Soy un mastodonte

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"Soy un Mastodonte. El hombre repite la frase con una voz casi imperceptible. Busca que su lamento se convierta en un mantra. Soy un Mastodonte. Un animal extinto. Y así es como se da fuerza para salir a la calle. Lo esperan en un auto que parece un tanque. Un ataúd. Cierra los puños con fuerza. Pronto cumplirá cincuenta años. Le duele la muñeca izquierda. Le duele la muñeca derecha. Son los tendones y los huesos. Golpes macizos, como rocas envueltas en trapos. Pero cuando llega a casa el tiempo le pasa la factura. Duele como un cáncer. Pero ahí está el yoga. La respiración del dragón. Las drogas. El sueño. Soy un Mastodonte. Pero también es un hombre que tiene que vendarse las muñecas. Tomar dos comprimidos de paracetamol con naproxeno. Afuera este sol que aborrece. Que lo obliga a cubrirse el rostro con la mano derecha. Intenta ver a quien está al fondo. ¿El mismo muchacho tonto de siempre? Lo toman de los brazos con fuerza. Soy un Mastodonte. Pero son esos primeros pasos en el pavimento que arde. Este maldito "calor. Los puños cerrados. Las vendas que apestan a sangre podrida y ungüentos. Las vitaminas que arden en el estómago. Las medicinas. Las drogas. Es el miedo. El hombre necesita de unos segundos más para hacer de su lamento un mantra. Todavía no estoy listo. Soy un Mastodonte. Un animal extinto. Nada ni nadie puede hacerme daño. Soy inmortal".

Fragmento de "Mastodonte", de Jaime Reyes.


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