Introducción.

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"La fuente de los deseos."

I

Un pequeño puñado de personas esparcidas en el centro de la plaza eran las causantes del barullo que se arma y desarma constantemente. Niños de diferentes edades juegan, corren y disfrutan de la inusual tarde soleada que se les brinda. Los artistas callejeros también saben apreciar el clima de sábado y salen en busca de expresar sus talentos frente a todo el mundo: la música que regala un grupo de muchachos, los retratos que realiza una muchachita con su caballete y una paleta de acrílicos, un dúo de malabaristas que se suben a sus monociclos y hacen sus gracias ante la atención de un grupo de personas....

Pero, sin duda, los protagonistas de aquella tarde de 14 de febrero son las parejas, de todo tipo, que con sus manos entrelazadas se susurran coquetamente al oído; o bien se abrazan cariñosamente, sonriéndose mutuamente. Esas demostraciones de cariño que endulzan el aire y, en ocasiones resultan realmente molestas y empalagosas.

Un jovencito de unos veintitantos años, de cabello castaño claro y ojos ámbar que observaba la escena desde una de las dos fuentes, no pudo evitar pensar: "¡Ah, qué hermoso ha de ser el amor!". Y aunque por su corta edad no entendiera correctamente ese sentimiento, en su mirada se reflejaba que añoraba experimentarlo; deseaba sentir mariposas en el estómago, compartir momentos, crear recuerdos y atesorarlos como si fuesen lo más valioso.

—Me quiero enamorar —murmuró en silencio, con un sutil movimiento de labios.

Y arrojó una moneda a la fuente.

Disculpe, ¿puedo hacerle una foto? (GerIta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora