*Capítulo Uno.

36 2 0
                                    

-Biella- pronunció el nombre de aquella joven muchacha de ojos grandes e imaginación inmensa. Era tan pequeña.
-¿sí, tía? - pronunció a penas, estaba tan asustada, era comprensible, lo acababa de perder todo.
- Vamos a casa - dijo, tomándola muy fuerte de la mano, camino junto con ella, alejándose de aquel desastre que antes llamaba hogar.
A penas tenía cinco años, pero entendía perfectamente lo que sucedía.
-¿a donde vamos? - preguntó con corta timidez
- A un lugar donde no puedan hacerte daño - hizo una pausa, volviéndose hacia ella y secando las lágrimas del rostro de la pequeña - Estas segura conmigo - pero ella tuvo miedo, no le creía.

***
Desde ese día, todo cambio para mi. Me llevo con ella, yo no sabía lo que ella tramaba en aquel entonces. No quería ir con ella; todo como lo conocía, cambió sin avisar. Todo, sin excepción. No volví a usar mi nombre, solo dos personas a parte de mi sabían cual era: Dayle y él.
Poco a poco fui cambiando, poco a poco deje que las circunstancias me moldearan. Hoy, luego de casi trece años de espera, de intentos fallidos al huir, de caer y arrastrarme porque no podía quedarme ahí. Aunque dolía, tenia que seguir. Sola, bueno... Casi sola.
Me tenía a mi y a aquellas esmeraldas que brillaban día y noche, que hacían lo que podían, él, con su cuerpo grande y ronca voz, tan grabe, tan pacífica, tan suya.
Labios perfectamente dibujados, ligeramente rosas, mandíbula fuerte. Ni los mismos dioses podían ser tan bellos, parecía sacado de un sueño. Pero no, él estaba ahí y decía que era suya y que él era mío. Nunca soltó mi mano, nunca dejo que caiga más de lo que debía.
Solía perseguir la luna cuando éramos tan solo unos niños, me enseñó a hablar con las estrellas.
Aunque eres lo único que conozco, te hiciste todo un misterio para mi, aún lo eres.
Protección y sosiego, tu voz; fuerza y dedicación, tus manos; profundidad y enigma, tu mirar. En fin, tú.

Hoy no llegaste ¿por qué? ¿acaso te rendiste ya? ¿te cansaste?
No puedo huir de mis propios muros, no puedo escapar de mis propios demonios.
Pero al igual que las estrellas esperan a que la luna aparezca de nuevo, igual lo haré yo contigo.
Paciente, firme; sobre esta roca, en donde empezó todo. En donde te vi por primera vez. Esperando tu llegada, que puede que jamás llegue, volveré a esperar la noche siguiente y la siguiente. Pues sé que vendrás, si no es hoy, sera mañana y si no es mañana será en el tiempo que veas correcto y bueno.
Igual estaré aquí, como todas las noches. Esperando, esperándote.
Llegarás pronto, eso lo sé.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 03, 2015 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Entre susurrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora