Día 1.

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Había pasado un gran tiempo, un gran tiempo en el cuál me dediqué a rehacer una nueva vida en donde me pudiera convertir en otra yo. Había planeado dejar todo atrás como un recuerdo, un recuerdo que a pesar de que se llene de polvo algún día el dueño lo despertará. Ya no importaba nada, dejé de mirar su perfil y su última conexión con esperanzas de recibir un mensaje suyo, para al menos saber que aun me recuerda. Todo eso se fue poco a poco por la tubería, las esperanzas, los sentimientos, el aprecio y todo lo que le pude haber tenido. Él iba a rehacer su vida y obviamente yo no iba a estar en ella, así que lo correcto era hacer lo mismo sin importar qué. Todos mis amigos me regalaban felicitaciones por haber echo una nueva yo, una yo en la que sus noches de insomnio llenas de lágrimas cambiarían a ser noches de sueño profundo como la de cualquier chica, una yo en la que no tendría que esconder sus brazos por ende a que vieran el infierno en el que años atrás se convirtió y hoy en día dejaron cicatrices, una yo en la que sus sonrisas ya no tendrían que ser fingidas, simplemente era una nueva yo y eso ayudaba bastante. Todo iba bien, no me dolía nada en absoluto


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