III La locura y Venganza

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Los Cambios de Alberto Peñalver habían sido noticia. Su rebelde cabello castaño se convirtió en un rebelde cabello oscuro como la noche y sus ojos se habían vuelto más verdes que nada. Su fuerza era execiba y sus poderes increíbles.
Un día, un año despues del los Cambios de su hijo, el monarca quiso hablar con su hijo a solas en compañía de su amada esposa.

__Conoces la ley, Alberto, sabes que responsabilidad cae ante ti desde que los Dioses te eligieron a ti como último descendiente.

__Sí padre, conosco la ley. Se que tengo que subir al trono en cuanto tú mueras y reinar con igualdad, benevolencia y humildad como lo as estado haciendo tú en los últimos 23 años.
El monarca sonrió para si mismo, pues se sentía orgulloso de sus hijas y de su hijo, sabía que serian buenos gobernantes gracias a él, aunque no todo el mérito era de él, pues su esposa había enseñado a sus hijos a usar sus habilidades y a blandir una espada, como tratar a la gente como su igual y jamas despreciar a nadie.

__Te prepararé para ello. Serás mejor monarca que yo y te ayudaremos tu madre y yo para ello. Me siento orgulloso de ti, Alberto. Ya es hora de aprender tus responsabilidades.
La reina sonrió alegre a su hijo, al igual que su marido, se sentía orgullosa de sus hijos.

__Cariño, se que no nos decepcionaras, esperamos muchos de ti, Alberto.__le dijo su madre con cariño y amor. En ese instante, su hija Diana entró echa una furia, con los ojos al rojo vivo. Llevaba su traje de entrenamiento y sus padres se pusieron de pie de inmediato.

__¿Orgullosos de él? Esperan maravillas de él pero ¿que hay de mí? ¡Yo deveria ser la reina y no él! Es totalmente injusto, los demás reinos el primogénito es quien reina y no el último. ¡Exijo justicia!

El monarca vio a su hija de pies a cabeza, sin duda era una guerrera bien entrenada y se notaba en sus músculos y en la forma de pararse y en la forma e que apretaba los puños.
En las todas las guerras en las que había asistido el rey y sus hijos, veía que Diana defendía a muerte a todas sus hermanas y en especial a su hermano, ¿que diablos hacia ahora? Siempre acepto que su hermano sería el monarca de todo el reino, ¿que había pasado? El rey se ha cerco a su hija y le puso una mano en el hombro.

__Conoces la ley, Diana, así que para de una vez. Se te otorgarán unas tierras y serás Lady...

__¡¿Lady?! ¿me merezco sólo eso? ¡Qué humillación! ¡Yo merezco ser reina, la gran Peyqueen de Garender!__ aún furiosa, salio de la habitación y se encerró en sus aposentos. Todos los días se escuchaban ruidos extraños y sobrenaturales en sus aposentos, nunca salía de ellos.
Nadie supo nada de ella hasta el día en que la reina Cordelia murió. Su muerte debilitó al monarca más de lo que admitió. Sus hijos estaban destrozados, menos Diana, ella se mostraba sin ninguna emoción el día del funeral y el entierro.
La muerte de la reina había sido horrible, pues se le encontró en un pasillo oscuro del palacio con una espada clavada en el corazón, pero tenía señales de que había estado peleando por su vida asta que la perdió.
Un día de locura, Diana salió de su habitación y explotó por completo admitiendo haber matado a su madre y que mataría pronto a su hermano.
Él rey, furioso y decepcionado, exilio a su hija, pues no la podía matar.

__¡Regresare, iré por un mito y tomare mi lugar en el trono, la corona será mía y ustedes serán quienes lloren lágrimas de sangre!.
Furiosa, juro venganza en contra de su padre y sus hermanos y partió cabalgando un corcel negro.

El Último DescendienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora