Capítulo 3.

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- Aína, Aína despiértate. - Dice una voz bastante ronca, que creo reconocer. - Aína vas a llegar tarde a tu primer día de instituto.
Abro los ojos poco a poco mientras va pasando la luz y veo a mi padre en el otro extremo de la cama.
Un momento, ¿Ha dicho instituto? Ayer no me menciono nada sobre este tema.
- ¿ Tengo instituto hoy? ¿Por que no me avisaste ayer? - Pregunto un tanto cabreada, no me gusta ir con prisas.
- Se me olvido, perdón. - Agacha la cabeza - Pero tienes que ir hoy, a las ocho y media cierran las puertas, así que ve preparándote, yo voy sacando el coche del garaje.

- Vale.- Me limito a decir.
Mi padre se va y yo entró al baño a lavarme la cara. Me pongo jabón entre mis manos y empiezo a frotar suavemente por mi cara. Luego enjugo bien y seguidamente me hago una coleta alta, dejando algunos pelitos sueltos, como suelo hacer casi siempre. Me pongo un poco de base de maquillaje, mascara de pestañas y un poco de colorete. Tampoco pienso ponerme dos quilos de maquillaje solo para ir al instituto.
Salgo del baño y me dirigió a mi armario. Cojo un pantalón negro y una camiseta blanca, muy básica pero que tiene una especie de bordado por las mangas y en la parte superior del cuello. Me pongo unas zapatillas blancas, y para acabar una gargantilla negra con un abalorio en forma de X.
Voy hacia la cocina y veo que mi padre me ha preparado un café. Le echo cuatro cucharadas de azúcar, y voy removiéndolo.
- Aína, ¿Estas preparada ya? - Dice mi padre medio gritando des de afuera.
- Si, ya voy - digo pegando un sorbido a mi café y corro hacia la puerta cogiendo de paso mi bolso que estaba detrás de la puerta principal.
Veo a mi padre entrando en el coche, así que corro a sentarme en el asiento del copiloto.
- Espero que te vaya bien hoy. - Dice mi padre mientras arranca.
- Yo también. - Suspiro.

- El instituto esta solo a 10 minutos de aquí, hoy te llevo yo porque no tengo trabajo, pero a partir de mañana tendrás que elegir entre coger el autobús o ir andando.

- Genial.- digo con tono irónico.

El silencio nos invade durante unos minutos hasta que mi padre decide abrir la boca.

- Se que esto supone un gran cambio. - Hace una pausa. - Sobretodo para ti, se que esto es difícil de superar, sobre todo lo de tu madre. - Antes de que diga algo mas le corto.
- Papa ya, para de hablar, no quiero empezar a discutir ahora.¿Vale?- Digo seca.
- Como quieras hija. - Dice un tanto triste.
Se me hace muy difícil hablar sobre ese tema. No quiero que nadie me vuelva a hacer recordar todo lo sucedido. Todo lo que hizo que mi vida diera un giro de ciento ochenta grados. Ya llore bastante en su día, y no pienso llorar o lamentarme mas el resto de mi vida por culpa de este tema. He pasado de tenerlo todo a no tener nada. No quiero volver a revivir aquello.

Miro por la ventanilla y me doy cuenta de que esta chispeando. Dicen que por aquí llueve mucho.
- Ya llegamos.- Dice mi padre ya aparcando.
Me quito el cinturón y me bajo del coche.
- Adiós papa. - Le digo mientras cierro la puerta del copiloto.
Camino hacia la puerta de mi nuevo instituto. Alzo la mirada y me fijo en la fachada del edificio, es de un color blanco roto, tirando a beige. Hay cinco pisos, y cada uno de ellos consta de unas seis ventanas. Mejor dicho, balcones. Parece una de esas escuelas de gente con mucho poder económico que salen en las películas de hace mas de cinco décadas.
Entro y me dirijo hacia conserjería. En la ventanilla hay una mujer rubia de unos cincuenta y cinco años. Parece amargada, como lo suelen parecer casi todos las conserjes.
- Buenos días, vengo a recoger mi horario.- Digo yo mostrando mi mejor sonrisa. Pero al parecer no ha servido de mucho.
-Nombre. - Me dice con cara de pocos amigos.
- Aína. - Respondo seca.
- ¿Voy a tener que adivinar tu apellido?- Dice quitándose las gafas.
Esta señora ya me esta sacando de quicio y no llevo ni dos minutos aquí.
- Croy, Aína Croy.
- Aquí tienes. - Por fin. Me da él horario y un papelito en el que hay escritos tres números que supongo que debe ser la contraseña de mi taquilla. Abajo de esos números ponr: T.N°325.
Voy por los pasillos mirando a los lados en busca de la taquilla con ese número.
Hay un montón de adolescentes entrando en sus respectivas clases. Todos amontonados. Como si fuera que algo les asustara en él pasillo.
Subo al segundo piso y en una parte de las escaleras veo a un grupo de chicas y chicos sentados platicando.
Mientras subo todos me miran. Supongo que será por que soy la "nueva". Y estoy segura de que dentro de nada todos empezarán a ponerme etiquetas.

Ya he encontrado mi taquilla. Es una de las primeras que están al lado de la escalera.
Miro mi contraseña e intento abrirla. Cojo él candado y aprieto los números que ponen en él papel. 3-22-27. Es fácil de abrirla.
Aun no meteré nada, tampoco es que haya traído mucho en mi bolso.
Suena una musica que consta de unas tres notas. Parece la sintonía del Mercadona. Si esta es la música para entrar a clase, ya se me han quitado las ganas de entrar.
Miro mi horario para saber que asignatura tengo ahora. Literatura. Por lo menos empiezo las clases con algo que me gusta.
Busco mi aula fijándome en los letreros que hay encima de las puertas de las clases, donde hay escrito la asignatura que se da en esa aula.
Pero sigo sin ver donde esta Literatura.
Creo que lo mejor será preguntarle a alguien. Pero no se a quien, todos parecen amargados. Y ya he tenido bastante con la conserje.
- Oye, te veo un poco perdida. - Me dice una voz detrás de mi. Me giro y veo a un chico alto, moreno de ojos marrones claros. Por fin me pasa algo bueno. Y por fin podre llegar a tiempo a mi clase de literatura.
-Eh, si, la verdad es que estoy muy perdida. - Le sonrió para no parecer amargada como los demás. - ¿Me podrías decir donde esta la clase de literatura?
-Si, mira. - Me hace girarme tirandome de los hombros. De repente veo un letrero que pone "Literatura". Vaya, definitivamente necesito que me cambien las lentillas.
- Muchas gracias. - Le digo al chico sintiéndome un poco tonta y avergonzada.
- De nada cielo. Ya nos veremos.- Dice yéndose y perdiéndose entre la multitud.
Es la única persona que ha sido amable conmigo. Va mejorando del día.
A la salida fui directa  hacía la parada del autobús.

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⏰ Última actualización: Feb 19, 2016 ⏰

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