Parte 1 A Ciegas

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Y se dió el milagro de la vida, aún sin saber que pasaba a su alrededor. Solo existía el instinto en la búsqueda de calor y algo que calmara la orquesta en su estómago y, no solamente el de ella, sino también el de unos cuatro vecinos peluditos, pero eso es lo que menos le importa en estos momentos. Finalmente, ese instinto le hace conseguir un lugar que le parece seguro y reconfortante, nada más y nada menos que, su mamá.


Estando ya, con su barriguita llena y abrigadita (gracias a sus vecinos peluditos) a Lina, el sueño le vence y queda acurrucadita por varias horas en el fondo de los camerinos. Entre tanto afuera, en el escenario del teatro, se encuentran afinando los instrumentos los integrantes de la orquesta, quienes tendrán un gran concierto en la noche, los cuales por cierto tienen a una espectadora de gran porte, vestida con un abrigo natural esponjoso de color blanco en su base y, de color champagne en sus puntas, con unos ojos de diva color verde esmeralda y cuyo tono de ¡¡miau!! les acompaña de fondo de manera muy entonada. Pues si, se trata de la madre de los peluditos, quien sale a ver que encuentra de comer para retomar fuerzas y volver al lado de sus crías, pero que, como de costumbre, no pudo resistir la tentación de contemplar un rato el puntual ensayo de los viernes a punto de cinco de la tarde.


Un repentino llamado, de una voz melodiosa ¡¡Emperatriz!! michu, michu, michu....le hace agudizar y poner en alerta a sus puntiagudas orejas y, de inmediato da un elegante salto por encima de una de las butacas y se acerca a un tazón de plata muy reluciente en donde le espera una refrescante leche que le alegra de tal manera que, se la acaba en un santiamén. Una vez terminada su cena, vuelve al fondo de los camerinos del teatro para cuidar de sus peluditos, quienes aún están a ciegas, ya que están recién nacidos y no pueden orientarse por su visión, solo por su instinto.


Una vez al lado de sus crías, se acomoda junto a ellos y en sus ojos se refleja un gran amor que, luego se van cerrando poco a poco, hasta acompañarlos en su siesta, la cual ni el mismo concierto pudo interrumpir, al contrario, los arrulló aún más.


LINA, LUNA Y TOTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora