Capitulo 1.

94 13 10
                                    

Nuevo día. Nueva ciudad. Nuevo instituto. Nuevas calles. Nuevos " amigos". Nueva vida.

Solo llevo un día en Lhuter, una ciudad de Nueva York, y no es que no sea bonito, sino que, es todo lo contrario al pequeño pueblo donde yo solía hacer mi vida, en Printè, un pueblo diminuto a las afueras de Madrid (España). Donde era muy difícil ver a alguna persona por la calle, ya sea de día o de noche, apenas había una carretera, aun que nunca pasaba ningún coche." Pueblo fantasma" es como lo solía llamar la gente de fuera. Ni si quiera había un instituto. Para poder estudiar tenía que caminar treinta minutos hasta llegar al pueblo de al lado que si había. No me agradaba ese instituto. Solo había gente superficial a las que les importaba más la vida de los demás que la suya propia.
Por esa parte, si me alegro de haberme mudado. Aunque, al decir verdad, no tenia elección en hacer lo contrario.

Voy mirando a mi alrededor y me doy cuenta de que aquí hay demasiado ruido, pasan mas de cuarenta coches por segundo delante de mis ojos. Casi no puedo ni escuchar mis propios pensamientos. Hay demasiada gente caminando por las mismas calles, al mismo ritmo, como si estuvieran programadas para ir de un lado a otro todas amontonadas.

Hay miles de tiendas, puede que haya mas de tres tiendas de la misma marca en cada calle.
Me fijo que en que hay gente de todo tipo, desde las mas formales a los mas vagabundos.
No voy a ponerme ha decir que tipos de gente hay, de echo, nunca acabaría, pero lo gracioso en ver tanta gente diferente junta, es que todos tienen algo en común. Algo que les hace ser iguales.

-Aina, te pueden atropellar si no estas atenta. - dice mi padre sacándome de mis pensamientos. Yo, simplemente asiento.

Observo que estamos en un paso de cebra y hay muchísima gente a nuestro alrededor esperando a que el semáforo se ponga en verde. Todas esas personas están sumidas en sus pensamientos, nadie mira hacia los lados, cada una esta concentrada en lo suyo. ¿ Como puede ser que tanta gente vaya a sitios diferentes pero aun así se encuentran todas en un punto fijo? Estoy segura de que todos se han encontrado mas de una vez en este paso de cebra, pero nadie se habrá dado cuenta, ya que, cada uno va a la suyo, sin darse cuenta de lo que pasa a su alrededor. Observo detenidamente a algunas personas, algunas salen o van a trabajar, otras al colegio, unos a comprar o vete tu a saber que.

El semáforo cambia de rojo a verde. Todos los de mi alrededor se mueven hacia la otra parte del cruce. Mi padre me hace una señal con la mano para que camine hacia delante. Y eso hago.

- Vamos a llamar a un taxi y así llegaremos antes a nuestro apartamento. - Dice mi padre mirando su reloj.

- Vale.- respondo secamente.

Me doy cuenta de que hay muchos taxis, y no son blancos como los de España, sino, amarillos. De esos que salen en las películas. Mi padre le hace una señal a uno para que venga hacia nosotros. Nos montamos en el coche y el conductor nos pregunta hacia donde vamos.

- A la calle Lentrig. - Le dice mi padre mientras se abrocha el cinturón.

El conductor asiente con la cabeza y empieza a conducir.

Yo simplemente me dedico a mirar por la ventana esos edificios tan altos que me hacen sentir más diminuta de lo que ya soy. Miro la hora en mi teléfono móvil y veo que son las 8:15 pm. solo he dormido dos horas en el avión, y el cansancio me invade, sintiendo mis ojos cada vez mas pesados. Decido cerarlos un rato hasta llegar a la calle Letring.

En menos de diez minutos ya estamos en nuestro destino. El taxista coge el dinero que le tiende mi padre, luego se monta en su coche y se va.

- Es bonito ¿No?- Me pregunta mirando el gran edificio. - Nuestro apartamento esta en el piso 4, puerta 7. - Dice acercándose a la puerta y sacando las llaves.

- Espero que haya ascensor.- Me limito ha decir en un susurro.

- Si que tiene, y ya veras que te va a encantar estar aquí.

No lo creo, no es que no me guste cambiar de aires por un tiempo, pero no me agrada la idea de volver des del principio. Me atemoriza pensar que me depara el futuro.

Subimos dos escalones que hay en la entrada y seguidamente mi padre abre la puerta de uno de los dos ascensores que hay. Los dos nos metemos y yo aprieto el botón el 4. El numerito se pone en rojo y mientras subimos veo que hay quince plantas. Estoy tan acostumbrada a que los edificios no tengan mas de tres pisos que esto se me hace raro.

- Ya hemos llegado. - Dice mi padre saliendo del ascensor.
Después de el salgo yo.
Entramos al apartamento y lo primero que veo es una alfombrilla que pone "Bienvenidos", no es muy original. En la entradilla hay un espejo bastante grande, abajo de él, se encuentra una especie de mueble para dejar los zapatos. Hay un largo pasillo con las paredes de un color marrón claro que lleva directamente a cuatro habitaciones cerradas y al lado de ellas se encuentra un salón inmenso. Parece uno de esos salones de lujo que salen en las películas. Tiene dos sofás uno alargado de tres plazas y otro de dos un poco mas ancho. Los dos de color amarillo. Llevan cojines a rayas de color marrón y amarillo. Quedan bastante bien.
En frente de los sofás hay una televisión plasma de unas 40 pulgadas. Al lado, una gran ventana donde se puede ver una plaza de gran tamaño. Observo que hay un grupo de niños jugando a fútbol.
- Es un paisaje muy bonito, ¿Eh? - Escucho a mi padre decir a mis espaldas.
- No esta nada mal. ¿ Donde esta mi habitación? - Pregunto mirando hacia los lados curiosa.
- Es esa, la que esta al final del pasillo. Ve ha deshacer la maleta.
Asiento y me dirijo hacia mi nueva habitación.
Abro el pomo de la puerta y entro. Las paredes son de color turquesa. Mi color favorito. Hay una cama en el centro cubierta por unas sabanas blancas con un bordado negro. Camino hacia delante y veo que hay dos puertas corredizas. Las corro y para mi sorpresa, es un vestidor. Es gigante, no se para que quiero yo esto, con un cajón me hubiera bastado. No soy de esa clase de chicas a las que le gusta estar horas mirando que ropa ponerse. Y tampoco es que tenga mucha ropa, no me gusta dar vueltas por los centros comerciales.

Salgo del vestidor y me dirijo a otra puerta que esta al lado. Es el baño, también muy grande. Tiene una ducha junto a una bañera con los azulejos blancos y rojos. Un espejo cuadrado y abajo de el, un lavamanos de color rojo chillón.

Voy hacia la cama y me tumbo encima de ella.
Miro hacia el techo blanco y cierro los ojos un rato.
A partir de ahora esta será mi habitación. Es cinco veces mas grande de la que tenía en Printé. Puede que este tipo de pequeños detalles sean lo que necesito para sobrevivir a esta nueva ciudad. Directamente, sobrevivir a esta nueva vida.

Dentro de unos días tendré que matricularme en algún instituto de por aquí, no me gusta nada la idea. Eso de volver ha comenzar la partida después del game over,  no es lo mio.



IncomprendidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora