Capitulo uno

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Como cada viernes, me vestí con lo primero que encontré en el suelo de mi habitación y salí de mi sucio departamento para caminar hacia el bar que quedaba a dos cuadras.
Aquella noche hacia un poco de frío y tenía la horrible sensación de estar siendo vigilado, pero lejos de apresurar el paso, simplemente caminé con pesadez con la esperanza de que un delincuente apuntara directo entre mis cejas.
Me estaba cansando de aquella maldita rutina. A pesar de mi patética situación económica, cada día salía a emborracharme o drogarme con el poco dinero que conseguía a diario. No me quería preocupar por la hipoteca de mi asqueroso departamento a pesar de estar bajo amenaza del banco y mucho menos me preocupaba por conseguir un buen empleo para subsistir de mi patético estado. Hacía dos años que tenía los mismos problemas y la única manera que encontraba de arreglarlos era ahogando mis penas en vicios.
Con pasos lentos y bajo la atenta mirada de la luna, llegué al lugar y me adentre cabizbajo. Greg, el hombre que me proporciona las drogas, me saludó felizmente y Chad, a su lado, igual. No entendía de donde sacaban tanta felicidad. Los saludé con la mano y seguí caminando cabizbajo hasta la barra.
Ya sentado en una de las banquetas detrás de la barra, pedí lo de siempre y me limité a pensar en como saldría del hoyo en el que cada día me hundía más, pero una vez más, no tenía respuesta alguna.
Luego de una botella de ron, la agradable sensación comenzó a inundar mi cerebro. Empezaba a perder la conciencia, ¿pero que más daba?
El bar poco a poco se comenzaba a llenar y no era de mi agrado estar rodeado de todas aquellas repugnantes personas. De hecho, no era de mi agrado estar rodeado de ninguna clase de persona.
Me comenzaba a sentir mareado así que, con la poca cordura que aún tenía, decidí que lo mejor sería ir devuelva a mi departamento y seguir embriagandome en soledad. Coloqué el poco dinero que tenía en mi bolsillo encima de la barra y salí de allí cabizbajo, tal y como había llegado.
Apenas salí del establecimiento, las gotas de la lluvia y el frío de la noche me hicieron estremecer y comencé la tambaleante caminata devuelta a mi hogar, con el alcohol recorriendo mis venas.
Faltaba sólo una cuadra para llegar a mi departamento, según creía, pero las piernas me empezaron a pesar aada vez más y de un momento a otro, estaba tirado en el suelo, recostado contra una pared e intentando recobrar el sentido.
No tenía idea del tiempo que había estado bajo la lluvia en aquel sucio piso. Me encontraba tiritando, pero mis extremidades no me obedecían al momento de intentar ponerme de pie.
Mi mirada estaba fija en un punto muerto en el suelo y comenzaba a sentir los párpados pesados antes de escuchar el taconeo de unos zapatos acercarse y luego la vista de un par de botas marrones delante de mí.
-Oye, ¿te encuentras bien? -su voz era grave y lenta, totalmente calmada. Transmitiendo tranquilidad.
Con dificultad alcé la mirada. La lluvia no cesaba y, por el contrario, se intensificaba a cada segundo que pasaba; me extrañó que un chico tan peculiar estuviera caminando solo bajo la lluvia a tan altas horas de la noche, pero tampoco tenía ganas de divagar mucho en la idea.
Vestía abrigado con un sobretodo beige y se cubria, en vano, del diluvio con una sombrilla. La oscuridad de la noche y la sombra que hacía la sombrilla sobre su rostro me impedía ver sus facciones y lo único que logré divisar fue una melena castaña.

***

Desperté en mi sucia habitación. No sabía como había llegado hasta allí, pero le resté importancia puesto que siempre era lo mismo. Tenía un inmenso dolor de cabeza y las náuseas de apoderaban de mi paladar así que hice un enorme esfuerzo para llevar mi cuerpo hasta el baño y dejarme caer frente al inodoro; pude drenar todo el alcohol de la noche anterior y luego tomé una ducha para amansar el pesar que sentía.
El agua fría de la lluvia artificial estaba congelandome, pero me habían cortado el privilegio del agua caliente desde hacía mucho tiempo y me había acostumbrado a ello.
Salí lo más rápido que pude, tomé unos bóxers de la gaveta y me di cuenta que pronto tendría que lavar mi ropa lo que significa otro gasto en mi escasa cuenta bancaria. Cogí una remera que yacía tirada en el suelo y un jean negro del armario antes de salir cabizbajo de mi departamento. No tenía idea de a donde ir, pero prefería vagar todo el día por las calles de la ciudad antes de lidiar con el viejo amargado que me cobrara la renta a diario.

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Belafter24: bien acá va el primer capitulo, esperamos que les guste.

Cuando el cielo ordenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora