para colocarme en delantal, luego salí para empezar a repartir las órdenes a lo largo de todo el mugriento lugar. No era un lugar muy refinado, estaba más bien destinado a los camioneros que tomaban un descanso del camino para tomar y comer algo y luego continuar con lo suyo.
Justo cuando faltaba tan sólo treinta para acabar mi turno, la campanilla de la puerta principal sonó y yo bufé, sin embargo, me volteé para atender al nuevo cliente.
Él se había sentado en una de las mesas más solitarias del lugar y yo me quedé extraño por un momento antes de comenzar a caminar en su dirección.
Me resultaba familiar, pero no lograba recordar en donde lo había visto. Mientras más me acercaba, más lograba distinguirlo, pero aún así no hallaba su imagen en mi mente.
-Buenas tardes, ¿que desea ordenar? -pregunté con el tono más amable que pude y, aún así, sonó más como un gruñido que como un saludo.
Intenté observar sus facciones, pero aquella mesa de la esquina no contaba con la iluminación suficiente. Podía ver una mata de cabello castaño, largo y ondulado. Era bastante peculiar, pero no podía decir mucho de aquel extraño e irreconocible sujeto.
-Me gustaría un café con leche y un tostado, por favor -respondió amablemente sin levantar la mirada. Su voz era grave y tranquila, lo que me hizo estremecer levemente.
-Si, con gusto -dije, anotando torpemente en mi libreta el pedido. Giré sobre mis talones y le tendí al grasiento cocinero la orden.
Atendí un par de mesas más y volví con el chico, una vez que su pedido estuvo listo.
-Aquí tiene -murmuré dejando su orden enfrente de él.
-Gracias -fue a penas lo que escuché antes de mirar el reloj del establecimiento. 6:00 p.m.
Volví a la cocina y dejé mi delantal. El chico del siguiente turno ya se estaba preparando por lo que me despedí de mis desagradables compañeros de trabajo con un frío movimiento de mano y salí de allí.----
Belafter24: Acá dejamos el segundo capítulo, esperamos que les guste.
-elianasgv y Belafter24-
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Cuando el cielo ordena
FanfictionA veces, en los pocos ratos de conciencia y sobriedad que aquel hombre solía tener, se preguntaba como su vida había cambiado tanto en tan poco tiempo. Sin embargo nunca encontraba respuestas y terminaba hundiendose aún más en su propia miseria, has...